C4: Fanáticos.

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Larson Khalid es un encanto de Homo sapiens sapiens

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Larson Khalid es un encanto de Homo sapiens sapiens.

El muchacho que me estaba esperando en el corredor del estadio era uno de los que me había visto entrar por equivocación al vestuario. Recuerdo la forma en que abrí la puerta con tanta confianza y una aglomeración de cuerpos masculinos me dieron la bienvenida en vez de la familiar barriga cervecera de Bill Shepard.

Los abdominales de Larson fueron unos de los tantos que me saludaron.

El muchacho de ojos casi esféricos y brillantes me saludó en el corredor antes de confesar que me había reconocido como la hermana de Malcom Beasley, el mariscal de los Saints de Louisiana. Al principio me sorprendió por el hecho de que, dejando de lado a mi hermano, Kansas, Bill y yo mantenemos un perfil bastante bajo. La gente no nos reconoce prácticamente nunca, y en cualquier caso no es que estén emocionados de que salgamos en la fotografía que quieren sacarse con su ídolo deportivo.

En fin, Larson llegó con un propósito.

—Hay un tipo en el equipo que es un verdadero fanático, su nombre es Shane. No le he dicho que eres la hermana de Beasley y tampoco tengo intención de hacerlo dado que se volverá loco si llega a enterarse de que ustedes son parientes—dijo echándose la mochila al hombro y apartándose los mechones de cabello que le caían en la frente. Su pelo seguía mojado por la ducha y, si miraba de cerca, podía ver algunas gotas recorriendo su garganta y oscureciendo el cuello de su camiseta gris al llegar a ella. —Él te sacaría una muestra de sangre para coleccionarla de saberlo, así que por tu propia seguridad es recomendable que no se entere aún—advirtió. —La cuestión es que dentro de varios días en su cumpleaños y junto con los Sharps le conseguimos entradas para el próximo juego. Y, a pesar de que no te conozco y sé que estoy siendo algo atrevido y sacando provecho de la situación, me gustaría saber si podrías ser capaz de hacer que Beasley le firme alguna camiseta, un balón o hasta su propia frente.

—Haré algo mejor que eso—le prometí con una sonrisa.

Adoro las sorpresas y aunque no conozco a Shane me encantaría ver su expresión al contemplar al propio Malcom Beasley en carne y hueso, ¡él se morirá de felicidad!

El simple hecho de pensar en eso me emociona hasta el punto en que me subo a mi bicicleta y pedaleo más rápido de lo normal. Ya quiero llegar a mi nueva casa y llamar a mi hermano para comentarle el plan que tengo en mente para el cumpleaños del extraño.

Sin embargo, no pedaleo sola.

Puede que Larson no sea un ecologista y que solamente esté transportándose en bicicleta únicamente porque aún no ahorró lo suficiente para comprarse su propio automóvil, pero de todas formas su compañía es de lo más agradable y en verdad lo agradezco.
En el trayecto de diez minutos me cuenta un poco sobre la ciudad, la OCU, y hasta sobre el equipo. Tienen la tradición de aportar un poco de dinero cada uno y siempre darle una sorpresa a los compañeros que cumplen años; a él, por ejemplo, le regalaron un pasaje aéreo para ir a conocer a la leyenda retirada de Travis Kelce.

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