C48: Brújula.

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La silla emite un agudo sonido en cuanto me deslizo hacia atrás y me pongo de pie

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La silla emite un agudo sonido en cuanto me deslizo hacia atrás y me pongo de pie. Observo a todas las personas a mi alrededor confundida antes de atravesar vacilante la habitación en dirección a la sala de estar.

Nadie me sigue y siento mi ceño fruncirse. Apartando la cortina espío por la ventana a la calle, curiosa por saber de dónde viene ese sonido tan particular.

Mis ojos se abren de par en par y rodeo el sofá corriendo mientras chillo. Alcanzo el pomo de la puerta y tiro de él antes de precipitarme hacia el pórtico y bajar corriendo los escalones.

Hay una grúa a punto de remolcar la casa rodante de Blake.

Un hombre de baja estatura, con abundante masa muscular y con sus brazos y parte de su calva cubierta en tatuajes está anclando un gran gancho en el vehículo, listo para sacarlo de aquí.

Decenas de signos interrogativos bailan en mente. Ojalá solo se trate de una infracción de tránsito y no de él marchándose.

—¡Oiga, usted, señor con... con epidermis multicolor! —llamo su atención cruzando la calle—. ¿Qué cree que está haciendo?

El sujeto me observa confundido y se rasca la nuca.

—¿Mi trabajo? —indaga inseguro, pero entonces escudriña mi rostro y atuendo y un destello de reconomiento aparece en sus ojos—. ¡Oh, espera...! —dice, apurándose a rebuscar algo en los bolsillos de su pantalón. Saca un papel y lo desdobla para mirarlo y leer:— ¿Zoella Ryan Murphy Beasley Shepard, verdad? —Ladeo la cabeza confundida pero asiento, y con eso una sonrisa se despliega en su rostro—. ¡Hola, soy Bobby!

Se apresura a acercarse y toma mi mano para estrecharla. Me sacude con tanta fuerza que por un momento creo que han dejado caer un taladro sobre mí.

—Hola, Bobby —saludo riéndome por su repentino entusiasmo—. Un gusto conocer... ¿qué estás haciendo? —indago en cuanto sostiene el papel junto a mi rostro, y entonces veo de reojo un dibujo.

Mi corazón se las arregla para dar un giro triple en mi pecho, probándome que ganaría un concurso de gimnasia artística con los ojos cerrados.

Bueno, si tuviera ojos.

Y piernas.

Y un par de...

—Diablos, el chico es bueno —dice Bobby admirando el retrato que ha hecho Hensley en ese trozo de papel, porque no podría ser alguien más que él y estoy segura—. Bueno, no tenemos toda la noche. —Aparta el dibujo y lo vuelve a guardar—. ¿Lista para irnos, Zoe?

—¿Irnos? —repito tan desconcertada como divertida.

—Sí, me encomendaron llevarte a ti y a esta cosa a un lugar —informa haciendo un ademán a la casa rodante antes de darse la vuelta y encaminarse a su gigantesco y rojo vehículo de trabajo. Va directo hacia la puerta del copiloto y la abre para mí—. Paseo en grúa por una noche con Bobby, sin escalas y con un cigarrillo de regalo. —Me guiña un ojo—. Te gusta fumar, ¿no?

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