Shane se desmayó.
Beasley no fue capaz de decir siquiera «Hola» antes de que cayera de espaldas, pero por suerte los Sharps se lanzaron hacia él antes de que su calva cabeza rebotara contra el césped sintético.
Gran parte de los Jaguars ya no se dedica al fútbol, pero nadie se negó a jugar cuando el coach hizo sonar su silbato. Shepard nos dividió para que estuviéramos mezclados: medio equipo de la ofensa de los Sharps con la mitad ofensiva de los Jaguars, lo mismo con la defensa y los equipos especiales. Y yo, para envidia del inconsciente Shane Wasaik, terminé jugando junto a su ídolo deportivo.
Mis compañeros están más que emocionados, disfrutando de un partido con el histórico equipo de la BCU. Sin embargo, yo quiero que todo acabe cuanto antes.
Tengo que demostrarle a Shepard que soy capaz de jugar, de disfrutar el tacto del balón entre los dedos y anotar sin vacilar. El problema radica que una cosa es jugar con los Sharps, quienes me conocen, quienes saben cómo soy en el campo y fuera de él. La mayoría de estos muchachos fueron conmigo a la preparatoria y recuerdan cuánto adoraba el deporte, y también saben el porqué dejé de amarlo. Pero no puedo resumir todos los eventos del pasado a los Jaguars, y tampoco quiero hacerlo. Muchos de ellos son jugadores profesionales: Logan Mercury, Beasley, Joe Nygo. Ellos viven por y para el fútbol, y no quiero ofenderlos diciendo en voz alta que aborrezco el deporte o que al notar mi desinterés en el campo comiencen a cuestionar por qué estoy dentro de los Sharps cuando no lo merezco. Veo el prejuicio en sus ojos.
El sol ha comenzando a ocultarse tras una hora y media de partido, y Bill decide que dentro de media hora terminaremos y nos mandará de una patada a las duchas.
—Anota y pediré un cambio, así estarás fuera del campo cuanto antes —murmura por lo bajo el número veintisiete, acercándose.
Me mira a los ojos y me sorprende que no me esté juzgando. No hay rastro de enfado o impotencia por el hecho de que, en más de una oportunidad, aunque lo intenté, no fui capaz de anotar. Él notó que no juego como lo otros, que la pasión parece haberse drenado de mí hace tiempo, y lo único que está haciendo es darme una escapatoria con gentileza.
—¿Puedes hacer eso? —inquiero, algo sorprendido por el hecho de que sea capaz de demandar al coach por otro jugador. Bill no hace cambios a menos que alguien esté en su lecho de muerte.
—Puedo hacer muchas cosas, Hensley. —Sonríe mientras comenzamos a trotar hasta nuestras posiciones—. Y creo que estoy en deuda contigo de alguna forma, por lo que hiciste por Zoe. —Bill parece haberle comentado lo ocurrido en el vuelo desde California hasta Mississippi.
—Cualquier hubiera hecho lo mismo. —Me encojo de hombros, intentando restarle importancia a mis acciones.
—Cualquiera habría tenido al intención de hacerlo —corrige en cuanto nos detenemos. Sus ojos, de una tonalidad más oscura que los de Zoella, se clavan en los míos y noto auténtica gratitud allí—. Mi hermana es optimista, cálida, totalmente transparente cuando no hay una tormenta cerca. Si la conoces sabes que siempre sonríe, que le es inevitable no reír y hablar con notas de entusiasmo e inocencia en la voz. Sin embargo, todo cambia cuando se oyen los primeros truenos. —Sus cuerdas vocales vibran con cierto pesar, y aprieta sus labios en una dura línea de expresión por un instante—. Todo lo que ella es se ve reemplazado por algo peor, algo que no quiere mostrarnos. Cuando era niña solía abrazarme durante lo que durara la tempestad, pero a medida que fue creciendo se fue aislando cuando ocurría —informa, y noto la impotencia en la forma en que inhala—. No hay nada peor que saber que alguien está sufriendo y tú no puedes hacer nada al respecto, que ni siquiera puedes sostener se mano. Sin embargo, de alguna forma, ella te permitió entrar. Te permitió ayudarla, y a pesar de que me gustaría ser yo el que la sostuviera, confío en que si ella te escogió para hacerlo es porque lo haces mejor que yo.
ESTÁS LEYENDO
Extra point
Teen FictionSegundo libro de la serie #GoodBoys. En físico gracias a Nova Casa Editorial (este es un borrador). Enigmático, mínimamente insolente, juicioso, perspicaz, incorregiblemente malhumorado e increíblemente apuesto. Una pesadilla en el campo y una estre...