C34: Aurora Boreal.

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Crecí oyendo historias de lo que Bill Shepard denominaría el trío dinámico

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Crecí oyendo historias de lo que Bill Shepard denominaría el trío dinámico.

Las aventuras de Kansas, Jamie y Harriet eran anécdotas adaptadas a cuentos recurrentes a la hora de ir a dormir. Uno de mis favoritos era el que titulaban «El día en que nació un mapache», que narraba por qué le decían así a la pelirroja.
Según lo que había escuchado, ella tenía un novio que la había engañado, y a partir de esto tomó venganza por mano propia haciendo destrozos materiales. Mi hermano la apodó como un Procyon lotor rabioso por la forma en que se le había corrido el maquillaje mientras gruñía, lloraba y reía. Todo al mismo tiempo, todo gracias a Derek Pittsburgh.

Todo gracias al hombre que acaba de oponerse a la boda.

Ante mis ojos un cliché se vuelve realidad: el típico hombre con chaqueta de cuero, el que gracias a sus estados de Facebook sabemos que sigue saliendo de fiesta incluso con casi cuatro décadas de vida encima, el tipo de la motocicleta... ha cambiado. No se necesita ser un genio para descifrar que si ha irrumpido la ceremonia es porque ya no puede seguir con su vida tal como es, sino que ha conocido a una mujer que ha logrado cambiarlo, que lo ha hecho replantearse lo que quiere en dicha vida. 

Y esa es Natasha.

La misma que mira directamente a los ojos del novio con tristeza y disculpa antes de lanzar su ramo y correr a los brazos de Derek, del mujeriego cuyo corazón ha enamorado tan profundamente que lo hizo reunir el coraje para hacer acto de presencia en un evento como este.

Sin embargo, no es la sorpresa o la indignación de los invitados por parte de Dylan lo que desatan el caos, sino el propio novio. Su novia sale corriendo del hotel de la mano de Pittsburgh, y entonces él pega el grito en el cielo, se gira y tira de una de las cadenas que mantienen una jaula en el aire y la baja para comenzar a revolearla tal soga de vaquero. Se echa a correr, detrás de los fugitivos, y sospecho que él ya conocía a Derek, que probablemente no le agradaba y que es comprensible que ahora quiera darle caza.

Comienzo a reírme, porque sinceramente todo parece demasiado absurdo, pero entonces mi risa cesa al percatarme de lo que podría ocurrir, de lo que están temiendo los invitados que comienzan a arremolinarse en la entrada del lugar.
Me giro hacia Blake y mis ojos se abren de par en par. Una expresión cargada de confusión cubre su rostro, y esta se ve reemplazada por una de sorpresa en cuanto lo tomo el por el frente de la camisa y tiro de él hacia afuera. Tropieza mientras lo obligo a seguirme, y en cuanto pasamos a Corbin lanzo la tablet por los aires, obligándolo a que haga malabares para agarrarla.

—¡Zoe, ¿qué...?! —inquiere Hensley, desconcertado mientra lo suelto para tomar la falda de mi vestido y comenzar a bajar los escalones. Él no entiende lo que hago, pero se asegura de seguirme el ritmo mientras me apresuro a llegar a la entrada del hotel.

—¡Código negro! —alerto.

Cuando Jamie se enteró que Derek la engañaba no tenían más que un romance juvenil, pero Dylan tenía planeada una vida entera con Natasha. Imagínate que tu prometido te deje plantada en el altar, que huya con alguien que detestas, que ni siquiera te pida perdón. Jamie se ganó el apodo de Mapache Rabioso por lo que hizo esa noche en un estado de furia y desesperación al enterarse que su novio era infiel, y ni siquiera puedo imaginar lo siguiente que hará Dylan en cuanto alcance a Pittsburgh.

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