II. Stella.

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La música a alto volumen al otro lado de la puerta no me dejaba dormir, quería descansar por una vez en la vida. Era lo único que quería, dormir bien sin tener la necesidad de al otro día tener que mentir sobre mis horribles ojeras.

Me tape los oídos con la almohada y gruñí, Stella tenia la música tan alto que podía sentir las vibraciones de las vidrios de las ventanas. Tenía que hacer algo o sin ella nunca me dejaría dormir, tenía que ir a estudiar en la mañana y no podía darme el lujo de dormirme a la mitad de la clase como siempre lo hacía.

Sin más que pensar, me quite la sabana que me estaba cubriendo y abrí la puerta de mi habitación. Salí a la pequeña sala donde solo había un mueble grande y uno individual, una mesa de centro y una repisa con viejos libros de mi madre, que no podía creer que una vez se los hubiera leído.

Stella estaba sentada de mala manera sobre el sillón individual con una botella de vino en su mano. Su maquillaje estaba corrido y su corto vestido estaba casi sobre sus caderas.

- ¿Quieres un poco, Cariño? –me ofreció su botella.

La observe detenidamente desde el otro lado de la sala, el olor a licor estaba inundado en el aire. Podía saberse con solo abrir la puerta del pequeño apartamento que había licor regado por todos lados al igual que colillas de cigarrillo viejo.

- Quiero dormir bien, Stella –dije. 

Pase saliva meditando lo que tenía pensado a hacer.

Ella le bajo un poco al viejo radio que estaba en su regazo y se quedo en silencio, mirándome de arriba abajo. Su cabello rubio ondulado estaba recogido en una improvisada moño que la hacía ver más desarreglada.

Stella Sprayberry tenía una depresión eterna. Siempre estaba con una botella de algún licor en su mano, casi nunca se arreglaba y si lo hacía, era porque Maya se lo pedía casi a suplicas a pesar de ser una pequeña niña de 3 años, que apenas sabía hablar sin balbucear. Su depresión tenía nombre y apellido pero yo no lo sabía, nadie lo sabía. No tenía amigos y eso era lo único bueno. Era madre soltera, vivía solo para "cuidarnos" pero era obvio que yo era la responsable de las tres. Yo era la que traía el dinero a la casa para comprar que comer pero una parte ella se las arreglaba para gastar en licor.

Golden Sun: FIRE LINE ❖ PETER PARKERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora