Kate Sprayberry, siempre pensó que no tenía nada de especial, vivía en un viejo edificio en Queen, iba a una escuela pública y tomaba el metro como cualquier otra persona, pero luego de que el vagón del metro donde viajaba hubiera quedado en medio d...
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Flash Thompson me miro con mofa y lo mire mal mientras pasaba por su lado. Él era el tipo de chico del que preferiría mantenerme alejada, a muchos kilómetros y nunca dedicarle una sonrisa. A demás de que le hacia la vida imposible a Peter se la hacía a otros en la escuela, se creía poderoso por tener dinero pero la verdad era que era un perdedor como todos. Una vez intento insinuarse conmigo, creía que yo le seguiría el juego y se estrello contra un enorme muro de desprecio y arrogancia de mi parte.
El partido empezó, tenía una posición de defensa así que debía atajar el balón y no dejarlo pasar para que no nos hicieran gol. El capital del otro equipo estaba llevándose por encima a los de mi equipo, quienes trataban de atajarlo pero él tenía mucha habilidad y era más rápido. Marlon, de mi equipo logro quitarle el balón y se dirigió a la portería contraria, allí hizo gol y los del equipo festejamos.
Así transcurrió el tiempo, nuestro equipo tenía 3 goles a favor y 2 en contra.
- Tu madre llego esta mañana buscando a sus hijas y ¿sabes que dijo cuando May le pregunto sobre ti? que no sabía nada.
- Amigos, que les parece si corremos un poco para airar la tensión –prepuso Ned.
- ¿Por qué no dices nada, Kate? ¿Te quedaste sin más mentiras que decir? ¿Qué pasa con tu madre?
- Cállate, por favor.
Sacudí la cabeza alejando las palabras de Peter hacia menos de una hora y mire unos momentos su posición, estaba al otro lado del campo en las gradas bajo el sol mañanero, achinaba los ojos por la luz y miraba directamente el movimiento del balón. Estaba concentrado en el partido.
Era tan patética, mi crush me había dicho mentirosa, me había enfrentado a él y ahora estaba lamentándome por lo que paso.
- ¿Ahora huyes? ¿Cómo siempre?
- ¡Cállate, Peter! ¡Tú no sabes nada! ¡Absolutamente nada! ¡Tu maldita vida es perfecta! ¡Buenas notas, tu tía te quiere y tienes una pasantía con uno de los hombres más ricos del país! –me devolví a enfrentarlo.- ¿Sabes que tengo yo? Nada, mi madre es una alcohólica y si no fuera por mí, mi hermana estaría en un orfanato.
