Epilogo.

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"...No importa donde quiera que vayas o donde quiera que estés, yo siempre estaré detrás de ti."

Fueron las líneas de la única y última carta de Olivia Sprayberry a Kate. Sus manos arrugaron el papel con impotencia mientras levantaba la mirada y aguantaba las ganas de llorar.

- ¿Puedo saber que te dijo? –pregunto desde el umbral de la puerta Tony cruzándose de brazos a la expectativa de lo que su viejo amor le hubiera escrito a Kate.

Kate lo miro tratando de sonreírle pero él sabía que no era de verdad, que no estaba bien en absoluto y se acerco a ella para abrazarla. Soltó fuertes suspiros de tristeza sobre su hombro mientras la abrazaba con fuerza.

- ¿Porque nunca me lo dijo? –lo tomo por sorpresa la pregunta de la chica.- ¿porque se fue sin decir nada mas?

- Quisiera responder tus preguntas, Kate –respondió Tony sujetándola por los hombros mientras las lágrimas se deslizaban por las mejillas de Kate.- pero no soy la persona indicada.

- Desee siempre una familia y cuando me entero de que ella está viva, decide irse para siempre sin darme más explicaciones que las que puede dar en una carta –añade y limpia con fuerza sus mejillas.

- Me tienes a mi... –murmuro en un hilo de voz Tony.- tienes a tu hermana, nos tienes a todos.

Ella lo miro agradecida y lo abrazo de nuevo, se había vuelto su mejor terapia abrazar a aquel hombre que le había abierto las puertas de su casa, de su vida y de su corazón. Lo sujeto con fuerza con la esperanza de que nunca se fuera de su lado, ambos con el mismo pensamiento en mente.

No hacía falta una prueba de ADN para que Tony la hubiera adoptado y no solo a ella, sino a Maya también. Para él no era necesario eso, no hacía falta porque el cariño que le tenía a aquella chica iba mas allá de compartir lazos de sangre, aunque debía aceptar que la intriga de saber si Kate era su hija, rondaba por su cabeza. Para los demás, no hacía falta porque ante sus ojos se mostraba una viva copia de Tony Stark, su caminar y hablar era típico de un Stark.

Su lazo se hizo más fuerte con el pasar del tiempo, ambos aprendieron a soportarse de una manera monumental y en compañía de los más cercanos compartieron las dichas y tristezas venideras.

Rebeka Lynch volvió a ser un fantasma para el mundo, debía de hacerlo ya que su nombre aparecía junto al de sus compañeros de equipo, entre ellos Natasha Romanoff; como de persona altamente peligrosa y buscada por todo el mundo, con la única excepción de que cada semana le enviaba un mensaje con algún objeto raro a Kate.

Antes de marcharse, le enseñaron todo lo que podían saber sobre defensa personal y uso de poderes ancestrales, solo eso, porque Tony había prohibido el uso de armas en menores de edad.

En cuanto a la escuela, pronto tuvo que volver, no tardaron en bombardearla con preguntas y demás pero como bien sabia hacerlo, era escurridiza y había logrado deshacerse de los acosadores por un largo tiempo hasta que se cansaron y decidieron dejarla en paz. Tuvo que hacer muchos trabajos para ponerse al día en materias, seguía corriendo el riesgo de perder el año y no quería quedarse atrás de sus amigos.

Y allí estaba, en pleno almuerzo de miércoles devorando la jugosa pizza de queso que había pedido para compartir con sus amigos pero solo se daba la dicha de estar con uno porque los otros dos estaban fuera de su radar. Miraba a todos lados en busca de Ned y Michelle pero no tenia señales de ellos, rendida bufo y se sentó en modo indio junto a Peter quien le sonrió y acomodo su cabello a lo que ella lo miro enternecida.

En incognito Ned y Michelle se sentaron al otro lado de la cafetería mientras los observaban con detenimiento a la espera del movimiento que revelara ante que tenían la razón y ellos no.

- Los he visto, parecen un chicle... ¡Incluso me dejan fuera de sus platicas! –se quejo Ned mientras le daba un mordisco a su sándwich.

- No me interesa saber cómo te sientes desplazado por tus amigos, Ned –murmura sin mucha emoción Michelle mientras fingía leer un libro.

- ¿Entonces porque estas sentada conmigo?

- Porque quiero ver como Peter mira tontamente a Kate y así echarle en cara que él bota la baba por ella, es cosa de chicas.

Levantaron la mirada cuando la escandalosa risa de Kate se escucho por toda la cafetería, algunos curiosos dirigieron la mirada a la pareja y otros los ignoraron.

- Ned, a él le gusta ella.

Una sonrisa victoriosa apareció en el rostro de Michelle y Ned la vio como si fuera la cosa más extraña del mundo.

- ¿Tu sonríes?

MJ lo fulmino con la mirada y volvió la mirada a su libro.

Su corazón saltaba de emoción cada vez que la veía atravesar la puerta de la escuela, era algo que ya no podía evitar y debía aceptar, estaba enamorado de su mejor amiga ¡Había logrado hacerlo olvidar a Liz! Su interés ya no estaba en la morena, de hecho, ahora la miraba como una persona normal e incluso la saludaba en los pasillos, cosa que nunca había logrado hacer mientras tiraba la baba por ella. Ahora su atención estaba simplemente en la chica en llamas como la había apodado divertidamente.

Su tía May le había dicho algo que lo había hecho pensar.

- Cualquier chica puede decirte lo mucho que le encantas o lo perfecto que eres pero no cualquier chica, puede amar la forma en que te ríes o tu manía de ponerte nervioso siempre, no cualquier chica te mirara con tanta admiración como lo hace Kate, a ella no le importo cuantos músculos de tu cuerpo tenias marcado, ella siempre miro en el interior, bajo esa enorme capa de timidez quien eras realmente y te ama de la forma más sincera que puede hacerlo.

Sus palabras se grabaron en su memoria y ahora cada vez que la veía, no terminaba de entender como era de perfecta y lo mucho que le gustaba.

Ella había perdido tanto, había sufrido hasta sangrar y todo por los que más amaba y seguía estando allí, deslumbrando con cada sonrisa y más alegre que nunca.

¿Cómo podía hacerlo? ¿Cómo era lograba hacerlo sentir vivo siempre?

En ese momento mientras la observaba pintar uno de sus mejores cuadros, lo supo, encontró la respuesta a su pregunta.

Estaba loca, tenía en su cabeza una locura preciosa, sus colores siempre se mantendrían vivos a pesar de todas las tormentas que la opacaran.

¿Cómo no iba a perder la razón por ella?










FIN 


Golden Sun: FIRE LINE ❖ PETER PARKERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora