Capítulo veintiuno.

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  Pasada dos semana, el príncipe Federick ya estaba llegando a los muelles de las tierras de Meiru.    Cuando llegaron el rey bajó en último lugar, cómo es debido de su señoría, pero obviamente antes que lo hiciera el capitán del barco. Mientras el soberano bajaba por una pequeña escalera, se podía leer a los lados, "La revuelta", nombre que había adoptado su transporte, un gran galeón de madera, muy prominente e intimidante. Cuando por fin Federick ya estaba en el muelle, entró a una taberna para buscar información. Allí dentro lo miraron muy rudo, parecía que quisieran matarlo, puede haber sido por su fachada real. El cantinero lo miró nervioso,y le hizo un gesto con las manos para que el rey se retirara, cosa que hizo de inmediato.

—Ese lugar daba muy mala espina, ¿No crees Jean?

—Oh, sí que la da, supiera usted que...
  
   El rey Federick le puso un dedo en los labios, callándolo.
   Federick miraba fijamente a un chico, y este a la vez lo miraba fijamente. Cuando el muchacho se echó a correr, el rey pidió a dos de sus guardias que lo atraparan. Los guardias lo pusieron ante sus pies y le obligaron a arrodillarse.

—¿Dónde ibas?, y ¿por qué me mirabas así?

—No tengo nada que responder, "su majestad".

—Bort, haz que hable.
  
   El guardia le puso una cuchilla en el cuello, se había formado un círculo de espectadores alrededor.

—Esta bien, iba a avisar a la princesa de su llegada, "queridísimo"—luego dijo con mucha ironía esto último— vuestra belleza es tal, que ni yo resistí a desviar la mirada de usted.

—Bort, déjalo libre—Miró al chico— vengo por tu reina, quiero hablar con...

—Draco, ¿por qué estás así?

—¡Reina!— el chico fue a abrazarla y mientras lo hacía miraba a Federick con un gesto de burla y le mostró la lengua como un niño pequeño.
   La conversación aquí se separó.

— ¿Estás bien mocoso?— preguntó Adelaine.

—Lo estoy fenómeno.

—¿Quién es este hermoso hombre?, respóndeme Draco— preguntó la princesa.

—El es el gobernador de la gran isla, su nombre es Federick.

—Wow, es encantador

Por el otro lado el rey y su consejero hablaban.

—Jean, ¿Ves lo mismo que yo?

—Lo veo y no lo creo.

—Me casaré con ella, es hermosa.

—Pero mi rey, usted dijo que...

—Tampoco creí que esto pasaría.

Franchesca y Federick caminaron hacia delante y se encontraron en el centro.

—Mucho gusto, ¿Cuánto tiempo se quedará mi rey?

—Una semana, vine a hacer tratados, luego iré al reino vecino.

—¿Hay alguna forma de que estuvieras aquí más tiempo?

—De hecho,creo que si la hay.

—Y, ¿Cuál es esa manera?

—Que ambos nos casemos.

—Acepto su propuesta gustosa.

—Nuestra unión será magnífica.

   Draco, Adelaine, Franchesca, Jean, Federick y su tripulación luego de ese encuentro fueron hacia el castillo en donde se quedarían.

Conflicto de los reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora