Capítulo cuatro.

34 11 1
                                    

   Los médicos y el profeta cristiano debieron hospedarse en el castillo hasta el mes de Enero, mes clave para el reino. Ahí aprendieron cosas nuevas, tenían la biblioteca real y además si necesitaban implementos se les conseguían fácilmente. A mediados de Enero la reina comenzó a presentar contracciones y dolor. En la habitación de los reyes estaba alrededor de la Soberana, J'tsu, Gerard y Mest. Más atrás había muchos sirvientes, con agua, comida, algo de ropa de bebé. Por fuera de la habitación el rey Chris y Daniel estaban hablando, al parecer planeaban el bautizo del futuro príncipe.

Se escucharon fuertes quejidos provenientes de la reina, el rey no quería ver el parto, le causaba algo de miedo, más bien, al verlo tal vez se desmayaría. Luego de unos minutos empezó a escucharse un llanto y el rey entró a la habitación. El recién nacido estaba en manos de los tres médicos, se lo pasaron cuidadosamente al rey, quien lo abrazó suavemente para que nada le ocurriera. Se acercó a la reina con el niño en brazos.

—Mira mi amor, es hermoso.

— ¿Tú crees?, siempre he pensado que los recién nacidos son raros, feos.

—Tan honesta como siempre— el rey miró a su hijo— aunque creo que tienes algo de razón, los niños al nacer, Hmmm, como decirlo, no son el mejor deleite para los ojos que digamos.

—Pero él es...

—Nuestra felicidad.

Daniel llegó apartando a algunos sirvientes y llegó hasta la familia con algo de ropaje para el niño.

—Vaya, miren que son suertudos mis reyes, tiene una estatura normal y, mi rey, ¿me permite? — Tomó en brazos al príncipe— su peso es ideal también.

—Nació totalmente sano— agregaron alegres los tres médicos.

—Díganme, ¿cómo se llamará este futuro gran gobernador?

—El será, no, el es...—Chris miró a la reina.

—Se llama Federick.

Daniel le puso la ropa al niño con cuidado y ayudado por los médicos. Se dio vuelta tomando al niño y dejándolo lo más alto posible y dijo.

— Aquí, y ahora, les presento al magnífico príncipe Federick, a quien debemos servir y obedecer, estoy seguro que traerá al reinado prosperidad y paz, además de nuevas riquezas, todos saluden al nuevo integrante de la familia real.

Aplausos y llantos llenaron la habitación, la gente reía y miraba entusiasmada al bebé. El profeta Daniel tomo agua bendita y un ramo de romero y le hizo un cruz en la frente al niño mientras susurraba, "estás bendecido y bautizado en el nombre del gran Dios, amén".

Esa noche se hizo una gran fiesta y banquete donde hubo muchos invitados. Hace tiempo no se veía tanta felicidad en el reinado, todos danzaron con alegría, bebieron y comieron.

Al día siguiente, en la mañana, los médicos retornaron a su pueblo, a excepción de J'Tsu quién siguió con su viaje por el mundo. Cada uno se llevaba una recompensa, para ser específicos llevaban una bolsa de oro en sus manos. El profeta Daniel regresó a la catedral principal de su ciudad, no recibió recompensa, se negó para ser exactos, a él solo le bastaba tener a otra persona en el reino de Dios, en verdad no le importaba el oro, le dijo al rey que con su recompensa alimentara a las personas que pasaban hambre en las calles, y el rey obviamente lo hizo.

Conflicto de los reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora