Capítulo veintisiete.

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   Fernanda, mientras aún amenazaba la espalda de Rissellote con su espada, miró un instante al rincón de la habitación, dejó caer un poco su arma.

—¿Por qué...?— preguntó para sí la chica pelirroja.

—¿Pasa algo Fer?—preguntó preocupado Federick.

—No, nada, me dió un pequeño dolor de cabeza, sigamos.

—Está bien, llevémosla al calabozo.

   Mientras caminaban, unos cuantos libros había caído de un mueble. Federick con paciencia recogió los cuatro ejemplares que habían llegado al piso y los ordenó minuciosamente en el librero.

—Como decía, señorita Fernanda, después de las tres de la tarde serás la nueva comandante de este reino, espero puedas llevarlo sin problemas.

—No te preocupes, sé lo que hago, y ya te lo dije, me siento preparada.

Federick se acercó a la cara de la princesa Rissellote.

— Oíste bien, ¿No es así?, mañana a las tres tu cabeza se separará de tu cuerpo.

   La princesa solo asintió lentamente, sin dejar de mirar el suelo.

Un chillido se escuchó del mueble de habían pasado y cayeron dos libros más.

—Este lugar me está dando mala espina, salgamos de aquí luego— comentó el rey.

—Tranquilo Federick, solo debe ser una pequeña está escondida— le tranquilizó Fernanda.

—Damm...— se escuchó susurrar de Risellote.

—¿Dijiste algo?—preguntó Federick enojado.

  Risellote negó con la cabeza. El rey le golpeó con una cachetada.

—No quiero que vuelvas a hablar.

   No tardaron en llegar a los calabozos y la dejaron ahí sin comer. La vida de la malvada princesa llegaba a su final. Federick salió inmediatamente. Fernanda se quedó observando a la princesa.

— ¿Por qué?— preguntó Fer.

—No preguntes el por qué, es el destino, recuerda que cada instante de tu vida te ha traído hasta este momento.

   La mujer se dió media vuelta y dejó encerrada a la princesa.

Conflicto de los reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora