Capítulo seis.

39 9 0
                                    




Como las noticias vuelan, no tardó mucho para que esta llegara a Ebius. La reina Isabela y el rey Bartolomeo se encontraban almorzando en el gran comedor.

-Así que, ¿ya oíste lo del hijo de los reyes de Isúh?, creo que el nombre del príncipe es Federick

-Sí, la noticia se esparció muy rápido por todos los lugares.

Siguieron comiendo, el rey tomaba un vino de muy buena calidad y la reina solo un vaso de agua con menta.

-Dime, ¿qué piensas de tener un hijo?

- ¿Nosotros?, ¿para qué querríamos un hijo?

-Para que reine en el país a futuro.

- Y dime, ¿si es una chica?

-También podría hacerse cargo.

-Me niego a que una mujer gobierne, a excepción de ti, pero eso es porque te convertiste en mi esposa, así que lo único que reinará aquí en primera instancia serán hombres.

-Pero, amor, piénsalo, no te estarían arrebatando en reino como en otras ocasiones, sino que esta vez lo estaríamos cediendo.

-Ya te dije que no dejaré que una princesa reine aquí, además, ¿te estás escuchando?, punto número uno, si es chica, le quitarían fácilmente el reino, no les costaría nada matarla, si es hombre, pasaría igual, solo que tendrían más miedo de matarle.

- ¿Por qué piensas así?

- Este ha sido un reinado en donde el poder se arrebata, si no somos nosotros, él o ella tendrá el destino de morir, no quiero que pasen por aquella desgracia.

-A veces no me gusta como piensas.

- Lo siento, pero así es la realidad, sabes que los hombres son más respetados, no es que yo lo quiera así, solo me preocupo por el destino del bebé que alguna vez quieras tener, estaría condenado por ser de la familia real.

-Aún así me gustaría tener un bebé.

-Y tal vez, ¿verlo morir o saber que morirá para que algún inepto tome el país?, estamos bien los dos por ahora, ¿por qué no pensamos en otra cosa?, por ejemplo, hoy te ves espléndida y hermosa amor, y el plato de comida, que decir, cuando supe que entraste a la cocina forzosamente creí que comerías sin mí, y eso me rompía el corazón, pero luego, tu quisiste el día de hoy hacer el almuerzo para ambos, y esa ruptura que se había hecho, tú le pusiste un vendaje y volvió a ser como antes, te quedó delicioso.

La reina lo escuchaba atentamente y con los ojos brillantes.

- ¿En serio?, ¿está delicioso?

-Yami ñam, podría comer esto todo el día.

- Para eso tienes la boquita amor.

- También para comerte, ñam, ñam, ñam.

Pasaron la tarde riendo y paseando por la ciudad en su lujoso carruaje, en la noche, el rey durmió plácidamente pensando en que la reina se le había salido de la cabeza en tema de quedar embarazada.

Conflicto de los reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora