Capítulo catorce.

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   En el año 1443 el reino de Meiru estaba pasando por malos tiempos. Últimamente hacía mucho calor, y llovía poco, sus ríos se iban secando. Esto preocupaba a los reyes, pero decidieron poner en marcha un ahorro de agua por la sequía.

   En un pueblo campestre alejado de la ciudad real, vivía un grupo de familias a las cuales no le faltaba comida ni agua jamás, pero eso era fruto de sus esfuerzos, eran honrados campesinos, pero lamentablemente también estaban siendo azotados por la crisis.

—Hija...

—Sí madre, iré a buscar el agua— respondió una chica de veinte años de edad.

— ¿Cómo sabes lo que te iba a pedir?

—Mamá, se por lo que está pasando todo el reinado, recuerda que sé leer y escribir muy bien, así que la información de los papeles que hay repartidos por el pueblo los puedo descifrar.

—Eres una chica muy inteligente, ¿por qué decidiste aprender tan bien esas dos cosas?

—Para poder mejorar, quiero ser una gran persona, tu ya me has educado bien, pero lamentablemente no sabes leer ni escribir, al igual que pá, el tampoco puede hacerlo.

—Estamos ambos muy orgullosos de ti, ahora si puedes, ve por el agua mi amor.

La chica salió de la aldeita y siguió un sendero en medio del bosque. Iba caminando distraídamente y tropezó con una piedra, lo peor, es que en frente de ella había una bajada de colina, y fue rodando y rodando hasta que se golpeó fuertemente con un antiguo y viejo árbol que había ahí en medio. El árbol al parecer era sagrado, había figuras y velas hechas de grasa de animal.

Una extraña silueta que pasaba por ahí, para ver el gran árbol la vio, la tomó en sus brazos y se la llevó a una cabaña no muy lejana de ese lugar.

Conflicto de los reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora