Conflicto de los reinos

Capitulo diecinueve.

   Año 1445. En el reino de Meiru algo malo estaba ocurriendo, el rey Alfonso se encontraba grave, al parecer tenía una potente enfermedad que lo debilitaba día a día. La reina se lo pasaba a su lado, cuidándolo, amaba mucho a su marido.
   Un día el rey sabía que necesitarían a alguien que pudiera gobernar en su lugar, y como estaba acompañado por Draco, lo mandó a buscar a su sobrina en un pequeño pueblo en las afueras, Draco aceptó gustoso el encargo que le había hecho el rey.
   Tomó un carruaje y se fue rápidamente, pasaron aproximadamente ocho horas y llegó donde el rey le había indicado, una casa pequeña, de madera, muy rústica, pero que se podía diferenciar del resto por su hermoso jardín de flores que ninguna otra casa tenía. Cruzó el gran jardín y golpeó a la puerta.
Salió a atender al joven una señora ya de edad. Le preguntó animosamente.
—¿Necesita usted de algo, joven?

—Algo así, ¿podría saber si aquí vive la señorita Franchesca?

—Mi hija se llama así, supongo que la está buscando a ella, venga pase.

Ambos entraron a la casa, Draco se sentó en un banquito de madera y la señora mientras que la señora llamaba a su hija, quién bajó en compañía de su amiga.

—Buenas tardes— dijo sonriendo Franchesca.

—Hola, dijo tímidamente Adelaine.

—¿Son sus hijas?

—Solo la de pelo negro, la otra es una amiga que conoció...

—Esta chica tiene un extraño cabello, curioso, me intriga, y su hija señora, debo admitir que es muy hermosa, digna de ser la nueva reina.

—Espera un momento, ¿¡Qué!?— exclamó la señora.

— ¿No lo sabe señora?, según el rey, su hija es la sobrina, y ya debe estar en edad suficiente de madurez para hacerse cargo del reino de Meiru, además nuestro soberano no está muy bien de salud que digamos.

—No puede ser, ¿seguro que esto no es una equivocación?
  
   Entró el hombre de la familia a a la casa, venía cargado con mucha leña.

—Buenas tardes, papá— dijo alegre Franchesca.

—Buenas...— el hombre miró al chico— y este pequeñín, ¿qué hace por aquí?
—Vengo en busca de su hija, se hará cargo del reino y no soy pequeñín ya paso las dos décadas de edad.

—Eso significa que el rey está mal, ¿o me equivoco?
  
   La mujer miró indignada a su marido.

— ¿Lo sabías?—preguntó molesta la mujer.

   El hombre solo guardó silencio.

—Lo sabías Rogers, no me vengas con mentiras.

—Está bien, si, mi hermano Alfonso es el rey, cómo no obtuve el poder por ser el menor, simplemente dejé el castillo y a mí familia, pero, ya formé una nueva y...
—Señor, se nos acaba el tiempo, ¿Podemos llevar a su hija?

—¿Qué dices Sussy?, ¿Le dejamos en sus manos el reino?

—Que vaya, pero es peligroso que lo haga sola, Adelaine irá con ella.
  
Draco frunció un poco el ceño.

—Este fenó...— una fuerte cachetada por parte de Franchesca le hizo callar.

—Ni pienses hablar así de esta chica, ella será mi consejera y que no se diga más.

—Pero, su pelo, es blanco, podría ser una...
  
  Otra cachetada le calló nuevamente, así que desde ese momento se fue silencioso el resto del camino mientras escoltaba a las chicas a la ciudad central de Meiru.

Cuando llegaron, el rey había fallecido ya. La reina le cedió rápidamente el puesto a Franchesca, el castillo y el reinado pasaron a ser de ella y Adelaine se volvió su mano derecha.
   Al parecer se habían intercambiado hogares, pues la ex reina Valen, se fue a vivir con Rogers y  Sussy al rústico pueblito.
   Todos recibieron de buena forma a la nueva reina, muchos de los sirvientes y soldados se enamoraron de su grandiosa belleza y hermoso pelo negro, que ninguna chica podía igualar.