Capítulo trece.

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  Finales de Noviembre de 1442, la princesa estaba vestida con un vestido completo de color amarillo, hablaba con uno de sus guardias en ese momento. Era mediodía y el cielo estaba soleado.

—Querido Bang, estoy aburrida, ¿hay algo para hacer el día de hoy?

— Hemos terminado ya con todos los deberes del día, es decir, que usted prince... digo querida reina, tiene el día completamente libre.

—Dime princesa, no me molesta, y entonces como terminamos con  todo,dime, ¿me acompañarías a dar un paseo por la ciudad?

—Encantado, su majestad, voy por su mejor caballo.

—Déjalo, me encanta mi yegua, Elizabeth, pero, esta vez, demos un paseo a pie, así conocemos la ciudad y sus habitantes, si te das cuenta, yo no salgo mucho del castillo y me gustaría conocer más los alrededores.

Dejaron ambos la habitación y el castillo, caminaron y caminaron, todos elogiaban y se sorprendían al ver a la princesita. Tanto caminar llegaron a un lugar vulgar y lleno de indigencia. La princesa corría peligro y Bang decidió devolverse junto a ella. La princesa no se movió, había un chico rubio, parecía ser de su edad, estaba desnutrido y moribundo. Risellote se acercó a él.

— ¿Estás bien?

El chico veía borroso, sonrió por sentir una amable voz preocupándose de él.

— ¡Hey!, contesta, ¿no oyes que la reina te habla?, ponte de rodillas.

— No lo trates así, Bang, mira como está, debemos ayudarle.

—Pero, su majestad, él es un...

—¿Mendigo?, sí, eso es lo que soy— dijo en desafiante voz baja.

La reina sacó un trozo de pan y un poco de agua y se las dio al chico.

— ¿Cómo te llamas?

—Gracias, su majestad.

— Wow, que nombre más raro, ¿estás seguro que es ese?

— Idiota, soy Erick

El caballero le dio una fuerte patada en las costillas, el pequeño lanzó un grito de dolor.

— ¿¡Cómo te atreves a dirigirte así a la reina!?

— Ya déjalo, ¿no ves que está sufriendo?, además no me molestó, yo empecé de todas formas.

—Pero le llamó idiota, su majestad.

—Tal vez se estaba dirigiendo así,pero ¿qué quieres?, ¿matarlo?

—No, princesa, digo reina, perdóneme.

Risellote se dirigió al chico.

— ¿Estás solo?

—Sí, estaba acompañado por mi abuelo, pero él murió hace más o menos un año, he tratado de sobrevivir aquí, pero no sé cuánto tiempo más pueda aguantar vivir en la miseria.

—Irás con nosotros al castillo.

—Su majestad, ¿está bien de la cabeza?, ¿sabe lo que está diciendo?, vivirá gratis en el castillo.

— ¿Quieres que te mande a decapitar soldado?, no estará gratis ahí, trabajará como sirviente para nosotros.

Bang desenfundó la espada rápidamente.

—Diré que la asesinaron aquí e intenté protegerla princesa, el cargo será mío, solo mío, imagina, ya deberías decirme rey Bang, arrodíllate antes mí.

Risellote retrocedió, pero el caballero ya estaba muy cerca de ella, levantó la espada y en ese momento una roca dejó algo desorientado a Bang, fue Erick quien la lanzó.

— Primero mataré a este pequeño y luego a usted majestad— se puso en frente del niño— mocoso malcriado esa piedra me dolió— levantó nuevamente su espada y esta vez una lanza atravesó el corazón de aquél soldado.

— Maldito traicionero.

— ¡Lissandro!, muchas gracias por salvarme.

—No hay de qué princesa, ese es mi trabajo, y, ¿ese niño?

—Será un nuevo sirviente en el castillo, su nombre es Erick.

—Un gusto conocerte pequeño, ahora volvamos, princesa, deberías tener más cuidado.

—Sí, lo haré, y una cosa más, no volveré a hacer algo bueno por nadie ya, a ese soldado lo saqué yo misma de la miseria...

Conflicto de los reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora