El principio del todo.

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Ya es de día, juzga Marcos al ver entrar el sol por las rendijas de la persiana. Anoche se quedó hasta tarde despierto pensando en cómo sería su nueva vida en aquel internado al que su abogado, les había metido. Desde que sus padres desaparecieron, Paula no jugaba, se sentaba en el escalón de la entrada y decía que estaba esperando a que sus padres llegaran. Pero nunca venían. A Marcos no le gustaba nada la idea de marcharse de su casa, pero pensó que quizá le venía bien a su hermana tener nuevas amigas y olvidarse un poco de lo que había pasado.

Nuestro abogado, Mario Torres, aparcó su coche. No era mal tipo, siempre estuvo en todo momento con nosotros. De hecho es el padrino de Paula. Era lo más parecido a un padre, hasta que llegásemos a ese lugar en el que conoceríamos a nuestro verdadero tutor legal. Un tal Héctor de la Vega. ¿Cómo un hombre que no nos conocía de nada, iba a ser como nuestro padre? –Piensa Marcos.

-¿De verdad que no podemos quedarnos contigo? –Dice Marcos.

-Sabes que no. A tus padres, les hubiese gustado que estudiarais ahí. Es un buen sitio, confiad en mí. –Dice el abogado.

-No entiendo por qué mis padres querrían que estudiásemos en un internado.

-No tenéis más familia. No hay otra opción. Además, os vendrá bien olvidaros de este lugar por un tiempo. Cuando seáis mayores, ya decidiréis lo que hacer, pero mientras tanto, tenéis que iros a ese internado.

Mario, terminó de meter las maletas en el coche y se montó. Lo mismo hicimos nosotros. El viaje se me hizo eterno, ese internado estaba demasiado lejos de la ciudad de Madrid. Pero ya habíamos llegado, por fin. –Pensó Marcos.

-¿Esta va a ser nuestra casa? –Pregunta Paula, agarrando a su hermano de la mano.

-Sí, Paula. Lo será hasta que tengamos la edad suficiente y nos podamos ir.

-Buf, entonces, a mí me queda mucho tiempo. Sólo tengo seis años.

-Verás cómo se nos pasa volando.

Vi como ese passat llegaba al aparcamiento del internado. Era un coche lujoso, con las lunas tintadas. Sabía que eran ellos. Estaba nervioso, no sabía muy bien cómo actuar. Por fin, los iba a conocer. –Pensó Héctor. Que estaba en la puerta esperándolos.

-Buenos días. Soy Mario Torres. El abogado de la Familia Novoa Pazos.

-Buenos días. Yo soy Héctor de la Vega. El director de este internado y el guardián de todos estos alumnos. –Dice señalando a todos los niños que corretean por el patio.

-Y ahora, el tutor legal de Marcos y Paula.

-Sí...¿Qué tal se han tomado la noticia?

-Paula, todavía no sabe mucho. Marcos está empecinado en que sus padres no están muertos. Aunque parezca un tipo duro, es todo corazón. Lo irás viendo con el tiempo.

-Eso espero. Nunca antes había tenido tal responsabilidad.

-Siempre tiene que haber una primera vez.

Dos semanas antes.

-Héctor, un tal Mario Torres está preguntando por ti en la entrada. ¿Le digo que pase? –Dice Jacinta.

-¿Visita? No tengo ninguna visita a esta hora. –Dice Héctor, mirándose el reloj. –Déjalo pasar, puede ser importante.

-Hola, buenos días. Perdón que venga sin cita previa, pero lo que le voy a pedir es algo muy importante. –Dice Mario, dándole un apretón de manos.

El Internado.Where stories live. Discover now