La vida es eso.

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Sandra ha conseguido pegarle con un candelabro en la cabeza a Camilo, por lo que puede salir. Lleva días sin saber dónde tienen a su hijo Samuel, pero piensa que si sale cuanto antes de ahí y avisa de todo esto a la policía, todo acabará.

Coge a Camilo y lo mete en la cama, a juzgar por las horas, el médico que lleva varios días visitándola, no tardará en llegar. Lo ata para que no se pueda escapar. Cuando pone un pie fuera de la habitación, ve todo oscuro, no sabe muy bien por dónde ir, eso es demasiado grande y hace muchos años que estuvo ahí. Intenta recordar todas aquellas veces que se metía en esos pasadizos para encontrar a su hermano, pero parece que todo ha cambiado. Todo menos esas escaleras. Las recuerda al instante y sube hacia ellas.

Consigue salir de allí, pero no sabe hacia dónde ir. Corre y corre con la esperanza de llegar a la carretera antes de que sepan que se ha escapado. Hace autostop y para un coche. En un principio, tiene miedo, porque no sabe si son ellos o alguien cualquiera.

-¿Necesita ayuda? –Dice Saúl.

-Sí, por favor. Me he escapado del internado. Me han tenido secuestrada, puede parecer increíble, pero es la verdad. –Dice desesperada.

-Te conozco, Irene. Sube, yo te esconderé.

Sandra no consigue confiar mucho en ese hombre, pero parece es la única forma de salir de ahí.

-¿De qué me conoces?

-Sé toda tu historia. Sé que tus hijos están en el internado y también sé que eres muy valiosa para algunos en el internado.

-¿Por qué? ¿Por qué nos hacen esto?

-Eres genéticamente perfecta, rubia, con los ojos azules, con un coeficiente intelectual de ciento cincuenta y dos. ¿Algo más? No te preocupes, estarás a salvo. Por el momento, solo puedes estar escondidas, por lo menos hasta que mis hombres finjan tu muerte y los del internado dejen de buscarte.

-Pero, mis hijos volverán a pensar que estoy muerta.

-No te preocupes, tus hijos sabrán la verdad. Pero tienes que tener paciencia.

Llegan a una gran casa. Con toda clase de lujos, mucha comida, pero falta algo, su hijo Samuel. Está muy arrepentida de haberse ido y haberlo dejado.

-Fermín, tengo a Irene. Está en el sitio de siempre. Tienes que conseguir sacar de ahí a Samuel y traerlo con ella. Será la única forma de tenerla tranquila. –Dice Saúl.

-Intentaré hacer todo lo posible. –Dice Fermín, que está en la cocina.

-Y otra cosa más, por favor cuéntale todo a Marcos. Pero que no diga nada. –Dice Saúl.

Fermín que estaba al lado de María, se aleja para que no oiga nada de lo que está diciendo.

-¿Qué pasa? ¿Qué tienes secretos? –Dice María.

-No empieces, María. Tú también tienes secretos y yo no te digo nada. –Dice Fermín.

-Por qué no son los mismos secretos.

-¿Y? Yo podría juzgarte por no querer contármelos a mí, pero sí a Héctor, ¿No?

-Héctor es el director del colegio. Él puede despedirme y lo sabes.

-Mira, yo no me voy a meter en tus cosas, tú no te metas en mis cosas. –Dice en tono desafiante.

María se queda desconcertada. Unas veces tan amable y cariñoso y otras, parece otra persona. Se queda pensativa, cuando aparece Héctor.

El Internado.Where stories live. Discover now