Ángeles y Demonios

Diez

—Hoy te vez radiante Marinette ¿pasó algo?

Estaba con Alya, quien la había citado en una heladería cercana a su hogar. No quería que Marinette volviera a su vida de ermitaña, además de que le tenía una gran noticia.

—Nada en particular. —contesto ella con una pequeña sonrisa.

Luego preguntaría el porque de su sonrisa.

—Oye Marinette ¿tu crees en los héroes? —susurró Alya como si de un secreto se tratara.

—¿Héroes? ¿De los que vuelan y lanzan rayos láser por los ojos?

—No exactamente... Verás, anoche, una mujer, víctima de asalto dijo que estaban a punto de abusar de ella, pero que de la nada alguien salto de uno de los edificios de ese callejón y la salvó. Ella dijo que era una persona pero que tenía los ojos iguales a los de un gato.

—Chat. —murmuro Marinette sorprendida.

—¿Sabes como se llama? ¿Ya lo conocías? —la azabache asintió lentamente —¿Cómo lo conociste? ¿Desde cuándo?

La avalancha de preguntas no se hizo esperar por parte de su amiga.

—En realidad lo conocí anoche y se llama Chat Noir, eso es lo único que sé.

—¿Y te volverá a visitar? —los ojos de su amiga brillaron de la curiosidad.

—Ah... No. Fue a dar a mi balcón por accidente.

Si le decía la verdad seguramente Alya haría una pijamada en su hogar y no se iría hasta encontrarse con Chat. Y no quería eso, no por ser egoísta, sino que conociendo a su amiga la humillaría contándole cosas vergonzosas sobre ella al felino y conociéndolo, obviamente él se burlaría.

—No me estas diciendo la verdad niña —habló la morena con severidad.

—Allá tu si no me crees.

Con eso dejó el tema por zanjado. 

—Marinette hoy vendrá Nino y quiero que nos acompañes, no quiero que me dejes sola.

—Por favor Alya, no seas infantil. No me quedaré con ustedes, no pienso ser la tercera rueda.

—No lo serás, porque invite a alguien más. —sonrió coqueta, Marinette suspiró con congoja al ver nuevamente esa sonrisa que siempre la metía en problemas —Es el modelo rubio. Por cierto, no me dijiste lo que sucedió cuando estuvieron en el baño. Y no digas que nada porque pasaron mucho tiempo allí dentro.

—Uh. Nada en realidad. Hablamos un poco sobre mis diseños y ya.

—Sí, claro.

Escucharon la campanilla de la puerta anunciando que alguien había entrado al lugar, Alya sonrío al ver a su novio acompañado del rubio quien posó su mirada sobre Marinette. La aludida se puso rígida en su asiento cuando sintió la penetrante mirada que quemaba su espalda.

—Chicas ¿Qué tal? —saludo el moreno, besando a su novia —Te extrañé nena.

—Pero si solo apenas ayer nos vimos —sonrío Alya volviendo a besar a su novio.

—Si, pero te extrañé. —La pareja comenzó a reír y el moreno se sentó a un lado de Alya.

El momento se torno incomodo para los otros dos que se encontraban mirando hacia todos los lados menos a sus rostros.

—Oye viejo toma asiento, no crecerás mas si te quedas parado. —dijo su amigo.

—Además ya estas muy alto como para querer crecer mas —añadió Alya —, toma asiento junto a Marinette.