Trece

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A la mañana siguiente todo se encontraba en silencio mientras Marinette dormía, la suave melodía de la radio matutina hizo que despertara de tan agradable lugar: su cama.

Se sorprendió al encontrarse en ella puesto que la noche anterior lo último que recordaba era encontrarse en los brazos de Chat. Tal vez el sueño la había dominado antes de llegar a su edificio y termino como estaba. Por si las dudas levanto la manta y verifico si estaba vestida.

—¿Qué haces?

Se sobresalto al escuchar al dueño proveniente de tal pregunta.

—Ah. Hola Alya —el hecho de encontrarla ahí era porque había dejado sus llaves a cargo de la morena y Marinette solo había tenido que usar una copia... desde hacía cinco meses —. No estoy haciendo nada raro si es lo que piensas. —se apresuro a decir.

—Me baso en los hechos. Y dejame decirte chica; que tu estabas haciendo algo raro.

Las mejillas de la azabache se tiñeron de un tenue sonrojo: No podía decirle que estaba comprobando si estaba vestida porque un hombre estuvo en su departamento la noche anterior.

—Emm... Yo... Es que tenia comezón en la pierna y quería ver que me había mordido. —soltó de sopetón.

Vaya, ahora Alya pensará que hay pulgas en mi hogar. — pensó Marinette.

El suspiro por parte de su amiga la saco de sus pensamientos: —Me estás mintiendo Marinette. Y vine por eso: quiero que me digas la verdad.

La seria expresión de la morena la asusto un poco, habían sido muy escasas las veces que se mostraba así de seria.

—No quiero que te enojes conmigo Alya, pero de veras que no puedo contarte. —se disculpo apenada.

—¿No puedes o no quieres? —se exalto ante las duras palabras de su amiga —Marinette, somos amigas. Puedes confiar en mí. Últimamente he notado que estas muy tensa, necesitas desahogarte. Prometo que te apoyaré en todo porque eres mi amiga.

Las palabras por parte de Alya hicieron que algo se oprimiera en su pecho. Apretó sus labios con fuerza mientras el escozor en sus ojos se hacia cada vez mas intenso.

De un momento a otro todos los recuerdos vinieron a ella. Desde el día en que conoció a Adrien en el cielo, ese día que jamás olvidaría. Los momentos felices que vivieron allí por poco tiempo, también cuando los guardianes descubrieron su amor prohibido y sin compasión alguna hicieron que se separasen por largo tiempo. El reencuentro con Adrien y su desprecio; todo, absolutamente todos los recuerdos fueron arrasados con vehemencia y cuando menos lo esperaba ya se encontraba en los brazos de su amiga llorando como jamás lo había hecho alguna vez.

Alya con la preocupación a flor de piel solo pudo abrazar a Marinette. Después de varios minutos el llanto fue disminuyendo hasta que toda la habitación quedo en silencio.

—Lo siento, lo siento, lo siento —repetía Marinette mientras se separaba de su amiga e iba por un pañuelo para limpiar su nariz.

—¿Por qué te disculpas Marinette? Ya te dije que necesitabas desahogarte, sea lo que sea que tengas guardado dentro de ti, te estaba afectando y mucho. Y entiendo si no me lo quieres contar, pero recuerda que siempre estaré para apoyarte.

—Me vas a hacer llorar de nuevo. —sonrío —Bien, te contare algo. Pero prometeme que no sé lo dirás a nadie.

—Estaba esperando a que me dijeras eso —y nuevamente ahí se encontraba el buen humor típico de la morena.

—¿Recuerdas a Chat Noir?

Los ojos de Alya se abrieron con sorpresa, era la primera vez que su amiga iniciaba una conversación cuyo tema principal incluía a un chico.

—Por supuesto que sí. ¿Qué hay con él?

—Ah... Bueno, en realidad te mentí cuando te dije que había caído por accidente en mi balcón. Aunque tampoco sé que motivo lo trajo aquí.

No podía decirle que Chat era Adrien, tal vez podría pintar un poco la verdad.

—¿Dime cómo se conocieron? ¿Como fue? Cuéntamelo todo. —la emoción arraigo por parte de Alya.

—Es simple. Yo estaba mirando películas, me entro el sueño y fue ahí cuando escuché los golpes en mi ventana. Me lo encontré en el balcón y... ¿Sabías que ese gato es muy descarado?

—¿Descarado cómo...? ¿En el buen sentido o en el malo? —ante la incertidumbre de la azabache decidió continuar —Bueno ya, que es un seductor, coqueto o un Don Juan.

—Eso y más. —resopló recordando la vez que conoció a ese gato negro en su balcón —No nos conocíamos y ya me hablaba como si nos conociéramos de años, quería que lo dejara pasar a mi departamento y obviamente le dije que no... Pero si lo miras de otro modo al final él se comporto de una mejor manera y eso me agrada, es gracioso y muy positivo.

—Positivo —repitió la morena con burla —. Ajá, ahora dime si anoche tuvieron un encuentro más.

El sonrojo de su amiga confirmo sus dudas.

—Sí. —susurró antes de que Alya la llenara de preguntas innecesarias — Como tu ya lo dijiste, me siento muy tensa últimamente y no fuiste la única que lo noto, él también.

—Uh chica, ya se hacia donde va esto —la sonrisa coqueta de Alya por unos segundos la hizo titubear.

—No es nada de lo que piensas. Me lleve un gran susto cuando lo encontré aquí dentro de mi apartamento. —recordó aquel suceso del día anterior —Me llevo a la Torre Eiffel, subimos hasta la cima, comimos galletas, me lancé de la torre, me rescato y volvimos a casa.

Alya estaba impactada por tal declaración, era como si fuera lo mas normal del mundo.

—¡Wow! Alto ahí niña. ¿Cómo que te lanzaste de la torre?

—Solo quería darle un pequeño susto y ya. —sonrió con inocencia.

—¿Y luego?—preguntó curiosa por más información.

—Me dejó aquí y se fue. Aunque en realidad no vi cuando se fue, me quede dormida.

—Ah... —todo estaba claro ahora pensó la morena —Así que te quedaste dormida. Dijiste que Chat Noir es un descarado —dijo haciendo énfasis en la ultima palabra —. O sea que cuando te vi mirando por debajo de la manta, en realidad comprobabas si estabas vestida. ¡Todo tiene sentido ahora!

Marinette no podía pronunciar palabra alguna por la vergüenza que estaba sintiendo.

Ahora entendía porque fue elegida la mejor reportera del mes.

Ángeles y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora