Doce

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Una vez mas Marinette escondía su rostro en el pecho de Chat, la vibración de éste le hizo saber que se estaba burlando de la cobardía de ella.

—No puedo creer que estés asustada —rió mientras desplegaba su bastón y apuntaba hacia el tejado de la casa contigua —. Ni siquiera hemos abandonado tu balcón.

—No me eres de mucha confianza, tonto. —admitió ella.

El felino por su parte subió a la barandilla del balcón y antes de saltar dijo: —¡Agarrate bien princesa!

Marinette apretó los labios con fuerza y clavo sus uñas en los hombros del rubio y con el corazón a punto de salirse de su pecho, se repitió una y otra vez que eso era común en Chat, no debía porque temer. Aterrizaron en el tejado; Chat rió con diversión al ver que la azabache suspiraba aliviada.

—Oh mi querida Marinette, esto apenas comienza.

Y sin más, salto y corrió sobre los tejados de las casas de París hasta que por fin diviso su objetivo: La torre Eiffel. Sonrió al verla, siempre le había gustado ese maravilloso monumento, sobretodo cuando se iluminaba en las noches.

—¿Llegamos? —pregunto anonadada por aquel entorno que le resultaba mágico. Jamás había tenido la oportunidad de ver de cerca la Torre Eiffel en la noche, era sumamente irónico, aunque no tanto si tenía en cuenta que vivía al otro lado de la ciudad y le tomaría mucho tiempo ir de su piso al monumento de París y regresar nuevamente a su hogar.

—Por supuesto que no. Subiremos. —agarro la cintura de la azabache y estuvo a punto de tomar su bastón antes de ser interrumpido.

—¿Por qué no mejor subimos por el elevador?

Era bastante obvio, aunque las personas estaban por montones esperando subir al pie del elevador así que tampoco era una buena idea.

—No iremos donde esta toda esa gente. Nosotros iremos un poco más arriba —sonrió complacido al ver la punta de la torre.

—¿Hasta allá arriba? —dijo Marinette levantando lentamente su cabeza —¡Eso es arriesgado!

—Claro que no. Será divertido. —miró a la chica, la cargó y comenzó a saltar.

Algunos espectadores se sorprendieron al ver tan hermosa escena: Una chica llevada en brazos hasta la punta de la torre Eiffel, no por algo se llamaba la ciudad del amor. Por fin llegaron hasta el pequeño y reducido espacio, en este se encontraba tendida en el suelo una manta con una cesta de comida.

—¡Voilà! — extendió sus brazos y sacudió sus manos satisfecho por su cometido —¿Qué te parece la vista?

—Vaya. Sin duda es... Es... Ah, no tengo palabras para describirlo —contesto anonadada por la maravillosa vista que le ofrecía la ciudad de París.

—Me alegra que te guste —respondió sentándose sobre la manta y la chica hizo lo mismo —Este es mi lugar favorito, ¿sabes? Y lo mejor es que nadie sube hasta aquí.

—¿Quién no amaría este lugar?

La conversación finalizó cuando la comida se sirvió, frutas, bebidas y galletas fueron vaciadas de la cesta, pero a pesar que los dos estaban en absoluto silencio, ninguno se sintió incomodo, mas bien el ambiente que emanaba de ellos era cálido y agradable. Después de unos minutos los dos se recostaron admirando las estrellas, no supieron si pasaron horas o minutos, pero se sentían bien y eso era lo que más les importaba.

—¿Chat?

—¿Si? —respondió adormilado. Por lo visto ya era demasiado tarde.

—¿Es cierto qué los gatos siempre caen de pie? O... Para ser mas específica, ¿Tú siempre caes de pie?

—¿A que viene esa pregunta, princesa?

Chat miro a Marinette y al percatarse de esto ella también lo hizo, se sonrojo por la intensa mirada que carcomía en su interior, nuevamente esa sensación tan familiar pero desconocida para él.

—¿Si o no? —insistió regresando la mirada hacía la noche estrellada.

—Por supuesto. —lo dijo con total confianza y algo de orgullo.

—¿Aún si llevarás algo más contigo? ¿Algo pesado?

—Supongo que sí. —respondió algo extrañado la pregunta de Marinette, tal vez el sueño ya le estaba afectando.

—Muy bien, entonces creo que es hora de irnos. —se levanto demasiado rápido haciendo que un leve mareo le impidiera seguir su camino.

—Oye, ten más cuidado. Podrías caerte. —Marinette asintió antes de ser tomada en brazos de Chat.

Bajaron hasta el balcón donde la gente se reunía para admirar la ciudad, pero ya era demasiado tarde y no había nadie, se asomaron a la barandilla de metal y se encontraron con el mismo panorama. Sonrió satisfecha y regresó a ver a Chat. Se subió y sentó en el filo de la barandilla con sus piernas colgadas y su corazón latiendo con fuerza dándole la espalda a la ciudad, esto alerto al felino de inmediato.

—Oye, ¿qué haces? — titubeó alarmado al ver como la chica sonreía y mecía sus piernas con diversión.

—Confirmo tus dudas.

Y sin más, se lanzo al vacío sin pudor alguno.

—Mierda —masculló Chat ante tal repentina acción por parte de la chica y no tuvo mas remedio que hacer lo mismo y saltar.

El viento azoto con vehemencia contra el rostro de Marinette, cerro sus ojos con fuerza y se abrazo a si misma con pavor, la verdad era que quería darle un susto al rubio por lo de esa tarde, pero sinceramente se estaba arrepintiendo por lo que había hecho. Esperaba el impacto porque ya era pasado varios segundos desde que se lanzó, pero se sintió algo aliviada cuando fue tomada por los fuertes brazos de Chat.

—¡Mierda princesa! ¡¿Es que acaso estas loca?! —gritó el gato mientras aún seguían cayendo.

—¡Solo quería asustarte un poco! —se abrazo al cuerpo masculino cuando él extendió su bastón y lo clavo en una de las aberturas de la estructura y dio una vuelta completa en el lugar aterrizando así, sin ningún rasguño.

—¡¿Un poco?! ¡Eso fue muy arriesgado! ¡Es mejor que no lo vuelvas a hacer o si no...! —reprimió las palabras en sus adentros.

¿Estaba furioso?

Se preguntó Marinette.

—Lo siento, no quise gritarte. Es solo que-

—No te preocupes, la verdad es que eso si fue un poco loco —el felino la miro con desden —, bueno. Bastante loco.

—Exacto. —dijo mientras abrazaba la delgada cintura de la chica — Es hora de irnos, ya es muy tarde.

—Chat. Debes admitir que fue gracioso y muy divertido.

Sonrió ante tal descarada declaración: —Si, y eso también.

Ángeles y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora