Dieciséis

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Las hojas caían de los árboles anunciando la llegada del otoño, Adrien siempre se sentía ansioso durante esta estación, era como si algo importante fuera a pasar pero no sabía qué.

Se encontraba caminando tranquilamente por el parque recordando con una sonrisa como había sido la noche anterior con la protagonista que últimamente inundaba sus pensamientos. Día, noche, durante el trabajo, en su tiempo libre; sea donde sea, la chica de cabellos azabaches invadía su mente aunque él no quisiera.

Suspiro una vez más perdiendo la cuenta de cuantas veces lo había hecho ya.

—¡Ey, Rubio! ¡Detente! —Obedeció la orden sin siquiera preguntarse si era a él al que llamaban.

Dio la vuelta para ver quien era la dueña de esa voz y se sorprendió al ver corriendo a la amiga de Marinette hacia donde estaba él, si recordaba bien; Alya era su nombre. Espero unos segundos a que la respiración de la morena se normalizara.

—Quiero hablar contigo. —la chica poso su mano en la cadera para dirigirse al modelo.

—¿Sólo por eso corriste de esa manera? —preguntó con sátira.

—En realidad es algo importante. Es sobre Marinette.

La sola mención de ese nombre hizo que le prestara suma atención a la chica tratando de que no se notara el interés que tenia por ella.

—¿Ah, si? ¿Qué hay sobre ella? No la he visto últimamente.

—Eres malo mintiendo. Tan malo que podrías igualar a Marinette. —lo miró mal antes de regresar a su objetivo —Sé que te has estado viendo con ella. Y dejame decirte que sea lo que sea qué hagas, le está afectando. Bastante.

Eso lo desconcertó, era verdad que si la notaba diferente a como la conoció en un principio, tan alegre e insistente. Pero no por eso quería decir que la culpa la tenía él. Todo lo que hacía era visitarla como Chat Noir y nada más. Tal vez tenía algo más oculto que no quería que nadie supiera.

—No sé de lo que estas hablando. La he visto; sí, pero no le he hecho nada malo. —eso era lo que creía él.

—Escúchame bien rubito. Si te metes con Marinette te metes conmigo, si le haces daño, te las verás conmigo ¿Está claro? —advirtió con tono amenazante.

—Más claro que el agua —sonrió incapaz de evitarlo por como la morena se mostraba furiosa cada vez más.

Alya se alejo del rubio y suspiro exasperada por la terquedad del rubio, en serio que se preocupaba mucho por su amiga. La última vez que la vio estuvo en sus brazos llorando, y ella consolándola por quien sabe qué.

—Esto es serio, Adrien. Ella no se siente bien —esta vez el rubio apretó su mandíbula ante la seriedad que estaba empleando la fémina —Me preocupa porque es mi mejor amiga, ella sabe que puede confiar en mi y aun así no me ha dicho nada. No sé porque esta así, la última vez que fui a verla no pude hablar con ella porque se la paso llorando toda la tarde.

Aunque Adrien trataba de encontrar una respuesta a todo eso que le había dicho no podía, simplemente porque no sabía la causa del por qué Marinette se sentía de esa manera.

—¿Sabes? Hay secretos que incluso no puedes contarle ni siquiera a tu mejor amigo ni a nadie. Aunque eso te oprima por dentro te es imposible poder contarlo por el simple hecho de que puedes desilusionar o decepcionar a las personas que son importantes para ti.

Alya negó con tristeza disconforme con lo que él le había dicho: —Solo quiero que ella este bien.

—Todos lo queremos.

Ángeles y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora