—¿Estás seguro que la dejamos aquí? ¿Y si fue a los baños? O tal vez se fue —Chloe cubrió su boca fingiendo sorpresa tratando de sacarle una sonrisa al rubio, pero estaba claro que eso no funcionaria, hasta creía que ni siquiera la había escuchado por lo preocupado que buscaba algún rastro de la azabache entre las mesas del lugar —Oye Adrien, ¿por qué no le llamas a su celular?Como si su cabeza hiciera clic, el modelo saco del bolsillo del pantalón su celular y buscó en su lista de contactos el nombre de su princesa.
Una, dos, tres veces que marcó a su número y solo lo mandaba al buzón.
Habían traído la comida después de diez minutos y se sorprendieron al no encontrar a Marinette en la mesa donde la habían dejado cuidando sus cosas.
Sus cosas. En los asientos de la mesa solo estaban el bolso de la rubia y su chaqueta, nada más.
Deseaba salir corriendo y transformarse en Chat Noir e ir rápidamente al departamento de Marinette pero estaba junto a su amiga y teniendo en cuenta que pronto oscurecería, su deber era llevar sana y salva a Chloe a su casa. Volvió a insistir al celular a ver si esta vez tenía suerte.
Mientras tanto, la rubia tomaba su bolso y de él cayeron las llaves de su casa, bufó y se agacho tanteando bajo la mesa, mientras las tomaba se sorprendió al ver que debajo del asiento donde estuvo Marinette había un papel mal doblado, lo tomó y aún arrodillada lo desdobló, levantó sus cejas incrédula al ver que era un retrato de ella.
¿Por qué Marinette tendría un retrato mio? —se preguntó la rubia.
Aunque debía admitir que el dibujo estaba bastante bien elaborado, en definitiva habían capturado su esencia, se dijo. Lo estudió más a detalle y cerca de la esquina de la hoja había unos garabatos que parecían ser una firma, acercó el retrato más a ella tratando de leer el nombre del artista y un sonrojo surcó sus mejillas al saberse retratada por un hombre.
Nathaniel K.
Dobló nuevamente el dibujo, pero esta vez de una mejor manera y lo guardo en su bolso. Poniéndose de pie como si nada hubiera pasado pero aún sintiendo como sus mejillas ardían, decidió que investigaría más sobre el dueño de su retrato preguntando a Marinette. Porque no dudaba que la azabache conociera al artista.
—Debemos irnos —asintió y siguió a su amigo hasta salir del centro comercial —. Ya llamé a un taxi, te llevará a tu casa y nos-
—¡Espera! —lo corto antes de que terminara de relatar su plan —Yo también quiero ir a ver a Marinette. —Adrien iba a intervenir pero de nuevo habló, quería ir, no mentía cuando decía que se sentía preocupada —Ella es mi amiga y quiero ver como esta, o si se encuentra bien. No puedo evitar sentirme culpable y me sentiré mejor cuando la vea. Nos iremos en el taxi que llamaste.
—Chloe, no creo que sea buena idea —y además si iban en el taxi, se demorarían más en llegar que siendo Chat Noir.
Lo malo era que su amiga nunca aceptaba un no por respuesta y no quería que se pusiera histérica o que discutieran de nuevo, no le quedaba de otra que aceptar.
—Esta bien te llevaré —pudo jurar que vio a la rubia dar pequeños brincos después de decir eso.
Luego de un par de minutos llegó el taxi y se dirigieron al edificio de la azabache. Pagaron y subieron corriendo por las escaleras gracias a que el elevador estaba fuera de servicio. Una vez estuvieron frente a la puerta de la chica Adrien golpeó repetidamente sin obtener respuesta, regresaron a la recepción y el portero les dijo que ella había llegado no más de cinco minutos atrás.
—¿Y ahora que hacemos? Es obvio que no nos quiere ni ver. Lo cual es raro porque no le hemos hecho nada para que actúe así.
A él también le parecía raro, pero ahora lo que más quería era verla y preguntarle porque se comportaba así, mientras la besaba hasta el cansancio.
—Escucha Chloe, tengo una idea. Pero necesito que por favor te quedes aquí y no preguntes el porqué —la rubia frunció el ceño sin entender nada de lo que su amigo le decía —. Yo me iré por unos minutos, pero prometo volver.
—¿Qué? ¿Irte?. No comprendo, si tanto quieres verla ¿por qué quieres irte?
—Por favor Chloe, solo quédate aquí. —se estaba exasperando, solo quería irse, transformarse y llegar al balcón de su princesa lo antes posible.
Dando un exagerado suspiro Chloe se fue a sentar a una de las sillas de la recepción y sin decir nada tomó una revista y siguió leyendo sin siquiera regresar a mirarlo.
Con una sonrisa, se apresuró a salir del edificio y corrió hasta llegar a un callejón y convertirse en el afamado héroe de París. Trepó hasta llegar al balcón de su princesa y tal fue su sorpresa al descubrir que la puerta corrediza no cedía. Dio tres suaves golpes como la primera vez y nada sucedió. Lo volvió a hacer y de nuevo nada.
—Princesa. Abre. —se sentó en el piso, apego su frente y una de sus manos al vidrio —Por favor, se que estas ahí. Dime que es lo sucede.
No entendía lo que le pasaba, cuando fueron al cine creyó notar algo raro en ella y sus dudas se aclararon por como estaban pasando las cosas justo ahora, quería que le contara que era lo que le sucedía, pero también debía respetarla si no quería decirle nada, estaba en un gran dilema.
Si quisiera ya estaría dentro de la estancia, pero simplemente no deseaba perturbar más a la chica.
—Marinette, solo quiero ayudarte. Por favor, déjame ayudarte.
El lugar estaba a oscuras, pero gracias a su vista pudo ver la silueta femenina moverse por la pequeña sala y llegar hasta la puerta corrediza y sentarse justo frente a él, intuyó que ella también vio su silueta a través de la cortina gracias a la luz de la luna.
—Princesa —susurró algo aliviado.
—Es horrible —se estremeció al escuchar la voz quebrada de Marinette —. No entiendo por qué me hicieron esto.
—¿De qué hablas, princesa? ¿Alguien te hizo daño? —preguntó apresurado y deseando poder matar al causante de las angustias de la chica.
No obtuvo respuesta, solo escuchó los suaves sollozos, se puso de pie y trató de correr la puerta sin éxito alguno.
—¿Dime quien te lastimó?. Te juro que mataré a-
—¡Vete de aquí, Adrien! ¡Tú y Chloe son unos traidores! ¡No necesito nada de ustedes! ¡Nada!
Fue como si un balde de hielo le cayera encima, Chloe y él. No lo entendía, no entendía para nada lo que pasaba y necesitaba respuestas, ya.
—Marinette, abre la maldita puerta ahora.
Forzó una vez más logrando por fin abrir la puerta y no le gustó para nada lo que encontró.
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Ángeles y Demonios
FanfictionUn amor entre un ángel y un demonio, un amor prohibido que si algún día fuese descubierto, las consecuencias serían ciertamente desastrosas. Pero a ellos eso no les importaba, solo vivían el momento. Miraculous AU*