Veinticuatro

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Por fin lo había decidido. Después de todo lo que habían pasado juntos y aunque había sido poco tiempo desde que se conocieron, nada le importaba lo que los demás dijeran. Así que ahora, después de aquel beso en el balcón, dio un profundo respiro haciendo que Marinette lo mirara enarcando sus cejas.

—¿No te gusta como beso? —le preguntó con diversión en su voz.

Era una pregunta estúpida. A él le encantaba cada vez que tenían un mísero roce con ella. Sin responderle, una vez más presionó sus labios con los de ella sonriendo cuando sintió como la lengua de su princesa empujaba sus labios, recordando la vez que se besaron en los baños. Divertido cedió, y cuando por fin sus lenguas se encontraron, cada uno exploró la cavidad bucal del otro.

Ambos sintieron como a pesar del frío de la ciudad el ambiente comenzó a volverse cada vez más sofocante, se separaron y dieron cortos besitos antes de mirarse sonrojados y sonreír tontamente.

Adrien aclaró su garganta, apreciando nuevamente la belleza de la chica bajo la luz de la luna.

—Sé que esto es muy... precipitado, no quiero que te sientas presionada. Respetaré tu decisión... Lo que intento decir es-

Cuando menos lo esperaba los labios de Marinette interrumpieron sus palabras, había pensado lo que le diría y le pareció sencillo, pero al momento de dejarlas salir era como si su lengua se trabara tratando de jugarle una broma. Sorprendido se separó de ella luego de terminar el beso.

—Sí quiero.

—Pero si ni siquiera sabes lo que te iba a pedir.

—Eres muy predecible —sonrió divertida al ver consternado al modelo —. Y digo que sí.

—Supongo que dices que sí a una noche de pasión en tu balcón bajo las estrellas. Por que era eso lo que te iba a pedir.

Ahora era Marinette la que estaba consternada, se veía tan serio al decir tal locura que por un momento le creyó y se asustó, lo quería; sí, pero aún no se sentía lista para llegar a ese nivel.

Adrien resopló y tomó las manos de la chica para llevárselas hasta sus labios y darles suaves besos a cada una de ellas.

—Me dices que sí a ser mi compañera y aliada, a estar siempre a mi lado y yo al tuyo, a compartir nuestros buenos y malos momentos, a apoyarnos mutuamente, a aceptar cada uno de nuestros defectos y virtudes, y a querernos y amarnos por lo que resta de nuestras vidas.

Solo veía como a cada una de sus palabras ella asentía mientras ambos sonreían. Después de su declaración ambos apreciaron un rato más las estrellas y se fueron a dormir juntos, no sin antes dejar una manta sobre su amiga.

***

En un lugar más alla de la tierra se encontraban reunidos cinco guardianes quienes estaban a cargo de custodiar la tierra, ellos estaban sentados en un orden que demostraba quienes eran los de rango más alto al más bajo, pero aún así no menos importantes. Por la gran puerta del inmeso salón entraron dos de los aprendices de los guardianes de mayor rango. Realizaron el saludo y esperaron a que sus superiores les peemitieran hablar.

—¿Y bien? ¿Cómo van las cosas con los dos? —habló uno de ellos.

—El ángel y el demonio se volvieron a juntar. —dijeron los dos aprendices al mismo tiempo, ellos eran los encargados de vigilar a cada uno de ellos.

Ángeles y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora