Parte 1 - Un Cigarrillo, un taco

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Aurora caminaba por la calle, pensaba en los cambios que estaba dando su vida y en todo lo que se le avecinaba a la vuelta de la esquina, estaba recién divorciada, sus hijos de 19 y 17 años vivían con su padre, se sentía libre, distinta y con un aire de superioridad por estar justo donde quería, era feliz a pesar de las lágrimas recientemente derramadas, aprendió en poco tiempo que los cambios eran para mejor.

Se veía más joven de los 43 años de vida que tenía, la libertad reciente la había rejuvenecido, ese martes de verano, había decidido tomárselo para ella, caminaba con unos jeans, franela y unos zapatos deportivos clásicos, que la hacían ver jovial y firme ante la vida.

No esperaba que le pasara nada extraordinario, solo quería vivir. La vida de esa mujer de intensos y profundos ojos cafés, cabello como cascada que desembocaba al final de la espalda había sido buena, a los 20 años se casó enamorada, con Fernando, un hombre 10 años mayor que ella, que le fascinó al momento, la cautivó con la mirada y la madurez que mostraba, su solidez económica le permitió conquistarla a lo grande, se sentía realizada.

Cuatro años después llegó Camilo quien les dio la mayor bendición de hacerlos padres, al cabo de dos años tuvieron a Raquel, la luz de sus ojos, pero luego de una vida juntos, el amor se les apagó, como quien sopla una vela.

Fernando y Aurora un día se sentaron a hablar y como objetivos que eran, se confesaron algo que ya ambos sabían, la pasión era inexistente y el amor se transformó, nunca se extinguió; se amaban, querían lo mejor el uno para el otro, pero ya era el momento de separar la cama, su colchón con el pasar de los años estaba frío.

                                                                                          ***

Aurora paseaba y trataba de acordarse de cuándo fue la última vez que experimentó la sensación de poder sobre su vida y para su sorpresa, se dio cuenta que era la primera vez, siempre estuvo sujeta a algo o a alguien, que no lo permitía ser quien era, y no por imposición de nadie, sino propia, ella misma se limitó a vivir para los demás, pero eso estaba por cambiar.

                                                                                         ***

Suena el despertador, se despierta con la alarma de su teléfono, es el primer amanecer en su nuevo apartamento. Aurora ya tenía preparada la ropa desde el día anterior. Iba con otro semblante al trabajo, se sentía viva, quería comerse al mundo.

Se adentró en una hermosa falda hasta las rodillas color verde oliva, su blusa era blanca con líneas verdes, unos tacones cerrados le daba un poco más de altura, el cabello recogido al descuido y unos lentes de pasta le daban una apariencia de inteligencia con sensualidad, digna de la gerente de un banco.

"Buenos días muchachos", dijo al cruzar la puerta del banco, "espero que hoy tengamos un gran día",  prosiguió con una hermosa sonrisa de picardía.

Los compañeros se miraron entre sí, sorprendidos por la energía que irradiaba aquella mujer, que apenas hace escasos dos meses estaba sumida en depresión por su irremediable divorcio.

Aurora: Jorge, te espero es mi oficina, necesito que me entregues el balance del mes anterior, pronto tendré una junta y es necesario llevármelos, no quiero tener que comenzar mi nueva vida, desempleada.

Jorge: ¿Nueva vida?, pudiera ser parte de ella si me lo permites, dijo aquel hombre de mediana edad, de cabello canoso y perfil griego, mientras le guiñaba el ojo con complicidad.

Aurora: Jorge, desde la universidad, hace más de 20 años me guiñas el ojo y me dices lo mismo, ¿no te cansas, no te das por vencido?, somos y siempre seremos amigos, sabes que te adoro.

Jorge: Lo sé, pero nunca esta demás lanzar el anzuelo, no sabemos cuándo vamos a pescar.

Entre risas, Jorge salió de la oficina y Aurora recibió una llamada.

                                                                                     ***

(Suena el timbre de una contestadora: por favor deje su mensaje).

Hola, estamos hablando de la dirección de Recursos Humanos del Diario El Informador, queremos saber...

(Sara, que estaba preparando café, corrió e interrumpió el mensaje y respondió.)

Sara: Hola, disculpe por no contestar antes.

No se preocupe, le decía que estamos interesados en su currículo y queremos que venga a una entrevista de trabajo, hoy a las 2 de la tarde.

Sara: Seguro, allí estaré.

Con una sonrisa, la joven pelirroja de 24 años, recién titulada, vio como su vida comenzaba funcionar después de la graduación y la mudanza desde su pueblo a la capital.

Comenzó a buscar qué ponerse y resolvió su problema con un tradicional jeans, una camisa de botones blanca, una bufanda azul de lunares blancos y unos converse.

Quería verse intelectual, linda y dispuesta a todo.

Salía del metro y caminaba muy rápido a pesar de ir con más de dos horas de anticipación, al tiempo notó que casi corría y comenzó a desacelerar el paso, paró por un cigarro y comenzó a disfrutar de él.

Deja los nervios que si te van a contratar, esta es tu oportunidad, no la desaproveches Sara Montiel. No lo eches a perder, pensó.

                                                                                       ***

Aurora salía a almorzar; esta vez decidió cambiar el rumbo, y ese no era otro que salir a comer cerca del trabajo, nunca lo había hecho, siempre le llevaban la comida a la oficina, o simplemente iba a comer a su casa, pero esta vez no fue así, decidió caminar, era fanática de la comida mexicana y le habían recomendado unos buenos platos cerca.

Mientras caminaba hacia el restoran, notaba que los zapatos le molestaban, no era muy común para ella caminar por aceras texturizadas usando tacón, pero eso le recordaba que tenía los pies en la tierra, y comenzó a verlo positivo.

Definitivamente estoy madurando, envejeciendo o viendo la vida con otros ojos, porque hasta el dolor en los pies me está pareciendo positivo, pensó.

Cuando entraba, no pudo evitar ver a una joven mujer que se fumaba un cigarrillo en la puerta del local de comida, le llamó la atención su cabello, era llamativo y ondulado, parecía irreal, era hermoso y radiante, tanto que no pudo ocultar su admiración y le sonrió cariñosamente como si fuese un niño.

Sara la miró, se sorprendió por lo imponente de la mujer, imaginó que seguramente olería muy bien, fue su primera impresión, lo primero que pensó.

Terminó su cigarro, miró el reloj y aun le quedaba hora y media para su entrevista. Decidió caminar y finalmente llegó la hora. La entrevista fue exitosa, le dieron el trabajo, comenzaría su camino hacia la gloria periodística.

                                                            ***

¡Cuando toca, toca!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora