Llegaba el fin de semana, y Aurora no tenía otro panorama que responder la carta de quien se estaba convirtiendo en su persona favorita. No se habían tocado, pero ya Sara la conectaba con el pensamiento, sentía emoción, temor y ansiedad al pensar lo que estaba viviendo.
Tenía una doble moral entre responder como adolescente o como una mujer, Aurora pensaba que si respondía como mujer, lo haría de una forma somera, tranquila y ecuánime, ya que así lo haría una persona de 43 años, pero parecía que la adolescente ganaría. Estaba sentada en la cama ese sábado, eran las 10 de la mañana y casi no había podido dormir por la situación que era nueva para su vida.
¿De verdad soy lesbiana?, se preguntó, y se decía así misma, no, mientras movía la cabeza en la cama, estaba recostada con la pijama, una taza de café y el periódico del día, pero definitivamente no lo estaba leyendo, si alguien hubiese preguntado cuál era el titular de ese día, no sabría que responder, a pesar de haberlo tenido en la mano por más de media hora con la mirada encima.
Sentía pavor de solo pensar en responder la carta, estaba casi catatónica ante la idea de dar contestación a la caliente misiva de Sara.
"Esta jovencita quiere echarme a perder la vida", pensó mientras se descubría sonriendo con picardía. El roce de sus pezones endurecidos le invitaba a responder, porque sabía que eran producto de la carta recibida.
"Nunca me habían hecho sentir tan mujer a distancia y con una carta menos, así debieron sentirse las doncellas en el pasado, pero seguramente no habían sido tan caliente, uy si, muy caliente, definitivamente allí se expresa la libertad de la juventud, aunque para ser sincera jamás hubiese escrito una carta así hace 20 años" pensó.
Tocan la puerta, es Raquel, su hija menor, quien había ido con su hermano a pasar el fin de semana y quien le dijo que saldrían por unas cosas, pero que volverían pronto.
Aurora respondió asintiendo con la cabeza pero sin escuchar una sola palabra, Sara se había apoderado de su mente y solo pensaba en qué contestar.
Suena el teléfono, es Rafael.
Rafael: Hermana bella ¿cómo estás?, claro como ahora eres una mujer libre, divorciada y hermosa, no me llamas ni un rato, ¿no será que ya hay alguien ocupando tu corazón?, preguntó con duda.
Aurora: No, para nada, ¿por qué dices eso?
Rafael: Porque desde el domingo en la madrugada no te he visto y casi ni hablamos, por cierto, ¿qué tal pareció Sara?, Aurora sintió que el corazón le daba un brinco, por instantes se sintió descubierta.
Aurora: ¿Qué me pareció de qué?
Rafael: Para cuñada hermana, ¿qué te pareció?, me encanta esa mujer, es muy divertida y hermosa, que lástima que ese día no pude llevarla a su casa, perdí una gran oportunidad de conocerla más.
Aurora: Bueno, realmente me parece una mujer muy bonita.
Rafael: ¿Eso es todo?, bueno realmente tu eres así, no eres de muchas palabras, pero esta bien, trataré de hacerla tu cuñada muy pronto, hablamos luego, te quiero.
Aurora, sintió nuevamente el temor, sentía que traicionaba a su hermano, no porque haya pasado algo, sino porque estaba tan siquiera pensando en la joven y estaba cada vez más claro que Sara no le correspondería, pero no era ella quien se lo diría.
Aurora trancó el teléfono, y se quedó con el móvil en la mano, en ese momento notó que no tenía el número de Sara, y que debía esperar hasta el lunes para verla en el edificio donde ambas trabajaban, en caso de que coincidieran.
Con la idea de sentirla cerca y recordar el placer que le produjo la segunda carta recibida, la volvió a leer, pero lo que no sabía es que esa adrenalina y deseo abriría el cerrojo de la inspiración, le dio valor de redactar unas líneas. Inicialmente su intención fue frenar los deseos desbordados de ambas, pero al estar con el papel y el lápiz, la idea se transformó y solo pudo escribir:
"El deseo se manifiesta de muchas formas, me sorprende que lo expreses de una manera tan explícita Sara. Ahora me expresaré yo: quiero sentirte, armonizar mi cuerpo con el tuyo, cabalgar entre tus sábanas como potro libre, porque definitivamente libre es como quiero sentirme, quiero aceptar la libertad de besar suave y profundamente tu centro, tu raíz. Deseo olvidarme del mundo mientras te tengo de espaldas y acaricio todos tus relieves, toda tu extensión, tu manantial; castigarme con tu olor, oxigenar mi cerebro con la fantasía hecha realidad. Trabajar y esforzarme en ti, y que el resultado sea un placer infinito que vaya más allá de lo resistible, de esos placeres que dejan al descubierto el instinto animal, que te conduce a gritar, a gemir, a entregarte más y te vuelve apta para aguantar altos niveles de dolor. Quiero dolerte de placer y eso haré, porque no solo yo seré tuya, tu también serás mía, pero no de mi propiedad, sino de mi posesión. El deseo se puede manifestar de muchas formas y el mío se manifiesta con una piel erizada y una boca salivada, dime tú ¿cómo se manifiesta el tuyo?"
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¡Cuando toca, toca!
RomanceLa historia de dos mujeres heterosexuales que consiguen en la otra una nueva manera de amar. Una novela que refleja las vivencias de mujeres que nunca se conocieron como lesbianas pero que viven la pasión con mucha confianza a pesar de las dudas y l...