Han pasado dos meses desde que Aurora y Sara se cruzaron en la calle, siempre han sido unas desconocidas, eso será hasta hoy. Ambas han coincidido en el mismo ascensor, están juntas y solas en el elevador del edificio donde trabajan.
Aurora al percatarse de la joven la ubicó inmediatamente y comenzó a ponerse nerviosa, la miraba de reojo mientras hacía ver que miraba el celular.
Sara esperaba impaciente por llegar a la planta baja, pero Aurora sin darse cuenta no quería que el encuentro se acabara.
Aquella noche Aurora se descubrió pesando en Sara, era segunda vez que la veía y sin duda quería verla otra vez. Estaba sorprendida de su ligereza con el tema. Y de pronto le habló una parte autoritaria de su mente.
Olvida a esa niña, es mujer, no es posible que te gusten las mujeres después de tanto, esa voz la reprochó y se sintió culpable de solo pensarla, quería un cambio en su vida, pero no tan drástico.
Luego de una larga semana de trabajo, Sara estaba feliz de estar libre el fin de semana porque se iría de fiesta con una pareja de amigos que la habían invitado a una reunión.
Suena la bocina, eran ellos, Olivia y Salvador, pasaron a buscarla.
Olivia: Amiga que bella estás, espero que hoy te consigas a un buen partido, porque ya esa soledad que estás teniendo no me gusta, creo que te hace falta que te envíen flores al trabajo. Te presentaré a un amigo en la fiesta, para que bailes toda la noche.
Sara con su sonrisa asintió con la cabeza y levantando una ceja, comentó que definitivamente tenía muchas ganas de bailar.
(Suena el timbre. Rafael, el dueño de la fiesta, salió a abrir.)
Pasaron Olivia y Salvador, detrás venía Sara, un poco retraída y admirando la belleza de la entrada de la casa.
Olivia: Bueno Rafael, ella es la amiga de la que te hablé.
Rafael: Definitivamente te quedaste corta con el tema de la belleza. Y quizás te lo han dicho toda la vida, pero tienes el cabello impactante.
Sara, le dirigió una pequeña sonrisa y comentó que era muy frecuente el tema de su cabello, pero que agradecía el piropo.
Caminaron juntos hasta la sala. Un grupo de personas esperaba por ellos, se saludaron, se presentaron y de pronto Rafael, como buen anfitrión, habló en voz alta para decir que faltaba una persona por conocer, se trataba de su hermana mayor.
Ella de repente salió, era una mujer de cuarenta y tantos, hermosa, caminaba muy segura, pasó justo detrás de Sara. Rafael con voz teatral le dirigió una mirada y dijo: Bueno Sara, te presento a Aurora, mi hermosa hermana.
Sara sonriendo se dio vuelta, y a Aurora enseguida se le borró de ipso facto, no podían creer que eran ellas.
La fiesta continuó, pero ya no fue lo mismo para ninguna de las dos, estaban perplejas, Aurora más que Sara. Coincidieron en el balcón mientras Sara fumaba.
Aurora le llegó por detrás diciéndole que cada cigarro era un clavo en su ataúd.
Sara al escuchar la delicada pero firme voz, sintió un escalofrío y para su sorpresa el corazón comenzó a acelerarse, se preguntó qué le pasaba.
Aurora: Mi hermano me había comentado de ti, me dijo que no te conocía, mas que por fotos, pero que le gustas mucho. Está feliz porque estás aquí, es un buen partido, amoroso y cariñoso, deberías tomar eso en cuenta si de verdad quieres intentarlo, porque no me gustaría verlo con el corazón roto.
Sara: Gracias por la amenaza, intentaré no romperle el corazón, aunque no prometo nada...
Aurora continuó hablando, y a medida que se iban conociendo, descubría una conexión que no había sentido con nadie. Será una buena cuñada, pensó, evadiendo las sensaciones.
Me caes muy bien, sería excelente tenerte en la familia. Sara soltó una risa ahogada y dijo: apenas nos estamos conociendo, no es una fiesta de compromiso.
Hubo un silencio. Se miraron fijamente y una electricidad la invadió. Ambas, aunque no lo dijeron tuvieron el mismo sentir al instante.
Sara se le acercó al oído y comentó en forma de susurro: no he dejado de pensarte en los últimos dos meses, desde que nos vimos por primera vez frente al restaurante de comida mexicana.
El comentario tomó por sorpresa a Aurora. Sara continuó: te he visto tres veces y eso me ha bastado para darme cuenta que me gustas, y créeme, no soy lesbiana, nunca lo he sido, pero es una sensación diferente y creo que me siento atraída por ti.
Aurora se quedó muda, levantó su mano y acarició su rostro sutilmente, y con cara de nostalgia, le contestó; yo tampoco he dejado de pensarte, pero comenzaré a hacerlo, tampoco soy lesbiana y seguiré así, además tú le gustas mucho a mi hermano. Creo que si comienzas a salir con él te darás cuenta que es un hombre que vale la pena tener al lado.
Sara la escuchaba con los ojos cerrados, y sintió como una lágrima rodaba por su mejilla. Sintió una punzada en el pecho y abrió los ojos.
(Así de intensas somos las mujeres, primer contacto y ya estoy llorando como si fuera el amor de mi vida, pensó.)
Sara: Sé que todo esto es prematuro, inesperado y nuevo para ambas, pero creo que las decisiones de con quién debo estar, no las debes tomar tu, pero si, es mejor que hagamos como que esta conexión nunca existió.
(Sara dijo eso de la boca para afuera, la realidad era que quería besar a aquella mujer, no deseaba otra cosa.)
Se despidió de Aurora y volvió a la fiesta.
Rafael invitó a bailar a Sara y comenzó su cacería, le gustaba, quería a aquella mujer para él. Aurora estaba mirándolos, sentía que quería tomar a Sara y salir corriendo.
Al cabo de tres horas la fiesta se terminaba, los invitados comenzaron a irse y de pronto Sara recibió un mensaje. Era Olivia, quien le comentaba que se había ido a un hotel con Salvador, que le pidiera a Rafael que la llevara. Sara miró el celular y visiblemente molesta lo devolvió a su bolsillo.
Rafael: ¿Qué pasó?
Sara: Me escribió Olivia, me dijo que no regresará por mi.
Rafael: No te preocupes, te puedes ir con mi hermana, ella va hacia tu zona; yo te llevaría, pero tengo problemas con mi camioneta.
Aurora levantó la mirada, ambas se vieron con nerviosismo, temían estar solas, no confiaban en sus instintos, sentían que las iban a traicionar.
Ya en el carro, a Aurora le sudaban las manos, estaba tensa y mientras tanto Sara veía hacia la ventana para no cruzar miradas.
Aurora: ¿A dónde te llevo?, aún no me has dicho.
Sara: A Blanco Encalada 2007.
Aurora: No quería que nada de esto pasara, sé que te sientes incómoda, pero no pude negarme a traerte, y tranquila, que no ocurrirá nada, de hecho ni quieres mirarme.
Sara volteó, la miró con ojos penetrante y de su boca salieron palabras que si las hubiese pensado, no las habría dicho.
Sara: No quiero mirarte, lo que quisiera es besarte.
Aurora sintió un escalofrío en todo su cuerpo y detuvo el carro de repente. Con mucho frenesí se tomaron la cara mutuamente y compartieron el aliento, la respiración, pero sin llegar a besarse y tragando grueso, se contuvieron. El corazón se les aceleraba, pero recapacitaron.
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¡Cuando toca, toca!
RomanceLa historia de dos mujeres heterosexuales que consiguen en la otra una nueva manera de amar. Una novela que refleja las vivencias de mujeres que nunca se conocieron como lesbianas pero que viven la pasión con mucha confianza a pesar de las dudas y l...