Aurora sentía que las piernas le fallaban a medida que caminaba y leía, sintió un rayo de electricidad entre toda su espina dorsal, sintió ganas de llorar del placer que las líneas de generaban, estaba sorprendida de la reacción corporal.
Logró llegar a su oficina y cerró la puerta tras de ella, y lloró, lo hizo al darse cuenta lo mujer que se sentía, era la primera vez que alguien le escriba una carta de esa magnitud, era sorpresivo y nuevo, cada palabra la imaginó en su cabeza, hasta sintió cómo sería que se hiciera real.
Secó sus lágrimas y con ello se descubrió confundida, un sacudón de ecuanimidad se le alojó en la cabeza e internamente decía que no, se decía a sí misma que no era posible esta relación, que en dos semanas se había vuelto tan intensa. Además pensó en su hermano, él debería ser quien reciba estas misivas, no yo, él es quien está ilusionado y yo estoy interfiriendo en sus planes sin querer, no puedo hacerle esto a mi hermano, no puedo, me va a odiar, pensó.
Abrió la ventana de la oficina y tomó una bocanada de aire, intentó retomar la calma, esa calma propia de ella, la de la mujer segura y firme, intentó tomar el control de su cuerpo y de su mente, pero se le complicó, sabía que estaba cruzando la línea desde hace dos cartas atrás, tratando de dar largas a una situación que ahora se le presentaba como impensable.
Aurora caminada sin rumbo en la oficina, intentaba conseguir un pensamiento lógico ante tanto desastre con la aparición de Sara.
Timbró su celular, era un mensaje de texto.
"Espero que hayas disfrutado la carta, realmente me inspiré. Es que tu haces que todas mis ideas fluyan y ni hablarte de mis deseos, debo confesarte que es la primera vez que una mujer me atrae, y me estoy desconociendo ante mi actuar, pero lo estoy disfrutando al máximo, no quiero que esto acabe, me encantaría que sucediera; pero a la vez, me fascina esta ilusión hermosa que estamos creando. Sé que me estoy precipitando, pero me siento muy cómoda haciendolo contigo, porque sé que aunque eres nueva en esto, me correspondes. Cuando quieras te invito a almorzar o a cenar, tu decides, XOXO, Sara" , fue el mensaje de la periodista.
"Vaya que se inspira esta mujer, como se nota que es graduada en letras, pensó Aurora aun nerviosa.
Aurora se dispuso a escribir y sin darse cuenta estaba llorando con sentimiento.
"Hola Sara, no sé como está siendo para ti, pero para mi se está convirtiendo en un problema todo esto, me gustas, me gustas mucho, te has convertido en todos mis pensamientos, pero temo que nos atropelle, no sé si es normal tanta intensidad, tengo mucho miedo",le respondió.
Sara escuchó el sonido del teléfono y revisó sonriendo, pero al ver el mensaje, se le borró la alegría de la cara.
"Tranquila Aurora, sé que es difícil, también lo es para mi, quizás nos estamos acelerando, pero no tengo que dar explicaciones a nadie, por favor, no permitas que ese temor nos afecte, además, no ha pasado nada entre nosotras, así que no debes sentirte mal", escribió.
Ring, el teléfono de Aurora.
"Lo sé, seguro es una crisis de los 40, pero me da miedo el qué dirán. Por cierto, ya tengo la respuesta a tu carta. ¿La buscas o te la llevo?"
Sara respondió:
"Mejor me la entregas fuera del edificio, no creo que sea conveniente esas entregas de cartas, es posible que comiencen a sospechar y supongo que eso no es bueno para la "reputación" de ambas, ¿no?"
"Exacto, nos vemos a las 6 de la tarde en mi auto, estoy estacionada en el sótano 2, puesto 17. Saludos, le dijo Aurora
Llegó la hora y estaban en el auto.
Aurora: Puedo llevarte si gustas.
Sara al ver la seriedad de Aurora rechazó la oferta y dijo que prefería caminar, recibió la carta y se fue.
Comenzó a leerla y sus lágrimas comenzaron a derramarse, lo que temió durante todo el día, estaba plasmado en esas 15 líneas.
"Podría hacerte estremecer, pero no hacerte pagar, soy tan culpable como tú de estas ganas, haberte visto hoy y disimular mi necesidad de comerte a besos, de mojarte con mi lengua y tragarme hasta la última de tus gotas fue un infierno, pero así va a ser, no le puedo hacer esto a mi hermano, él quiere estar contigo y no seré quien se lo impida, pero el que no me arriesgue a tenerte físicamente, no quiere decir que no haya repasado una y otra vez tu cuerpo desnudo en mi cama. Mi mente te precisa, te necesita y lo has hecho vibrar con tan solo un recuerdo, hemos frotado nuestras planicies húmedas en mis sueños, añoro presenciarte hecha placer, mi sexo activa las alarmas de emergencia frente a ti, quiero, realmente quiero que me atrapes, me calmes y desesperes con la yema de tus dedos, sé que tu tienes el poder de hacerlo. Perdón por el miedo, perdón por abrir un espacio entre las dos, por no abalanzarme en tus brazos y perderme en tu piel, en tu olor, tu sudor. Perdón Sara, perdón por no permitirme perderme en tu rizado cabello rojo. Perdón por la cobardía, perdón por esas ganas que tienes y que sabes, son reciprocas, perdón por el dolor no físico, porque el físico me hubiese encantado causártelo. Perdón por no poseerte, por soltar la cuerda, por no conocer la libertad en un pequeño colchón, por no devorarte, por no estremecerte, ni hacerte pagar".
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¡Cuando toca, toca!
RomanceLa historia de dos mujeres heterosexuales que consiguen en la otra una nueva manera de amar. Una novela que refleja las vivencias de mujeres que nunca se conocieron como lesbianas pero que viven la pasión con mucha confianza a pesar de las dudas y l...