Parte 4 - Primitivas

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Aurora tomó papel y lápiz...

"Miedo a pensar, a sentir, a ver. Esos son mis miedos en estos días, sacudes cada órgano de mi cuerpo con tu mirada, sonrojas mi epidermis, esa que quieres besar, te has convertido en mi único miedo últimamente. No sé cómo lo haría, soy tan nueva como tú, pero quiero estimularte, hacerlo internamente, sin tocarte, solo con energía, esa de la que hablas, la que produce electricidad. Combinar nuestros sabores podría ser un buen inicio, mecerme en ti. Mover mis huesos en sintonía con los tuyos hasta volvernos una melodía, esa que no acabe nunca, pero que no sea eterna... la que nos invite a bailar en horizontal, en armonía. Quiero sentir la suavidad de unas sábanas blancas a tu lado, posarnos desnudas, sentirte y cambiar el sentido, agotarte, eso quiero, pero no para acabarte sino para iniciarte en lo que nos resulta desconocido. Que nos detengamos a saciarnos, de forma burda, sin miramientos, con suavidad e intención, con piel, con sudor. Primitivas, sin educación. No pido modales, pido audacia, barbaridad... no quiero un vístete y siéntate a la mesa, pido un desvístete, te voy a devorar".

Al terminar el escrito, Aurora dudó en enviarla, todo iba avanzando muy rápido, admitir que era real lo que sentían no estaba en sus planes, no sabían a dónde la llevarían sus acciones de las últimas semanas, pero se sentía rejuvenecida, viva, nunca antes había experimentado estas sensaciones, y de repente se descubrió sonriendo.

Dobló la misiva y la colocó en un sobre. Con esta respuesta, Aurora, no se imaginaba la historia que comenzaría, esa carta quizás iba a ser la llave que abriera una caja de pandoras o musical, de ellas iba a depender, del sentimiento y el gusto que le imprimieran y el curso que tomara todo el cuento.

Se dirigió rumbo a la reunión, pero lo único que quería era ver a Sara para entregarle el pendiente, así lo había decidido de un instante a otro, quería, no solo revelar todo su sentir, sino iniciar un juego que las involucrara en algo que las hiciera cómplices, tener algo en común, que poco a poco se fuera el tabú de ambas.

                                                                                             ***

A pesar de la ansiedad, Aurora no coincidió con Sara en la siguiente semana, fue entonces cuando decidió que ya era el momento de llevársela personalmente. Subió en el ascensor y llegó a la recepción del medio de comunicación en el que trabajaba.

Aurora: Busco a la señorita Sara, necesito entregarle un sobre, le dijo a la chica que estaba en la entrada del diario.

Si, le respondió la jovencita, podemos hacerle llegar el sobre. En este momento no se encuentra, pero puede dejarla conmigo. 

Aurora vio las opciones y prefirió no entregarla, temía que se traspapelara o la abrieran... apostó al recelo y dio las gracias.

Mientras se iba, pensaba en que había perdido el impulso y el esfuerzo de haber ido a llevar la carta, de hecho lo tomó como una señal, pensó en que mejor era dejar todo así, se sintió triste y decepcionada, no tendría valor para entregársela luego, porque pensaría en las consecuencias, y ahora estaba actuando sin pensar, solo con el sentir.

Sara: ¿Aurora?, escuchó una hermosa voz enfrente de ella, ¿qué haces en el piso del periódico, viniste a buscarme?, le preguntó Sara mientras se acercaba.

Aurora levantó la mirada y detalló el hermoso rostro de la mujer.

Respondió luego de aclararse la garganta.

Aurora: Hola Sara, venía a entregarte un sobre, es en relación a lo que me diste el otro día, dijo con voz temblorosa. 

Sara estaba perpleja, no daba crédito a lo que estaba escuchando, se sorprendió de la audacia de Aurora, en responder una carta e ir a llevarla personalmente.

Aurora: Espero que quede muy clara toda la situación, dijo mientras se marchaba, mirándola a los ojos con expresión de miedo.

Sara sintió como su corazón saltaba dentro de su pecho, sintió como un puñal, el haber escuchado decir; "espero que quede muy clara toda la situación", le asomó la idea de que Aurora no estaba contenta con la iniciativa de escribirle, sintió que todo había acabado sin siquiera comenzar y vio la silueta de Aurora marcharse por el pasillo.

                                                                                           ***

¡Cuando toca, toca!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora