Parte 22 - En el sofá

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Sara volteó a ver la puerta con el teléfono en la mano. No podía creer que realmente Aurora estuviese detrás, caminó hacia ella casi corriendo y allí estaba Aurora, con cara de decidida.

Sara: ¿Qué haces aquí?

Aurora: Vine a que nos demos todo lo que queremos darnos, alcanzó a decir con tono de entregada, de resignada.

Aurora avanzó hacia Sara le tomó la cara como sosteniendo sus mejillas y la beso profundamente, se fundieron en él mientras caminaban hacia el sofá de la sala.

Aurora tumbó a Sara con fuerza pero sin hacerle daño. Sara cayó con los brazos abiertos tratando de evitar el golpe. La veía con incredulidad, era una Aurora transformada.

Aurora: Tengo días queriendo hacer esto, y por fin tengo el valor, bueno, un whisky doble me lo dio.

Sara no emitía sonido, no quería que ninguna palabra suya sacara de su locura, la quería así, descontrolada.

Aurora se sentó encima de regazo de Sara, quedaron frente a frente. Besaba a la periodista con desespero y firmeza, le mordía los labios hasta que Sara se quejaba y luego seguía besándola mientras metía las manos en su cabello. Sara soltó el cabello de Aurora, sostenido por un palito chino que tanto usa, quería que concordara con su ferocidad.

Aurora se despegó de Sara por unos instantes y comenzó a desabotonar su camisa de lino. Veía a Sara mientras lo hacía, pero Sara no aguantó tanto erotismo y terminó de arrancar los últimos dos botones. Subió el brassier de Aurora sin desabrocharlo y dejó sus pechos descubiertos, levantó un poco el torso de Aurora y comenzó a lamer el de su derecha, lo hacía con ímpetu mientras que con los dedos endurecía el otro. Aurora se sentía en las nubes, quería que ese momento se congelara. El placer estaba en niveles incomprensibles. Bajó la cabeza y miró la vehemencia con la que Sara chupaba cada uno de sus pezones y la hacía vibrar.

Aurora la tomó para besarla y logró ver la transformación de Sara por el éxtasis, se estaban disfrutando y de qué manera.

Se levantó y comenzó a bajar el pantalón de pijama de Sara mientras esta permanecía sentada. Fue muy fácil y lo agradeció. Un sexo, rasurado hace tres días estaba ante ella.

Sara: ¿Qué vas a hacer Aurora?

Aurora: Haré lo que quiera hacer.

Sara: ¿Y qué quieres hacer?

Aurora: Comerte y hacerte mía hasta la última gota.

Las palabras de Aurora causaron un efecto dominó en el cuerpo de Sara. El éxtasis se intensificó.

Aurora comenzó a hacerle sexo oral a una Sara extremadamente mojada. No lo hizo con delicadeza, sentía rabia pero lo disfrutaba. Pasaba su lengua desde la uretra al clítoris y eso desesperaba a la joven. Besaba su vulva como unos labios y con la lengua los abría. La lengua siempre permaneció suave y eso le encantaba a la pelirroja. Sara tenía a Aurora entre sus piernas y esta le sostenía ambas mientras se la comía "completa". Aurora lo estaba haciendo como a ella le gustaba y la hacía retorcerse en el sofá donde permanecía extendida.

Soltó la pierna derecha, mojó dos de sus dedos en la boca de Sara y se los introdujo de forma abrupta. Sara jadeó. Le repitió el movimiento de horas antes y estaba enloquecida. Aurora sintió que eso no era suficiente y decidió meter un tercero, así logró expandir la vagina de Sara.

Un pensamiento le hizo recordar a Aurora la rabia y era el momento justo de hacerla pagar, la tenía allí, desnuda, abierta, excitada y vulnerable.

Empujó con firmeza y profundamente sus dedos dentro de Sara, como si quería hundirse en ella, esta la veía con mirada retadora y Aurora continuó penetrándola una y otra vez. Quería llevar a Sara al extremo de su clímax y además hacerle sentir de su propiedad, quería hacerse notar y la pelirroja lo disfrutaba a placer.

Aurora se salió y continúo con el oral, y de un momento a otro volvió a la penetración. Sara sintió mucha presión y buscó con la mirada a Aurora, quien le devolvió una media sonrisa. De repente lo supo, la dilatación de la joven era extrema y esta lo razonó, cuatro dedos estaban dentro de ella.

Sara lo entendió, era fu forma de hacerla pagar y se lo dijo.

Sara: Si esta es tu forma de castigarme, hazlo, hazlo con saña, con maldad, pero siempre hazlo, le decía mientras movía su pelvis instintivamente, como un acto reflejo de la penetración brutal que le estaba dando Aurora.

Aurora: Qué manera de encantarme, esto es lo que quiero, cogerte cuando lo desee y tú siempre estés para mí, esperando cuando me den ganas.

Sara: Si, aquí estaré para que me cojas como quieras, con amor y dolor, con delicadeza o rudeza, estaré, sigue, sigue... le dijo susurrando.

Aurora continuó de forma burda hasta que sintió una emanación vaginal, Sara se había venido en su mano con una exquisita eyaculación femenina. Sacó la mano y la limpió con el pantalón de pijama de Sara. La joven aún permanecía en sofá jadeando por el orgasmo, cuando vio a Aurora meter la mano en su cartera.

Sara: ¿Qué buscas?, ven siéntate conmigo y bésame, te amo, le dijo mirándola con amor.

Aurora la observó estando de pie y negó con la cabeza, mientras sacaba dinero de su bolsa.

Aurora: Espero que este monto sea suficiente por esta sesión de sexo,  se lo lanzó. Me gustó, espero volver pronto.

Sara quedó muda, estaba en shock ante la grosera actitud de Aurora y sendas lágrimas le brotaron. Estaba siendo tratada como una prostituta.

Sara: ¿Por qué me haces esto?, le dijo llorando.

Aurora: No estoy haciendo nada nuevo para ti, tú tienes un precio y yo lo estoy pagando.

Tomó su cartera y salió del departamento.


Sara quedó desecha en su sala, sentía que se rompía, una profunda tristeza se apoderó de ella. La humillación de Aurora le había llegado muy profundo, quería poder retroceder el tiempo y hacer el amor como la primera vez. Se sintió vacía, triste y sola.

Del otro lado de la puerta, Aurora escuchaba como Sara lloraba por lo que acababa de hacerle y acarició la puerta como pidiéndole perdón, sus lágrimas también brotaron, sentía que probablemente había ido demasiado lejos.

Sonó el intercomunicador de Sara y eso sacó de sintonía a ambas mujeres. Era Rafael con cena y provisiones, quien estaba en recepción. Había ido a visitar de sorpresa a Sara.

                                                                                            ***

¡Cuando toca, toca!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora