Parte 9 - No te dejaré pasar frío

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Sara sentía que el corazón estallaba dentro de su pecho, no podía dar crédito a lo que leía, estaba sin palabras ante la cobardía de Aurora, desmoralizada caminaba rumbo a su casa, sentía ganas de llorar, pero más que tristeza era impotencia, sabía que Aurora lo que tenía era un ataque de miedo por el qué dirán.

No entiendo por qué las personas se niegan a vivir grandes historias de amor por lo que piense la sociedad o la familia, al final de la vida siempre terminarán arrepintiéndose de no vivir ese amor con frenesí, de no estrellarse, ni arriesgarse a terminar con el corazón roto, pero con la satisfacción de que lo intentaron, saber que fueron gallardos y lograron superar sus temores y se lanzaron al vacío. Me encantaría lanzarme al vacío por ti Aurora, pensó.

Sara permanecía tensa pero logró recobrar la tranquilidad, secó sus lágrimas, tomó el teléfono y llamó a Aurora.

Suena el teléfono, Aurora le atendió.

Aurora: Hola Sara, ¿cómo estás?

Sara: Realmente no estoy muy bien, ¿por qué eres tan cobarde Aurora?, ¿por qué nos haces esto?

Aurora: Voy manejando, no puedo hablar en este momento, pero por favor, acepta lo que te dije, es por el bien de ambas, no quiero enredar más esta situación, me preocupa mucho mi familia Sara.

Sara: Por favor estaciónate y conversemos.

Aurora se reprochó su actuar, pero lo hizo, aparcó el auto y logró calmar a Sara a través del teléfono.

Aurora: Ok Sara, déjame explicarte, ya mi decisión está tomada, por favor, acéptala.

Sara: Te invito a cenar hoy, allí conversaremos sin drama, como dos adultas.

Aurora lo pensó unos segundos, sabía que quizás no era buena idea, pero aceptó.

Sara: Nos vemos en la dirección Rey Juan Carlos 122, a las 7:30 de la tarde.

Cada una se fue a su casa a arreglarse para la cita, ambas tenían un sabor agridulce, sentían que esta salida podía ser determinante para bien o para mal.

Mientras Sara estaba terminando de arreglar su cabello, pensó en que no podía cortar la forma tan romántica de comunicarse con cartas y a pesar de que se verían decidió escribirle una respuesta a la inadmisible misiva de Aurora.

Tomó una hoja, con un bolígrafo  y comenzó a escribir, cuando hubo terminado de redactarla, la introdujo en un sobre y la metió en su cartera.

Llegó la hora, ambas coincidieron en el lugar, Aurora llevaba jeans rasgados, botas marrones de taco, una franela blanca de algodón y una chaqueta de cuero que hacía juego con los zapatos, el cabello sostenido por un palito chino y un maquillaje bastante delicado. Por su parte, Sara portaba un pantalón negro de jeans, camisa de botones femenina roja con lunares blancos, el cabello suelto con un cintillo de tela negro y sandalias de taco medio.

Ambas sonrieron cuando se vieron, cada una encontró a la otra más hermosa de lo normal, sus ojos brillaron pero disimularon, se saludaron con un beso en la mejilla y se invitaron a sentarse.

Aurora: Realmente estás muy hermosa, le dijo en voz baja y sonrío.

Sara aun con la seriedad del caso, aceptó el cumplido, pero no estaba bien desde la tarde, sentía una profunda tristeza por la actitud de Aurora.

Ya sentadas comenzaron a hablar de trivialidades, cada una dijo cómo había sido su día de trabajo, pero en sus mentes solo querían hablar del tema que las unía, nadie se atrevía a romper el hielo, fue un momento extraño, ellas se conocían, se habían imaginado de mil formas, pero era la primera vez que tenían tiempo y espacio para conversar, era como quitar la virginidad o salir del closet la una con la otra.

Las interrumpió una chica quien se dispuso a tomar la orden, la joven les consultó lo propio de los mesoneros y con una sonrisa se fue, ordenaron un par de hamburguesas con papas fritas y bebidas, concordaron en que era un día para salirse de la dieta y comer de forma exquisita. cuando estuvieron solas Sara dijo:

Sara: Entonces Aurora, de verdad quieres que me olvide de ti, que ya no te busques y nos neguemos la oportunidad de sentirnos.

Aurora sintió que un calor le invadía, respiró profundo y le respondió.

Aurora: Quizás no es lo que quiero, pero es lo que ambas necesitamos.

Sara mostró frustración, pero al escuchar su respuesta y le dijo.

Sara: Bueno Aurora, está visto que crees ser la mujer más testaruda del planeta, pero eso es después de mí, porque yo lo soy más que tú, te escribí una carta en respuesta de la tuya; esto lo vamos a seguir haciendo, porque nos lo merecemos.

Aurora se negó a recibirla y Sara astutamente le dijo que si no la tomaba, iba a abrirla y a leérsela y al ver que Aurora no reaccionaba, lo hizo. Tomo un respiro, abrió el sobre y comenzó a leer:

¿Olvidarme de todo y condenarnos a la soledad profunda, a pesar de estar con otras personas? No me creo capaz de eso, soy demasiado mujer, valiente, irreverente y testaruda como para eso, no pienso darte la razón, tampoco pretendo obedecerte, seremos nuestras en cuerpo y alma, aun en contra de tu voluntad, no dejaré pasar esto que sentimos en nombre de tu cobardía, no seré libre a medias, porque estar sin ti es exactamente eso, es intentar volar con una sola ala, y no soy de esas, no somos de esas...

Sara levantó la mirada y vio a Aurora agarrándose la frente, mirando hacia el suelo y con visibles ganas de llorar.

...No quiero verte marchitar, quiero verte renacer de placer, de plenitud, y sino lo enfrentas, es justo lo que nos pasará. Vivirás insatisfecha. Tu placer está en mí y no lo daré a nadie más, ni siquiera a tu misma sangre. No te dejaré pasar frío, tenemos demasiada imaginación para eso, y no hay nada más efectivo para las bajas temperaturas corporales, que la imaginación, me niego a soltarte, si no estas dispuesta a tomar la cuerda, lo haré yo, la tomaré para atarte a mí, atarte a mi cama, a mi vida...

Aurora sentía de su cuerpo temblaba, las sensaciones que les producían aquellas palabras eran cada vez más fuertes, siempre que leía las cartas de Sara, se imaginaba con su voz, pero escucharla le rompió los esquemas, superó por completo las expectativas, era perfecto escuchar a aquella mujer pidiéndole que la amara, que se dieran una oportunidad.

...Cambia de parecer Aurora, o me tendrás como una sombra, si, es una amenaza, y no creas que te perseguiré, realmente tu me llevarás a todas partes, me verás cada instante, por más que trates de escapar de esto, te alcanzará, no se puede engañar al alma, puedes acostarte con otras personas, pero las ganas de mí, solo se sacian conmigo, estoy aquí para que las drenes y luego tengas la valentía de pedirme que te deje, te reto a que me hagas tuya, a que me hagas el amor, pruebes todos mis sabores, huelas todos mis olores, sientas toda mi piel y después me intentes alejar con un par de palabras baratas.

Por un instante Aurora sintió quedarse sin fuerzas, la última parte de la carta la superó, la hizo humedecerse, sin embargo, mantuvo la calma, respiró profundo, tomó su cartera y le dijo: quedarme no es una opción y salió del restaurante, dejando la comida, la bebida y a una mujer con el corazón roto.

Aurora: Obtendrás respuesta, ya basta y se fue.

                                                    ***

¡Cuando toca, toca!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora