Huir, esa fue la respuesta de Aurora ante tanta pasión y vehemencia de Sara, estaba confundida, sentía acoso de parte de Sara y le daba miedo exponerse, el miedo era lo que la estaba alejando de la felicidad y sería el culpable de la carta que más le costaría escribir.
Aurora se propuso hacer que Sara se desilusionara de ella, que la viera como una mala persona.
Perdóname Sara, sé que esto será muy difícil, pero quiero paz y a tu lado tendría mucha felicidad, pero el precio sería muy alto, estoy muy mal por esto que te voy a hacer, pero es mejor que nos desconectemos ahora, aunque este fuego me esté quemando por dentro, pensó Aurora mientras se quitaba la ropa en su habitación, luego que dejar a Sara en el restaurante.
El llanto se había vuelto frecuente, y se cuestionaba por su cobardía, sentía que era la mujer más tonta que jamás había existido, no le debía explicaciones a nadie, pero los prejuicios estaban tomando la batuta en su vida y no sabía cómo romper con eso.
Se acostó boca abajo en la cama y abrazó la almohada, lloraba mientras recordaba algunas de las frases que Sara le había dicho en la carta. "Hazme el amor, prueba todos mis sabores, huele todos mis olores, siente toda mi piel", esa frase le retumbaba en la cabeza tanto que se excitaba de solo pensarlo.
Se descubrió tocando suavemente su torso, quería que la punta de sus dedos fueran los de Sara, cerró fuertemente los ojos cuando sintió la piel erizada y exhaló con placer, se volteó en la cama y quedó boca arriba, acariciaba lentamente sus senos y arqueaba la espalda mientras lo hacía, flexionó una de las piernas y empezó a tocar su sexo, de un instante a otro notó que ese proceso masturbatorio llevaba un solo nombre: Sara; estaba haciéndolo y añorando que fueran sus delicadas manos quienes la tocaran, mientras la sensación se volvía más intensa, dos lágrimas rodaron hacia el colchón, estaba en presencia de las sensaciones más raras experimentadas: era la unión de vulnerabilidad con placer, sentía un profundo vacío por darle la espalda a la joven, saber que al alejarla no había espacio para hacer realidad la fantasía de ambas. Siguió tocándose, y aceleró el ritmo, ya el éxtasis estaba en lo más alto de su umbral, su cuerpo se retorcía en la cama, la tensión se apoderó de todos sus músculos, hasta que finalmente alcanzó el primer orgasmo con nombre de mujer, aquel fue un intenso, fuerte pero corto orgasmo que se desencadenó en un llanto ahogado, sentía que era la despedida a distancia de todo lo que sentía por la pelirroja.
Quedó jadeando, su esternón se movía tan rápido como sus pulsaciones que poco a poco fueron desacelerándose, quedó de costado en la cama, y pensó en que tenía la necesidad suprema de escribir, haría lo impensable, rompería una vez más el corazón de la joven risueña que apostaba a todo por ella, y que estaba dispuesta a luchar contra todos por su amor, pero que ella y su prejuicio no permitirían avanzar.
Se sentó a la mesa y comenzó a redactar las duras líneas.
"No es una opción Sara, estoy decidida a castigarme, a sacrificarme, a no tenerte, ya es un hecho, olvídate de mí, muerde otros labios, respira otro aliento, toca otra piel, porque la mía no será. Por mi parte me alejo, te entrego a otros brazos, no quiero tenerte en los míos, y si, como lo lees, no quiero, no quiero estar a tu lado, lo que siento es carnal, pero eso pasa, no puedo enamorarme de ti, no puedo estar con una mujer, no sé en qué estaba pensando en las últimas cuatro cartas enviadas, me deje llevar por un gusto efímero, que se esfuma cada vez que veo a un hombre hermoso y masculino a mi lado, acepta que lo nuestro no pasará, es una utopía, una fantasía muy caliente y excitante, pero es solo eso, no existe ni existirá, retírate, no quiero respirar tu olor al tenerte cerca. Perdón por recrear explícitamente mi sentir momentáneo, no volverá a suceder, no te volveré a escribir, esta es mi despedida, la última misiva de una historia que me mantuvo entretenida, solo fuiste eso, entretenimiento, no hubo nada más, no me inspiras más que eso. Ahora que lo pienso, siempre te vi como un objeto, uno al que quise tener, pero que decidí regalar porque finalmente carecía de importancia, no pido perdón, no tengo miedo y tampoco tengo amor para ti, de hecho no tengo ni una superficial sesión de sexo".
Aurora soltó el lápiz, caminó al espejo y se repitió las palabras que ya había escuchado de Sara: ¿Por qué eres tan cobarde Aurora?
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¡Cuando toca, toca!
RomansaLa historia de dos mujeres heterosexuales que consiguen en la otra una nueva manera de amar. Una novela que refleja las vivencias de mujeres que nunca se conocieron como lesbianas pero que viven la pasión con mucha confianza a pesar de las dudas y l...