8.

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Harry volvió a despertarse una vez más en el frío colchón, desnudo y adolorido, aunque ya era solo un dolor físico el que tenía pues el dolor del alma era tan inmensamente profundo que ya ni lo sentía.

Habían pasado varios días desde que su celo se había terminado ya, aunque no sabía cuantos, su lucidez había vuelto pero lo recordaba todo perfectamente, por lo que se sentía sucio y muy mal consigo mismo.

Se odiaba y sentía asco por haber deseado al alfa y por haberle implorando que lo follase una y otra vez, hasta apaciguar su deseo.

Lo cierto era que no había sido dueño de su razón pero aún así, odiaba haber sido tan débil y no haberse aguantado, ya que le mataba saber que no habría retorno y prefería morirse a ser dependiente de su captor.

Sentía mucha tristeza por no poder volver a ver a su familia, aunque lo demás le daba igual pues sospechaba que aquel monstruo llamado Louis, no lo dejaría irse nunca, así que entendió que tan solo le quedaría resignarse y esperar la muerte.

De repente, este dejó a un lado sus pensamientos y se incorporó con rapidez pues sintió unas enormes ganas de vomitar, entonces corrió al baño y se puso de rodillas, vaciando así su estomago hasta el punto que empezó a dolerle.

Tras terminar, se dio una ducha y al regresar al colchón, este se dio cuenta que el alfa le había dejado una bandeja con comida en las escaleras.

Con resignación la cogió pero no le apetecía nada pues la fruta le dio asco y la leche ya fría le daban arcadas, también había tostadas pero no le apetecían, así que la dejó de nuevo y sólo se tomó el zumo.

No quería tumbarse de nuevo, por lo que se puso a inspeccionar el lugar y horrorizado comprobó que no se había dado cuenta de que a un lado de la pared había unas enormes y fuertes cadenas y un armario con ropa limpia, varias camisetas básicas y pantalones holgados largos y cortos.

Después de pensárselo mucho, Harry se puso una camiseta y un pantalón largo, apestaban al alfa pero le dio igual, ya que extrañamente se estaba acostumbrado a su olor.

Unos ruidos procedentes de la puerta se escucharon y el ojiverde corrió a tumbarse de nuevo, entonces vio que el nuevamente alfa bajaba las escaleras para coger la bandeja.

...-¿Por qué no has comido nada?- le preguntó mirándole con sus azules orbes.

Harry le sostuvo la mirada pero no le habló pues pensaba que daba igual lo que dijese, total seguramente recibiría una golpe igualmente.

-¡Te estoy hablando!, ¿Por qué no te comiste lo que te traje?-gruñó Louis perdiendo la paciencia.

Harry no pronunció palabra pero esbozó una sonrisa de oreja a oreja que marcó sus hoyuelos, entonces Louis muy molesto se acercó a rápidamente y le agarró de un brazo.

-¿Qué haces con mi ropa?, ¿Quién te dijo que podías vestirte?.

El omega no dijo nada tampoco, tan solo lo miró fijamente sonriendo, como si hubiese perdido el Norte, entonces el alfa recordó las palabras de su amigo Liam, aunque no podía olvidar que su jodido pero hermoso rehén lo estaba desafiando.

-¿Me escuchaste omega?, ¿Por qué ya no me gritas cómo al principio?, ¿por qué no me suplicas?... ¡Maldiceme, joder!, ¡resistete!, ¡gritame!, ¡dime algo!...- gritó el alfa desesperadamente mientras lo sacudía de los hombros para que reaccionase.

Harry sólo agitó sus pestañas y se mordió el labio eroticamente, sin dejar de mirarlo, entonces soltó una leve risita por lo que Louis desconcertado lo soltó bruscamente, echándolo sobre el colchón.

—¡Maldita sea!, ¿Por qué me provocas así?.

El ojiazul intentó controlarse pero el omega había vuelto a encender su deseo con su insinuante actitud y sin previo aviso, sus ropas fueron rasgadas por sus notables músculos y sus ojos se volvieron negros completamente.

Este se abalanzó sobre el omega y le arrancó la camiseta y los pantalones, le separó las piernas y con desespero se introdujo en él, besando su delgado cuerpo, mientras Harry miraba al techo con sus mejillas llenas de lágrimas.

Cuando el alfa anudó, volvió a moderle y entonces el omega si gritó, luego Louis derramó su semilla llenándolo una vez más.

Harry se quedó inmóvil, entonces el alfa se levantó y se vistió nueva ropa del armario, cogiendo otras para el omega.

-Toma, puedes ponerlas... siento haberte roto las otras -dijo rascándose la nuca.

El omega no dijo nada tampoco, solo se incorporó, se limpió los restos de semen y finalmente comenzó a vestirse, entonces el alfa caminó a las escaleras y cogió la bandeja.

-Te traeré otra cosa para comer, debes alimentarte bien no quiero que te enfermes.

Harry odiaba los repentinos cambios del alfa pues era desconcertante su fiereza cuando follaban y su amabilidad cuando no, era como estar con dos alfas diferentes a la vez.

.......

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1. El gruñido del alfa.-Larry Stylinson, Omegaverse, Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora