🔹C A P Í T U L O 7🔹

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El lugar olía a incienso para quitar el olor que atormentaba a las criaturas con buena nariz. Sus manos fueron lavadas con agua de rosa y su cadena también para después colocárselo en el cuello donde seguiría hasta el final de sus días.

Ryan quería saber porque no lo torturaba con el olor porque sabia que el agua bendita y la sal de hueso era efectivo, sin embargo había otros métodos menos olorosos que ayudaría, estaba claro que aun estaba enfadado con él, pero ¿Qué le hizo cambiar de idea? Por que parecía preocupado y arrepentido, y por el mismo nerviosismo casi bota algunas botellas que estaban en los estantes.

—Diarmad ¿Qué sucede? —el nombrado lo miro y apunto con el dedo índice el pedazo de bambú que sobresalía de los otros objetos en los estantes.

—Hay un Kuda Gitsune—el alzar de la ceja izquierda de Ryan le hizo entender que no sabía que criatura era, si que le hacía falta un emisario—. Es como un kitsune o un espíritu zorro, pero más pequeño. Son de la cultura japonesa, si te preguntas, muy utilizados por brujos o por los mismos kitsune para recolectar información o saber del pasado y el futuro que después susurran en el oído de su dueño, naturalmente se encuentran en Japón, aunque pueden que habiten aquí—los ojos rojos del mayor alertaron a Diarmad—. No es un peligro.

—¿Qué sabes tú si es un informante del vampiro? —el menor se puso frente de él mirándolo serio.

—Porque mi mamá me contó que invoco uno, pensé que era un cuento para mí, pero al parecer es verdad, así que si le haces daño al pequeño Kuda, te las veras conmigo—los ojos del mayor volvieron a su color original, gris azulado. Un suspiro salió de sus labios.

—¿Qué harás con él?

—dejarlo libre, no es mío, es de mi madre y aunque nos sirviera para el futuro, no servirá de nada si no coopera, así que es mejor libre—saco el bambú del estante—. Se libre, pequeño kuda gitsune—unos ojos rojos carmesí lo miraron con atención.

Diarmad dejo el bambú en el suelo y un zorro pequeño como el porte de un ratón, miro al menor y después a Ryan. Este pequeño corrió atravesando la pared. Lo que pudo apreciar Diarmad fue el pelaje blanco del zorro.

—Y ¿Si te equivocas? —menciono Ryan no mu convencido, pero todo ya había pasado.

—No, no me he equivocado, ha estado aquí desde que mamá lo invoco y es mejor que sienta la libertad que antes se le negó—miro al mayor y junto sus manos dando un suspiro—. Veo que no tienes emisario ¿Por qué?

—No hay disponible y los que hay no me dan confianza—una pequeña risa escapo de los labios del menor.

—¿Estás seguro? Claro que si, eres Ryan Hoechlin, hijo de la antigua alfa, Claudia Hoechlin, necesitas alguien de confianza, aunque al parecer no conoces a ningún emisario—el mayor se cruzó de brazos.

—¿Qué quieres realmente? —Diarmad miro los libros en los estantes.

—Tu sabes que la antigua emisaria de la manada me enseño lo que pudo...

—Tenías cinco años cuando te enseño, no te acuerdas de nada, así que no, no quiero a uno en práctica—los ojos miel del menor lo miraron con atención.

—Genial, puedes conseguir otro emisario, suerte con eso—paso por su lado, pero Ryan lo detuvo.

—Está obscureciendo, no te puedes ir o te atacaran.

—Que me ataquen, así no estarás una vida unido a un mocoso como yo—un gruñido llego a sus oídos.

—Deja de hablar estupideces, te quedas y te quedas—Diarmad se soltó y le sonrió con burla, algo que molestaba a Ryan.

—Harry me dejara...

—Yo me niego, él no lo hace.

—Mi papá que me busque...

—Soy su alfa, lo mando.

—Entonces a Albert—se le había escapado de causalidad. Veía el ceño fruncido del mayor.

—¿Albert? ¿Quién es él? —oía celos en las palabras de Ryan y siguió con lo que decía para ver la reacción del mayor.

—un Dhampir, mi Dhampir—se alejó instintivamente cuando el mayor gruño.

Estaba claro que iba atacar porque se dejaba llevar por su lado lobo. Garras aparecieron a igual que los colmillos que le crecieron y los típicos ojos rojos de alfa. Estaba molesto, sin decir que celoso también, algo que el mayor no aceptaba.

—¿Tu dhampir? —tenía que ponerse firme o el lobo se aprovecharía de su debilidad.

—Mi dhampir, mi amigo de la infancia que me protegió del ghoul en el colegio, si no fuera por él estaría muerto—sintió la pared en su espalda.

—No ves que quiere lo mismo que el ghoul, tu sangre ¡Tú! —intentaba soltarse del agarre del mayor.

—Él lo tiene sin necesidad de que lo robe—dio un gemido de dolor cuando las garras se enterraron en su piel.

—¿Es tu novio? ¡Es tu novio!

—¡No! Bájale a tus celos, me lastimas—el mayor lo soltó y miro sus garras, había sangres en ella y eran de Diarmad.

No sabía porque el lobo lo había controlado, pero con solo mencionar a ese tipo los celos lo habían controlado más que nada.

—Yo...—Diarmad lo tomo de la camiseta y lo beso con brusquedad. Sentía el shock del mayor quien volvía a su forma original.

—Nunca seria de otro y lo sabes muy bien, tonto, pero ahora ayúdame con las heridas que tu provocaste—el lobo estaba sumiso y solo asintió.

Crown Town [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora