»Interrogatorio

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Becher solo me observa. Tras mis últimas palabras se ha quedado mudo, tan solo mirándome con una ceja alzada en forma de desafío y burla. Está analizándome, está tratando de encontrar una flaqueza que le permita derribarme. Pero no le daré en el gusto, no demostraré debilidad frente a él.

—Comencemos—Advierto, dándole la señal a Jensen para que comience a grabar—Nombre completo señor.

—Damian William Becher Scott.

—Edad y ocupación.

—Sesenta y ocho años, ex agente del FBI, ex comandante en jefe, desde 1999 al año 2010.

—Señor Becher ¿Sabe usted por qué está el día de hoy en la sala de interrogatorios?

—En un pequeño punto sí, lo sé. Pero me gustaría que lo dejase en claro agente.

—Por supuesto señor. Está usted hoy aquí para ser interrogado sobre su hijo—abro el expediente del hijo bajo su atenta mirada—Joseph Erl Becher Mancchiatto; hijo mayor de tres hermanos y difunto hace treces años debido a complicaciones cardiacas. —Me tomo un momento antes de continuar— Detenido por robo a mano armada, intento de homicidio, secuestro en primer grado y violencia doméstica. Un interesante estilo de vida ¿no señor? —me burlo sínicamente, le noto presionar sus puños —lo curioso aquí es que solo pasó un total de un año y dos meses en prisión por todos sus delitos. Cuando todo sabemos que por cada crimen cometido en esta lista son al menos tres años —Bebo un trago del agua que hay a mi costado, cuando mi garganta está hidratada nuevamente, continúo—Además tengo aquí su muy amplio historial médico y psiquiátrico. Pero dejaremos eso para más tarde, ahora quiero preguntarle algo. ¿Está de acuerdo con ello señor?

—Sí agente—contesta presionando sus dientes y evitando maldecirme como sé que quiere hacerlo.

—Dígame señor ¿Cómo es que las huellas y ADN de su hijo fallecido hace trece años apareció en una escena de crimen y secuestro. Por lo que yo sé y gracias a las clases de anatomía y biología, un muerto no puede estar dejando su ADN en lugares si está enterrado y ahora mismo después de tanto tiempo pulverizado. Créame señor, ya no tengo edad para creer en los zombies y ambos sabemos que si su hijo estuviese realmente muerto no habría podido dejar ADN ¿no?

—Él está muerto—me detiene—Murió en 2002 por problemas cardiacos.

—Lo sé, lo tengo claro y puedo leerlo aquí mismo—señalo el expediente—¿pero sabe otra cosa rara señor? Jamás, en toda su historia médica su hijo presentó algún defecto cardiaco y resulta ser que fue un pequeño bastante enfermizo, y su última revisión médica, dos semanas antes de su "muerte" no mostró signo alguno de fallas cardiacas ¿puede explicarme usted eso?

—No soy cardiólogo agente —bufa burlonamente—No puedo hablarle de ello.

—Una verdadera lástima señor, esto le habría ayudado, pero la cosa va así, su hijo cometió crímenes en donde no fue juzgado de la manera correcta, además hay un informe médico bastante deficiente con una muerte aún más extraña de lo normal. —Continúo.

—¿Y esto que tienes que ver?

—Esto nos dice que la autopsia realizada a su hijo en el momento de su fallecimiento no fue la más profesional de todas. Esto también nos dice que su hijo no está muerto y usted lo sabía.

La expresión de su rostro no tiene precio. Becher me mira con el rostro plagado de sorpresa y humor. Como si le hubiese dicho que me he cogido a su madre. Entonces, lanza una carcajada. Sí, se ríe de la manera más exagerada posible.

Caso 765 » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora