» Hasta nunca maldito infeliz

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Los días posteriores a mi despertar definitivo, comienza toda la etapa de recuperación y rehabilitación. Soy bombardeada por médicos, kinesiólogos, fonoaudiólogos y psicólogos. Cumplo con todo, acostumbrada al continuo cumplimiento de órdenes sin cuestionamiento. Pero eso no quiere decir que por algunos momentos esté realmente harta de todo.

A la semana me dejan ducharme. Es la mejor sensación de mi vida y aunque requiero de la ayuda de una enfermera, se siente como el maldito cielo. Además del bombardeo de médicos y especialistas de la salud, soy bombardeada por mis colegas, amigos y familia. Theo y Willow son los primeros en venir de todos los demás. Abracé tan fuerte a la pequeña que temí por un momento lastimarla. Theo lloró apoyado en mi cuello, pero eso es un secreto entre nosotros dos.

Un mes después del accidente finalmente me dan el alta médica. Aunque continuaré unas semanas más con los yesos y férulas hasta que mis huesos estén completamente alineados y restaurados. Aunque estoy ansiosa por quitarme todo esto, acato la orden y voy a casa. Lo primero que hago es comer la deliciosa comida que Elliot ha preparado para mí, la cual consiste en exactamente lo que quería en el hospital agregándole una hamburguesa doble con queso.

Por al menos una semana nos quedamos todos en casa, eso incluye a Theo, Willow y Harry. Todos estamos en una recuperación colectiva, así que eso incluye grandes cantidades de comida, películas y música.

Sé que todos están intentando recuperarse de lo ocurrido y aunque no será fácil, todos hemos sido recompensados con el regalo de la vida, de continuar respirando. El FBI está en deuda conmigo, así que tengo a mi disposición absolutamente todo, los afectados tienen vigilancia y asistencia psicológica siempre y también soy informada de cada movimiento que se hace con el artillero de la muerte.

Joseph Becher sigue vivo, pero no por mucho tiempo.

Cuando se cumplen exactamente dos meses de mi salida del hospital me informan que la sentencia será llevada a cabo dentro de poco. Es así, como un miércoles por la mañana somos trasladados hasta las instalaciones secretas del FBI. Tienen a Becher bajo muchísima seguridad y casi todos los recursos han sido puestos en él y en mantenerlo en vigilancia extrema.

Desde el momento que pisamos el lugar soy atacada por felicitaciones, saludos y palabras de aliento y admiración. Saludo a todos, incluso si no les conozco o si no he hablado mucho con ellos en mis años de carrera. Mi jefe es quien nos recibe, nos saluda cariñosamente y nos hace pasar a una sala de conferencias, donde se encuentra un juez, un pequeño jurado y muchos agentes y mandamases del FBI.

—Agente Tanner por favor tome asiento—Quien me habla es si no me equivoco el general a cargo de todos los centros operativos del FBI, el jefe de jefes. —Quiero decirle personalmente que estamos muy felices de que esté bien y recuperándose.

—Gracias señor.

—Ahora vamos a comenzar con las palabrerías. —abre una carpeta y nos mira—El caso 765 ha sido un caso que nos ha mantenido al filo durante muchísimos años. Sin tener pistas, sin un solo acontecimiento, temí que el imputado quedase libre y sin culpas por lo que resta de su vida. Pero gracias al trabajo de los agentes y a la incansable investigación de la agente Tanner se ha dado con el paradero y captura de Joseph Becher.

Se toma un momento. Le vemos sujetar su cabeza y presionar sus dedos contra el puente de su nariz. Cuando alza nuevamente la vista es todo absolutamente confuso.

—En mis años de carrera y sobre todo en mis años de alto mando, jamás me ha tocado hacer uso de los recursos y fichajes extremos sobre un imputado. Pero este es el caso. Y lo haremos.

Se abre una puerta, todos volteamos hacia ella y vemos como Joseph Becher es ingresado al lugar completamente esposado.

—Joseph Becher, está hoy aquí para escuchar su condena. Es usted sentenciado a la pena de muerte por los asesinatos cometidos en el año dos mil cuatro contra menores de edad, además de los asesinatos que impartió este año. Se le suma la condena por secuestro, extorción y lesiones de un resguardo nacional, y menores de edad. Además del daño a un agente del FBI. Será usted ejecutado esta misma tarde.

Creo que todo el mundo se ha quedado en shock, incluyendo a Becher. La pena de muerte es algo que no está permitido, al menos hasta donde sabemos. Antes de que pueda decir algo, es sacado de la habitación y nos quedamos los mismos del inicio.

—Sé que muchos se están preguntando lo mismo. Y la respuesta es sí, la pena de muerte ya no es utilizada. Pero en este caso, junto con los jurados y el juez incluido hemos decidido que no hay peor castigo para él que este. Así que se ha tomado la decisión de que a los medios se informará que será sentenciado a cadena perpetua, luego se informará que falleció una vez dentro de la cárcel por misteriosas razones. Pido en todos ustedes confidencialidad y discreción.

Los siguientes minutos nos hablan sobre muchas cosas a la vez. Luego, nos indican que no abandonemos las instalaciones porque en menos de una hora se llevará a cabo la ejecución del imputado.

La ansiedad se apodera de mí. No me he sentido de esta manera hace mucho, y ahora mismo es algo que no me hace mucha gracia. Pero me tranquilizo. Harry mantiene una de sus manos en mi rodilla, no podemos hacer público lo nuestro hasta que todo esté acabado y él retome su vida normal.

Quince minutos antes de que se lleve a cabo la ejecución me preguntan si quiero ver al artillero. Lo pienso por un momento, y me doy cuenta de que sí, quiero verle. Así que sigo a los guardias hasta la misma habitación del comienzo. Él está ahí, encadenado y viéndose miserable. Definitivamente no debería de sentir tanta gratificación al verlo así, pero es inevitable.

—Bueno, pues mira nada más quien está aquí viéndose miserable.

—Agente—murmura. Su voz suena baja casi invisible

—Al fin vas a pagar por todo lo que has hecho y voy a estar en primera fila para presenciarlo.

Me doy media vuelta para irme de allí pero no puedo hacerlo sin antes decirle unas últimas palabras.

—Hasta nunca maldito infeliz.

Esa misma tarde, cerca de las nueve de la noche, muere ejecutado Joseph Becher. Mejor conocido como el artillero de la muerte. Causante de secuestros, muertes y daños hacia menores de edad, resguardados policiales y agentes federales.

Esa tarde, muere la pesadilla de muchos y el tormento de otros. 











 [ * * * ]

No puedo creer que al final, él haya pagado por todo lo que hizo. 

¡Hola! estoy muy contenta de traerles un nuevo capítulo, uno menos de los pocos que quedan para que esto acabe. 

Espero les haya 

Caso 765 » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora