No estaba funcionando. Al contrario, para lo único que parecía servir los constantes esfuerzos de Darío eran para alejar aún más a Ciana. Sí, él se estaba obligando a asistir a eventos que ni soñaría normalmente hacerlo, pero cada vez se cuestionaba más, ¿por qué hacerlo?
Parecía un error. Se sentía así, como... demasiado. Mucho esfuerzo. ¿Valía la pena? ¿Era Ciana siquiera consciente de lo que le estaba costando a él?
Las respuestas parecían ser negativas, especialmente porque podía sentir su incomodidad e inquietud. Era casi palpable su nerviosismo. Ciana miraba a todos lados, impaciente. ¿Buscando a alguien, quizá?
–Ciana –soltó finalmente, controlando en lo posible su creciente fastidio.
–¿Sí, Darío?
–¿Qué te sucede? –inquirió. Ella suspiró, como si estuviera cansada–. ¿Ciana?
–¿Sí, Darío? –repitió, con una mirada nada propia de ella. Casi... divertida.
–No me trates con condescendencia, Ciana.
–No lo hago –espetó. Y sonrió.
Eso fue suficiente. Darío, si no estuvieran en presencia de decenas de personas de los círculos más selectos, habría podido gritar de pura ira. Él, que jamás perdía el control, que no se alteraba en lo más mínimo por nada ni nadie. Esto no era bueno. Esto no era lo que él quería, ni esperaba, de su prometida.
–¿Te parece divertido? –preguntó, apretando la mandíbula.
–¿A dónde han ido? –Era evidente que Ciana no estaba prestando la menor atención a lo que sucedía a su alrededor. Las personas con las que habían estado charlando hacía tiempo que se habían marchado.
–Se despidieron de ti –explicó y arqueó una ceja–. Pero, por supuesto, tú parecías muy ocupada buscando a alguien más.
–No buscaba a nadie –replicó, velozmente. Demasiado rápido.
–Seguro.
–Darío, ¿por qué viniste?
–¿Por qué? ¿Qué quieres decir?
–Tú nunca asistes a estos eventos. Estás retrasado en tus negocios por tu salida del país y sé que preferirías estar en la oficina.
Lo conocía. Por supuesto, sabía lo que sucedía. Ciana no era ninguna tonta. Pero, ¿cómo podía no imaginar las razones para que él estuviera ahí?
–Yo no... –objetó. Ella lo detuvo.
–¿Vas a empezar a mentirme ahora, Darío?
–Sabes bien que preferiría estar en la oficina –admitió.
–Entonces, ¿qué haces aquí?
Darío clavó sus ojos en ella con intensidad, esperando que no tuviera que decir la respuesta obvia a la pregunta que acababa de hacer. Ciana suspiró de nuevo.
–Darío, yo...
No pudo terminar. Un grupo de personas se acercaron a saludarlos, tocando temas un tanto incómodos para ellos últimamente, como sus planes y su boda.
Era evidente que algo no iba nada bien, así que ese era el último tema que Darío quería tratar con nadie. Ni siquiera con Ciana, la verdad. Se estaba complicando. Él no quería nada complicado e impredecible.
¿Era mucho pedir?
Darío hizo lo posible por desviar la conversación hacia temas de negocios. Ciana no tardó en dejar que él condujera la charla, volviendo a distraerse. Buscando a alguien. Posiblemente hallándolo, porque se escabulló de un momento a otro.
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Un amor así (Sforza #5.5)
RomanceHistoria de Darío y Bianca. (Spin-off de la serie de los hermanos Sforza) Darío Zeffirelli lo tiene todo. Un negocio exitoso, una posición social que supone influencia económica, es miembro de una de las familias más consolidadas en Italia y está co...