Bianca lo volvía loco. Hacía que deseara lo que no podía tener. Toda la vida, desde que la había conocido, era así. Ella despertaba sus más secretos anhelos, aquellos que ni siquiera sabía que estaban ahí. Bianca, Bianca... su nombre resonaba en él, como si estuviera grabado en el fondo de algún lugar dentro de su alma y el eco fuera inevitable cada vez que intentaba dejarla atrás. Empleando una fuerza de voluntad que no estaba seguro de poseer.
Frunció el ceño y desvió la mirada. No había contemplaciones tan inútiles como esas. Debía dejarlo estar. Todo pasaría, eventualmente.
–¡Qué increíblemente tedioso! –exclamó su pelirroja acompañante, tapando un bostezo con un ademán elegante y estudiado–. Detesto estas exposiciones, ¿tú no? –dirigió su aburrida mirada hacia él.
Darío arqueó una ceja, reprimiendo apenas la ágil réplica que esas palabras habían hecho que su mente conjurara. No debía y, de cualquier manera, ella no lo habría entendido.
–¿Quieres tomar un café?
–No particularmente, pero estaría bien un té –contestó, a la expectativa.
–Perfecto –replicó Darío en tono aburrido. Cuando ella ladeó el rostro, aclaró–. Puedes marcharte a buscar tu té.
–¿Disculpa?
Bien, quizá no lograría ser cortés ni aunque lo intentara. Qué más daba, su futura esposa debería acostumbrarse. Y evidentemente ella no estaba a la altura. Esbozó una media sonrisa, divertido.
–Vete –explicó y señaló a su alrededor–. ¿Qué estás esperando?
–¡Sí que puedes ser un grosero! ¿Estás seguro de que eres un Zeffirelli?
–Tanto como que tú nunca serás una.
Los ojos de la mujer relampaguearon, furiosos. Finalmente un poco de emoción en esa perfecta cara de porcelana.
–Ahora comprendo por qué estás soltero.
–A tu lado, yo también lo comprendo.
Abrió la boca, pero lo pensó mejor y la cerró. Buena chica. Se giró, alejándose con paso fuerte.
Bien, había sido divertido. Ahora estaba de vuelta en el inicio, necesitando cada vez más una esposa que fuera el inicio de la familia perfecta. ¿Qué iba a hacer?
Como si su cuerpo supiera la respuesta a eso antes de que su mente la admitiera, sus pasos se dirigieron a ella. ¿Quién si no?
Debería alejarse, voltear y hacer de cuenta que no existía. Carraspeó, llamando su atención. ¡Al demonio sus buenas intenciones!
Ella lo miró. Al igual que sus dos acompañantes. ¿Cómo es que no había notado que estaba con alguien más? Esa pareja a su lado, ¿su primo y su esposa? Sí, creía que eran ellos.
Y los tres estaban a la espera de que él dijera algo. Buscó en su cerebro, algo que decir, lo que fuera.
–Gran exposición.
Un comienzo nada brillante y bastante obvio. ¿Qué le sucedía a su mente cuando estaba junto a Bianca? Solía quedarse en blanco y hacía que él luciera como un perfecto idiota.
Además, si esperaba que esa frase fuera suficiente para que alguno de sus tres interlocutores hablara, estaba equivocado. Volvió a carraspear, incómodo.
–Debió ser un trabajo extenuante.
Bianca ladeó su rostro, con genuina curiosidad en sus ojos. Parecía que no daba crédito a lo que veía. Él lo entendía perfectamente, si no recordaba mal, constantemente había solicitado que desapareciera. ¿Y ahora era él quien estaba ahí, hablando sin razón aparente?
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Un amor así (Sforza #5.5)
RomanceHistoria de Darío y Bianca. (Spin-off de la serie de los hermanos Sforza) Darío Zeffirelli lo tiene todo. Un negocio exitoso, una posición social que supone influencia económica, es miembro de una de las familias más consolidadas en Italia y está co...