–Pensé que esto sería mucho más difícil –murmuró antes de volver la mirada a Adelaida Zeffirelli. Darío había pensado que sería mucho más conveniente si él hablaba primero con su abuela, sin Bianca presente. No sabía por qué se había preocupado. Hasta el momento, tras terminar su narración, su abuela se había limitada a pronunciar un muy sentido: "Ya era hora de que te decidieras a casarte". Sí, sin duda había pensado que sería mucho más difícil que esa sencilla aceptación.
–¿Por qué? –su abuela rezongó. Darío sonrió levemente–. ¿Por qué sería difícil?
–Tenía la impresión de que Bianca no era de tu agrado –contestó por lo bajo.
–Tonterías –desechó su comentario con un breve ademán.
–¿Abuela?
–Bianca Ferraz es una joven brillante, encantadora e interesante. No soy ciega ni idiota, Darío. Yo sí que lo noté de inmediato –añadió, burlona.
¿Acababan de insultarlo? Bien, ¿qué más daba ya?
–Ah, ¿sí?
–Sí, Darío. Espero comprendas lo que estoy diciendo.
–Espera. Cuando salí con ella... –Darío calló. Nunca habían hablado de aquella época pasada con su abuela, pero los dos conocían que él otro lo sabía–. La primera vez, quiero decir.
–Nunca dije que ella no me agradara.
–¿No? Creo recordar claramente que...
–Hombres idiotas –masculló, o eso fue lo que creyó Darío–. No era Bianca la que me enfadaba, sino tú, Darío. Tu comportamiento hacia ella, como si fueras un cachorro, la seguías a todos partes, sin darte tu lugar. ¿Qué esperabas que sintiera? No te comportabas como un Zeffirelli –arrugó la nariz–, apenas humano, me atrevería a decir.
–¿Apenas humano? Eso sí que sería ser un Zeffirelli.
–¡Darío! –su abuela exclamó indignada, aunque sus ojos tenían un brillo travieso, que hacía años no veía–. Tú vas a ser mi muerte.
–¿Tú, morir? ¡Vamos, abuela! Sabes que no lo harás jamás. No podrías dejar el legado que tanto te ha costado conservar a un hombre soltero y despistado.
–Él que pronto dejarás de ser –Adelaida arqueó una ceja–. Si es que esta vez eres lo suficientemente inteligente como para conservarla.
–Así es. Ya es mía.
–Eso es lo que ustedes siempre creen –bufó y negó–. ¿Tuya? ¿Sabes que fue ella la que te eligió, no? Desde el inicio.
–Quizá –concedió.
–Estás creciendo, Darío. Me alegro.
–¿Estás orgullosa?
–Estoy cansada –se levantó–. Ya era hora, nieto.
–Abuela –le ofreció el brazo. Ella soltó una risita tonta por lo bajo, pero dejó que la guiara escaleras arriba.
***
–Te dije que iría bien –Bianca pronunció a través del teléfono–. Sí, Darío. No diré que tenía razón. Sí, ya dije te lo dije –escuchó un poco más y reprimió una sonrisa–. No lo sé todo, pero a veces siento que así es –dijo, para fastidiarlo. Al recibir la contestación de él, soltó una risita–. Te amo, ¿sabes? ¡No sé qué haría sin ti!
Después de un largo silencio, sopesando lo que él había dicho, soltó un suspiro y asintió, aun cuando sabía que él no podía verla.
–Lo sé. Es mi turno. Y sabrás como resultó. ¡Deséame suerte! –pronunció antes de colgar y, para no perder el valor, marcó rápidamente. Contestaron–. ¡Hola, hermanita! ¿Puedo ir a verte a tu oficina? –escuchó a su gemela–. Oh. ¿Estás en tu casa? ¿Puedo pasar por ahí? No tardaré, lo prometo.
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Un amor así (Sforza #5.5)
RomanceHistoria de Darío y Bianca. (Spin-off de la serie de los hermanos Sforza) Darío Zeffirelli lo tiene todo. Un negocio exitoso, una posición social que supone influencia económica, es miembro de una de las familias más consolidadas en Italia y está co...