Los vivaces ojos grises de Bianca Ferraz lo atraparon mirándola descaradamente. No había podido evitarlo, era preciosa. Todo en ella gritaba alegría, felicidad, pasión... vida. Se sintió atraído como si una fuerza invisible halara de él y no fuera capaz de resistirse aunque quisiera. Y no quería. No, realmente no quería.
Caminó con paso firme hasta llegar a ella, aun cuando parecía que se caería de bruces en cualquier momento. Se situó a su lado, esperando por algo, aunque no sabía qué. Retiró la absurda máscara que cubría su rostro, tan apropiada para ese baile de disfraces de fin de año, pero que quedaba ridícula en él. Tomó aire, dispuesto a hablar, sin embargo ella se adelantó.
–Hola, extraño –saludó ladeando una sonrisa–. No sabía si esta vez te atreverías a acercarte, ¿sabes?
–¿Esta vez? ¿Qué quieres decir? –preguntó receloso. Podía escuchar la tirantez en su voz pero ella no se inmutó.
–No es la primera vez que me miras desde lejos. Me preguntaba cuánto más tardarías en venir hasta aquí –señaló a su alrededor–. Incluso llegué a plantearme ir hasta ti –susurró.
–¿De verdad? –Darío notó su voz ronca. Ella asintió con los ojos brillantes de risa. Se estaba burlando de él–. Ya veo –gruñó, sintiéndose como un idiota.
–¿Sí? ¿Lo ves? –Bianca elevó sus ojos grises hasta el rostro de él. Algo normal ya que él era mucho más alto. Tampoco llevaba su antifaz–. No te enfades.
–No estoy enfadado.
–Sí, lo estás. Aunque no hay motivo. Me alegro que hayas decidido venir. ¿Vas a presentarte o estás esperando que alguien más lo haga?
–Tienes razón. Soy Darío Zeffirelli –intentó esbozar una sonrisa pero no estaba habituado a hacerlo y estaba seguro que le salió más como una mueca.
–Bianca Ferraz –le palmeó el brazo– pero eso tú ya lo sabes, ¿cierto?
Darío sintió como la sangre subía a sus mejillas, incómodo y avergonzado, como si fuera un adolescente estúpido. ¿Por qué no se había acercado la primera vez que la vio en el museo? ¿Se había sentido intimidado? ¿Había temido que lo rechazara o se burlara de él? Como ahora lo estaba haciendo...
–Relájate, Darío –Bianca entrecerró sus ojos y apoyó la mano en su brazo–. De verdad me agrada que estés aquí.
Él no dijo nada. Bianca apretó su brazo, para que la mirara.
–Eres muy atractivo, Darío –dijo por lo bajo y suspiró–. ¿Qué esperas de mí?
–¿Disculpa?
–¿Por qué te has acercado? ¿Quieres salir conmigo? ¿Besarme? ¿Llevarme a...?
–Basta –cortó con firmeza. Bianca arqueó una ceja–. ¿No puedo aspirar a ser tu amigo?
–¿Amigo? ¿Por eso te acercaste, Darío? ¿Para ser mi amigo? –interrogó burlona.
Darío apretó la mandíbula y permaneció en silencio. ¡No! No quería ser su amigo, quería ser más, mucho más para ella que cualquier otro hombre del lugar. Nunca antes había sentido una emoción tan intensa como al escucharla hablar de Italia, Roma y el latín en una conferencia a la que había asistido. No existían palabras para expresarlo y se había quedado absorto en ella, sus movimientos fluidos y su voz. Sus brillantes ojos grises y su larga melena castaña. Era única.
–Sí, me imaginaba que no –interrumpió Bianca sus pensamientos.
–¿Hum?
–Tu silencio ha sido una respuesta elocuente –vaciló. Carraspeó y le brindó otra sonrisa encantadora–. No tiene importancia, no eres el primero ni serás el último –rió. Una risa tan falsa que Darío la sintió como un golpe directo a su ego.
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Un amor así (Sforza #5.5)
RomanceHistoria de Darío y Bianca. (Spin-off de la serie de los hermanos Sforza) Darío Zeffirelli lo tiene todo. Un negocio exitoso, una posición social que supone influencia económica, es miembro de una de las familias más consolidadas en Italia y está co...