Darío entró en la Mansión Zeffirelli, maldiciéndose a sí mismo en voz baja por haberlo olvidado. ¿Cómo iba a justificar su ausencia a esa cena programada? ¡Demonios! ¿Cómo lograría que su abuela no lo acribillara con preguntas?
–Llegaste temprano, Darío. Eso es de pésimo gusto.
–También me alegra verte, abuela.
–Sí, sí –rezongó la anciana–. ¿Qué haces aquí tan temprano?
–Bueno, yo... –Darío vaciló. Su mente estaba en blanco, aun cuando habría jurado que tenía un plan antes de llegar allí–. Abuela, yo...
–¡Habla! –ladró, exasperada.
–¿Estás bien, abuela?
–Perfectamente –puso en blanco los ojos–. Y, de cualquier manera, es mejor que hayas venido temprano. Hoy no cenamos juntos.
–¿No? –Darío la miró, sorprendido–. ¿Por qué no? –preguntó, antes de pensarlo mejor. ¿Por qué estaba cuestionando algo por lo que debería estar arrodillado, agradeciendo que hubiera sucedido?
–Estoy ocupada.
–¿Tú?
–¡Sí! ¿Por qué estás sorprendido? –bufó, exasperada–. Soy una dama de sociedad, naturalmente estoy ocupada.
–¿En algo importante? –soltó, con un tono discretamente burlón.
–Por supuesto que no. ¿Qué parte de soy una dama de sociedad no quedó claro?
–Ah, lo siento.
–Más te vale.
–¿Abuela?
–¿Sí?
–No más fiestas de cumpleaños, ¿sí?
–No. ¿En dónde estaría la sorpresa en eso? ¡Darío, a veces me pregunto si eres realmente un Zeffirelli!
–Cada partícula de mi ser –gruñó Darío–, lastimosamente –agregó por lo bajo.
–¿Qué has dicho?
–¿Cómo estuvo tu día, abuela?
–¿Cómo crees que estuvo? Aburrido, mortalmente aburrido. Soy una anciana, ¿recuerdas? ¡Qué pregunta tan idiota!
–De acuerdo –murmuró Darío, ocultando su sonrisa de diversión–. Abuela, ¿cómo elegiste a los invitados de aquella fiesta que organizaste?
–¿Cuándo?
–En mi... cumpleaños.
–Como siempre lo hago.
–¿Y eso sería?
–¿Por qué te importa? ¡Ya pasó! ¿Seguirás quejándote?
–No es eso, abuela.
–¿Entonces?
–Hubo ciertas personas... –Darío indicó, pensativo– a las que me pregunto por qué invitaste.
–¿Por ejemplo?
–A Bianca Ferraz.
–Ah.
–Sí –asintió rápidamente, cortando cualquier palabra adicional de la anciana–. Entonces, ¿por qué invitaste a Bianca Ferraz?
–¿No es obvio? –su abuela arrugó la nariz–. Ante todo, debemos guardar nuestra buena imagen.
–Ah. ¿Y eso cómo está relacionado con la presencia de Bianca en mi pretendida fiesta de cumpleaños?
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Un amor así (Sforza #5.5)
RomanceHistoria de Darío y Bianca. (Spin-off de la serie de los hermanos Sforza) Darío Zeffirelli lo tiene todo. Un negocio exitoso, una posición social que supone influencia económica, es miembro de una de las familias más consolidadas en Italia y está co...