La ceremonia, a pesar de todo, fue sencilla e íntima. Eso era lo que Bianca había deseado y Darío estuvo más que dispuesto en concedérselo. Además, era exactamente lo que él quería.
Esperó en el altar, mirando como Bia se dirigía hacia él, con paso firme y elegante mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa muy leve y pequeña, que le llegó directo al corazón. Esa era la sonrisa más maravillosa de Bianca, porque era real. Así sonreía, con cierta timidez, poco a poco... y Darío sentía que la amaba aún más.
Al llegar a su lado, él rompió todas las tradiciones, tomando el anillo y depositándolo directamente en su mano. Bianca lo miró desconcertada, antes de extender la mano y permitir que se lo deslizara por el dedo.
–Es... –negó lentamente, carraspeó y lo intentó de nuevo– maravilloso, Darío. Gracias.
–¿Te ha gustado, entonces? –susurró, viéndose incómodo e inseguro, ante la mirada sorprendida de todos los invitados. Bianca asintió con fuerza.
–Espera. ¿Tiene un significado...?
Su voz fue cortada por el sonoro carraspeo de la persona que iba a oficiar la ceremonia. Los novios miraron con culpabilidad y se pusieron solemnes, al menos Darío lo intentó, pues al observar de reojo a Bianca, pudo ver que sonreía. Ahora sí, ampliamente y de manera traviesa.
–¡Darío! –Bianca lo tomó del brazo y lo alejó de los invitados. Había transcurrido apenas una hora desde que terminara la ceremonia, pero la presencia de Bianca había sido intermitente.
–¿Dónde estabas, Bianca?
–Debía mirarlo. Ahí no podía... demasiada gente alrededor.
–¿Demasiada? Solo tu familia y...
–Exactamente mi punto.
Darío apretó los labios con firmeza, evitando que una sonrisa aflorara. Sabía que no sería bienvenida en ese instante.
–¿A dónde vamos?
–¡Lo he descubierto!
–¿Qué?
–El significado.
–¿Qué quieres decir?
–Sabía que había algo irregular en la superficie del anillo, en cuanto me lo pusiste. ¡Cielos, moría de ganas de quitármelo y verlo detenidamente! ¿Cómo pudiste no decírmelo?
–Se suponía que era una sorpresa.
–Tiene una inscripción –dijo, sacando el anillo de su dedo.
–Ah. Sí, así es.
–¿Sabes qué dice?
–¿En serio, Bia?
Bianca soltó una pequeña carcajada y se lo acercó.
–Tienes razón, que torpe.
–¿Por qué tardaste en volver? ¿Tanto te tomó descifrar el mensaje?
–No seas absurdo –resopló, poniendo en blanco los ojos–. Estaba tratando de detener mi llanto y luego debía componer mi maquillaje.
–Ah. ¿Te amo, sabes?
Bianca sintió que, nuevamente, sus ojos se llenaban de lágrimas.
–¡Darío! Ahora, no.
Darío clavó con más fuerza la mirada en ella y, esta vez, soltó una carcajada.
–¿Ahora no? Entonces, ¿cuándo?
–¡Cuando no me sienta tan emotiva! Rayos, Darío Zeffirelli.
–Te amo –repitió Darío, porque simplemente no podía evitarlo. Y, cuando eso no fue suficiente, la tomó entre sus brazos y la estrechó–. Siempre, Bianca.
–Sí –finalmente susurró y se puso de puntillas para besarlo–. Nemo nisi mors –musitó contra sus labios.
Esa era la inscripción del anillo y, en el fondo de su corazón, Bianca sabía lo que significaba. La aceptación tan grande y lo que les había dado valor para confesar sus sentimientos en voz alta. Ella había esperado. Él había llegado. Se habían aceptado. Y nada lo decía de mejor manera.
Nemo nisi mors.
Nadie excepto la muerte. Nada nos separará. Y, mirándolos abrazados como si fueran las únicas personas en el mundo, nadie se atrevería a dudarlo.
FIN
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Un amor así (Sforza #5.5)
Любовные романыHistoria de Darío y Bianca. (Spin-off de la serie de los hermanos Sforza) Darío Zeffirelli lo tiene todo. Un negocio exitoso, una posición social que supone influencia económica, es miembro de una de las familias más consolidadas en Italia y está co...