¡De cena a una pijamada!

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— ... — El azabache, después de ganar él solo por décima vez, paseó rápidamente su mirada por la ventana y logró observar pequeños pedazos de hielo cayendo—. Ah, está granizando.
—Lo siento, Hibari-san — se disculpó Tsuna sin quitarle la mirada a la pantalla del televisor—. Te prometo que será la última vez que moriré.
— ¿Herbívoro, quieres seguir jugando? — Hibari se sorprendió al escuchar el comentario del castaño; pensó que, después de haber muerto tantas veces a mitad del camino, ya no querría jugar más.
— ¿Ah? ¿Hibari-san, ya no quieres jugar? — Sawada le dedicó una mirada triste al carnívoro después de haber pausado el juego; se estaba divirtiendo y no quería que aquello acabara.
—Sí quiero — Kyoya accedió fácilmente ante la mirada del castaño, dejó escapar un suspiro y observó el reloj que llevaba en la muñeca—. Herbívoro, necesito ir al baño.
— ¡Por supuesto! — El castaño se levantó de un salto y, tomando al azabache de la muñeca, corrió hasta la puerta del baño sin soltar al contrario—. Aquí es.
—Hm — Hibari entró rápidamente el baño, puso seguro a la puerta y pegó su oreja en ésta; las cuatro horas ya se habían acabado, pero quería toser sin que el herbívoro se diera cuenta de esto.
El joven Vongola caminó a la cocina, sacó un par de latas de refresco y volvió a la sala; nunca se imaginó que la pasaría tan bien con el demonio de Namimori. El cielo se iluminó cuando un rayo cayó provocando que la electricidad se cortara, fue en ese momento cuando Tsuna se percató del cambio climático; había retenido a Kyoya el tiempo suficiente para que le fuera casi imposible irse. Sawada empezó a sudar frío y caminó un poco hasta que escuchó algún objeto caer; no le gustaba la oscuridad y mucho menos cuando estaba solo.
— ¡¡HIIIII!! — Chilló el castaño dejando caer las dos latas que llevaba en las manos y empezó a caminar lentamente hacia el baño—. ¿H-Hibari-san, eres tú?
—Herbívoro — el azabache tocó el hombro del castaño cuando lo encontró a pocos metros fuera del baño.
— ¡¡¡¡HIIIIIIII!!! — Tsunayoshi se agachó para abrazar sus rodillas y empezó a temblar del miedo; por un momento pensó que tendría otro encuentro con un fantasma—. ¡N-No te comas mi alma!
—Tranquilo, soy yo — Hibari estiró su mano para ayudar al castaño a levantarse e hizo una pequeña risa casi inaudible—. Los fantasmas no existen.
— ¿Eh? Eso es mentira — Sawada tomó la mano del contrario y se levantó lentamente hasta quedar a su altura normal—. Una vez un fantasma intentó llevarme a su dimensión.
— ¿En serio?
— ¡Sí! Pero Bianchi lo detuvo.
—Hm... ¿cómo?
—Utilizó su poison cooking.
—Hm.
—Pensé que desaparecería.
—Hm.
—Hibari-san.
— ¿Hm?
—Nada...
—Hm.
Tsunayoshi se quedó callado, quería preguntarle tantas cosas para poder tener una buena conversación, pero la seriedad del carnívoro se lo impedía; un celular empezó a sonar provocando que el castaño se sobresaltara y buscara en sus bolsillos el aparato electrónico.
— ¿D-Diga? — Sawada contestó el teléfono sin haberse fijado en el número que le estaba marcando.
¿Estás bien, Dame-Tsuna? La luz se fue en el restaurante, supuse que también se fue en la casa — la voz de Reborn se hizo escuchar a través de la bocina del móvil; parecía estar preocupado por su alumno, pero a Tsuna no le pareció así—. ¿Hibari sigue contigo?
—Sí, está aquí.
Quiero hablar con él.
— ¿Bueno...? — Tsuna le dio el celular al azabache y se le quedó mirando para saber que era lo que quería su tutor con su guardián—. Reborn quiere hablar contigo.
— ¿Hm?
Hibari, me sorprende que sigas con Tsuna.
—El herbívoro quería jugar un videojuego.
Bueno... ¿podrías asegurarte de desconectar los aparatos electrónicos? Estoy seguro que el bueno para nada de Tsuna no ha hecho nada, más que llorar.
—Bien, hasta luego — Kyoya finalizó la llamada, le devolvió el celular al castaño y empezó a caminar hacia la sala para desconectar la consola junto con el televisor.
— ¿Uh? ¿Qué haces? — Inquirió un Tsuna curioso mientras seguía a Hibari por donde fuera.
—Disminuir las posibilidades de que un rayo caiga en la casa.

Al terminar de desconectar todo los electrodomésticos, Hibari caminó a la puerta principal y tomó su paraguas; nunca pensó que se quedaría tan tarde.
—H-Hibari-san... — Tsuna se acercó temorosamente al azabache y lo sujetó suavemente de la camisa—. Es peligroso que vayas afuera.
— ¿Hm?
— ¿Por qué no esperas a que la tormenta se calme?
— ¿Herbívoro, aún tienes miedo?
—N-No... — Tsuna, avergonzado, desvió la mirada y dio un paso hacia atrás—. Si te pasa algo lo más probable es que me culpen a mí...
—Mentiroso — Kyoya dejó el paraguas donde estaba y caminó a dirección contraria de la puerta—. ¿No tienes sueño?
—Ahora que lo mencionas... sígueme — Tsuna caminó escaleras arriba hasta llegar a su habitación donde extendió un futón en el suelo y dejó una almohada junto con un cobertor liviano—. Puedes dormir aquí o en mi cama... Eh... creo que tengo una pillama que me quedó grande que puedo darte...
— ¿Hm? ¿El bebé no se enojaría si duermo aquí?
— ¿Reborn? No creo — Tsuna sacó de su armario una pillama nueva y se la entregó al carnívoro—. Siento que tengas que pasar la noche aquí.
—Sólo hasta que la tormenta acabe — musitó Hibari casi para sí mismo, dejó la pillama sobre la mesa y empezó a quitarse la camisa que llevaba puesta.
— ¡¡HIIII!! ¡H-Hibari-san! — Sawada se ruborizó completamente, cubrió sus ojos rápidamente con ambas manos y retrocedió hasta que su espalda chocara con la pared—. N-No te desvistas sin avisar.
—Los dos somos hombres, ¿qué tiene de malo? — Hibari terminó de cambiarse, dejó su ropa doblada sobre la mesa y quedó pensativo con lo que había dicho; los dos son hombres, ¿cómo rayos iba a hacer funcionar su plan para enamorar a Tsuna si ese detalle era un gran estorbo?
—Eh... ¿no te da algo de vergüenza? — El décimo Vongola quitó las manos de su rostro lentamente y empezó a buscar la pillama que usaría.
—No — Hibari se sentó en el suelo mirando a la pared y dejó escapar un suspiro—. Cambiate rápido.
—Si dices que no tiene nada de malo, ¿por qué te volteas cuando voy a hacer lo mismo? — Tsuna hizo un tono de ironía en su voz, se quitó la camisa que llevaba y tomó la camisa que usaría para dormir.
—Hm... ¿Estás diciendo que quieres que te vea? — Kyoya hizo un ademán de querer voltearse, pero siguió con la mirada en la pared—. Supongo que para ti no hay problema porque siempre estas corriendo por la ciudad semidesnudo.
— ¿E-Eh? — Cuando Hibari hizo el ademán el castaño se asustó levemente haciendo que cayera al suelo, las mejillas de Tsuna proyectaron un intenso color rojizo tras escuchar el comentario de Hibari y dejó la camisa que se estaba poniendo a mitad del torso—. Ouch.
— ¿Estás bien, herbívoro? — Kyoya se vio obligado a levantarse e ir con el joven castaño para asegurarse que estuviera bien; cuando la mirada de Hibari detectó al contrario en el suelo, el guardián de la nube no pudo evitar ruborizarse.
Tsunayoshi parecía tan tierno como había caído al suelo que Kyoya dudo en ayudarlo, Hibari sintió como su corazón se aceleraba levemente.

Al día siguiente el castaño fue despertado por su sádico tutor quien le brindó una patada en la espalda provocando que éste cayera de cabeza al suelo.
— ¡Reborn! — Se quejó un Tsuna medio despierto mientras se levantaba ejerciendo algo de esfuerzo y recorría su habitación la mirada—. ¿Y Hibari-san?

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>:3 espero les sea de su agrado ❤
Gracias a todos por seguir leyendo ❤✨
Nos vemos en la próxima!! ❤❤

La extraña enfermedad de Hibari. [1827] -Yaoi-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora