Trabajar bajo presión y sobre todo hacerlo bien, es una gran habilidad reconocida por muchos y que la vida de todos agradecerá de una u otra forma.
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– ¡Makishima! –una enfermera se acercó corriendo a él en cuanto cruzó la puerta de las oficinas, estaba alterada y tuvo que respirar un par de veces para calmarse.
– ¿Mia?, ¿qué es lo que pasa? –se apresuró a salir y caminar por donde la había visto llegar.
–Acaba de ocurrir un accidente en el metro, han habido demasiados heridos, necesitamos de muchas manos para atender a los que llegan y todos parecen haber desaparecido.
–Tranquilízate, por favor. ¿Cuántas son las víctimas?
–Tenemos a 15 personas adultas con lesiones bastante graves la mayoría son quemaduras y cortes provocados por el filo de los vidrios; 31 con unas cuantas fracturas sin complicaciones y... no tenemos un número concreto de cuántas han perdido la vida.
El doctor comenzó a sudar y sus ojos recorrieron la sala de espera, todo era un completo caos; enfermeras de un lado a otro con medicinas, recorrían todo el gentío aglomerado, cargadas de gasas, inyecciones, frascos y una expresión de seriedad total. Las personas se gritaban entre sí, unos cuantos doctores a tope con indicaciones entre ellos, otros estaban con la mirada perdida, mientras que la sangre era un espectáculo mayor sobre las piezas blancas del suelo. Nadie se hubiera esperado tal suceso en un pequeño hospital como aquel, a todos les había tomado por sorpresa.
–Llamamos a algunos doctores de otro sector para que ayudaran –Mia seguía revoloteando a su alrededor–. Llegarán enseguida.
–De acuerdo –Makishima puso de inmediato manos a la obra, sentía a Gabriel detrás observando sus movimientos, su mente pronto puso más atención a los heridos Había demasiada gente, todas con algún dolor, todas tan tristes. Se concentró para unirse a unos paramédicos que traían a un hombre con el torso vendado, y empapado en sangre.
Presidió de unos guantes de inmediato. Aquel hombre moriría pronto a menos que recibiera una transfusión inmediata. Esta no era tarea para los únicos cinco médicos del lugar. Era demasiado temprano y ya estaba ocurriendo una emergencia. Hoy viernes 13, con prejuicios e ideas creativas para tener pensamientos fuera de lugar.
Todo le indicaba que mientras menos conociera sobre los que llegaban por montones por la puerta de entrada, su conciencia descansaría mejor.
*****
– ¡Makishima!–. Escuché que me llamaban, atareado, volteé para encontrarme con unas manos milagrosas–. Aquí estamos, les apoyaremos.
–Muchas gracias, Ukio –la ayuda que Mia había prometido se presentó, se trataba de una compañera del hospital del Este que se encontraba a varios kilómetros pero aun así, habían llegado justo a tiempo.
– ¿Qué tienes para nosotros? –traía detrás a unos serie compañeros, todos se entretuvieron de inmediato–. Mia se escuchaba muy preocupada cuando nos habló por teléfono.
–Y con toda la razón... esto es demasiado paranosotros –de reojo pude verla tomar unas gasas cercanas y para acercarse al paciente que estabafrente a mí, habían llegado más pacientes desde los últimos quince minutos yparecía empeorar, pero ahora que contábamos con esa ayuda extra, todo parecíatener un poco más de luz.
– ¿Pero qué sucedió? –atendía a una chica que debía rondar los dieciséis años, la misma edad de Mariam. La joven estaba inconsciente y tumbada en el suelo sobre una camilla, traía el uniforme de una preparatoria muy alejada.
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Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETA
Espiritual¿Cómo justificas a un asesino? Así es como comienza esta historia, para justificar a los "Hijos Divinos", los asesinos de criaturas conocidas como "Libros": quiénes provocan catástrofes para alimentarse de los sentimientos negativos de los humanos. ...