54-Daño crítico

292 48 0
                                    

La batalla continuaba, ningún bando parecía querer darse por vencido. Todos estaban agotados, heridos, viendo a sus amigos y Hermanos caer. Desfallecer hasta perecer en una terrible muerte, pues matar a seres inmortales era doloroso para ambas partes.

Makishima y Rafael seguían casi en la misma sintonía, eran los únicos a los que veías sin dejar de moverse para descansar. Estaban en medio de todo para que los mirasen, para que supieran quien perdía y quien ganaba, quien sangraba más y quien tenía más heridas rozando lo mortal.

Debo decir que el chico que llevaba una semana siendo Divino era al que le costaba más recuperar el aliento.

Ambas espadas empuñadas por cada líder, estaban hechas para matar criaturas místicas, para azotar a quienes se rebelan contra el Escritor. Edén era ardiente y llamativa, mientras que Venganza, que es como se conoce a la espada de Rafael, era cegadora y muda.

Makishima jadeaba mucho, temblaba, sangrando por los elementos, casi sin usarlos en verdad. No confiaba mucho en ellos, los utilizaba inconscientemente y en otras ellos se movían para ayudarle. Recordando maniobras y movimientos, no cedería, pero la batalla estaba durando demasiado y sabía que nadie podría interferir para ayudarle, ninguno estaba a la altura de Rafael. Ni a la suya.

No hablaban, solo seguían golpeándose violentamente. Cayendo a tierra, rompiendo rocas, enviándose tornados de aire, aplastando todo a su paso con una destrucción monstruosa. Casi no quedaban árboles en varios kilómetros alrededor, el agua del mar había retrocedido igual varios kilómetros, el cielo era gris y oscuro, la tierra estaba cubierta por una capa de cenizas.

Había momentos en los cuales Makishima terminaba en el suelo, habiendo caído varios metros sobre su espalda y aunque las alas se llevaban la mayor parte del golpe, seguía doliendo un infierno. En esos momentos era cuando deseaba fervientemente quedarse acostado y esperar a que alguien más terminara con esto, vomitar la bilis de su estómago y desquitarse golpeando la tierra con los nudillos, disculparse por no poder terminar con todo más rápido, por quedarse inmóvil mientras muchos morían a su lado.

En uno de esos pensamientos, Rafael se dejó caer sobre él, dispuesto a ensartar a Venganza en su pecho...

¿Sería mortal dejarlo hacerlo?

Makishima sabía que no lograría detenerlo por sí mismo, ya era demasiado tarde para él, cerró los ojos con fuerza esperando resignado el golpe que nunca llegó. Aguantó la respiración, pensando en una forma de hacer un escudo con los elementos que seguramente Venganza atravesaría con su filo.

Sacó el aire de sus pulmones y no se movió.

Pasados unos segundos abrió los ojos, para encontrarse con una de las peores escenas, una que le acompañaría para siempre. No podía ver a Rafael, pero sí su espada, estaba completamente llena de sangre, pero no sangre de Makishima.

–Gabriel –murmuró sin poder creerlo. El Arcángel menor había detenido la espada del Impostor, pero a un precio muy elevado.

–Ed... –Gabriel, aun con la espada en el pecho, cayó al suelo.

Rafael le arrancó la espada de las costillas con despreció, tomando distancia para observar la reacción de Uriel, sin dejar de sonreír como el psicópata que era.

Con la boca abierta Uriel no podía gritar, simplemente observó cómo Gabriel ya no se movía y quedaba tumbado en el suelo a su lado. Todo perdió interés para sí. Su visión se nubló, se sentía bajo el agua, el sonido no llegaba hasta él. Simplemente imágenes borrosas que no quería procesar, el tiempo parecía transcurrir con lentitud. 

Confusión total y Gabriel en el suelo. Sin respirar, sin moverse y sin vida.

Mercy corrió para socorrer a Gabriel. Cuando Makishima la sintió cerca gritándole algo que no descifró, volvió de golpe a la realidad. Todos habían sentido vibrar la tierra cuando la primera gota de sangre chocó contra el suelo.

Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora