Día 8
De pronto unas campanas resonaron por todo el lugar, poniendo en alerta inmediata a todos. El estridente sonido llegó hasta Uriel mientras comía rodeado de un grupo de compañeros.
Los había tomado un poco por sorpresa.
Se reunieron de inmediato a las puertas del lugar; ese momento era altamente esperado, pero cuando por fin había llegado les sobrecogió un instante de duda. A las órdenes de Miguel, se reunieron para no perder detalle de lo que pasara. Trajeron en seguida las armas para la batalla; se armaron con gran ímpetu y nerviosismo. Era hora de probarse a sí mismos.
En cuanto a nuestro querido y amado Makishima, sus manos ya sudaban cuando el Escritor comenzó a descender acompañado de su séquito, que consistía en un gran número de Divinos que alardeaban de sus alas con soltura. A diferencia de Yoleida quien era sostenida por Abraham.
Todos los Divinos liberaron sus alas, incluyendo a Uriel. A quien la espada casi se le resbala por completo cuando vio detrás de Rafael aparecer a casi una docena de enormes personas parecidas a estatuas.
–Ángeles –murmuró impresionada la esposa de Miguel.
– ¿Son temibles? –logró escupir Uriel.
–Son bichos gigantes sin un alma o ego, es por eso que no mueren por mucho que ataques. Solo tiene doce, porque no puede controlar a los millones que dejó el anterior Escritor. La mayoría están automatizados para hacer su trabajo en la tierra y el Cielo...
Pusieron atención al Escritor que ya llegaba hasta ellos. A pesar de la gran protección que llevaba encima como armadura, sus pies iban descalzos y tocaron el piso torpemente; sus uñas igualmente barnizadas en negro. No guardó sus alas.
– ¡Vaya! Hacía tiempo desde que no estaba en la Tierra –la primera frase dicha y la Tierra le reconoció para darle la bienvenida. Observó alrededor sin examinar, solo paseando la mirada, topándose con el ejército rebelde, sonrió–. Veo que tienes a Edén–. Makishima le encaró con la espada en las manos–. Aparta esa "cosa" ridícula de mí–. Makishima no obedeció, pero sintió que su arma era un chiste, Edén no se lo permitió ni por dos segundos–. Mis deseos más sinceros son que con una gran batalla TODOS entiendan que no hay otra forma para continuar con vida, más que seguir mi voluntad. Si quieren librar esta batalla se deberá incluir a TODOS. Esto fue lo que acordamos, ahora... los que quieran seguirme, es su momento para recapacitar sobre sus decisiones y escoger lo mejor para sus vidas.
Un silencio de duda danzó entre los menos temerarios y de corazón débil. Algo ya planeado en la inmortal mente de todos.
– ¡Muchas palabras y poca acción! –una voz conocida para pocos, el primer atrevimiento directo contra Rafael.
–Hemos venido porque estamos convencidos sobre lo que creemos –ante todo defenderán lo que poseen.
– ¡Así es! –hasta los más jóvenes estaban preparados y listos.
–No tienes el mínimo derecho para mandar sobre nosotros –cada palabra elevaba sus ideas, no darían su vida por cualquier capricho.
– ¡No te tenemos miedo! –arriesgarse no les atemorizaba.
Pero al Escritor no le preocupaba, la mayoría de los aliados rebeldes nunca le tocarían.
–Pues arderán todos juntos –parecía no haber planeado encontrar tanta contrariedad. Estaba encantado, mientras más muriesen ese día mayor respeto ganaría.
– ¡Rafael! –Makishima tomó la palabra–. Tus acciones no son razonables, te basas en la eliminación de toda una especie para que una supuesta paz implantada con mano de acero sea lo que cubra a nuestro mundo, y que esto pese sobre los humanos. Al final solo traerá más desdicha y corazones rotos...
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Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETA
Spiritual¿Cómo justificas a un asesino? Así es como comienza esta historia, para justificar a los "Hijos Divinos", los asesinos de criaturas conocidas como "Libros": quiénes provocan catástrofes para alimentarse de los sentimientos negativos de los humanos. ...