Día 2
Cuando sintieron que el tiempo congelado en sus mentes había sido un poco largo, un preocupado Makishima deshizo la cómoda escena y procedió a vestirse apresurado, mientras Gabriel con una mueca de insatisfacción le observaba caminar por todos lados, buscando la ropa que les habían dado ayer.
–Parece que solo me tientas con tus movimientos –murmuró Gabriel con voz afectada por el sueño.
–Parece que sigues dormido –había logrado encontrar el pantalón, se sentó en la punta de la cama para ponérselo–. Vamos, levántate también, ya debe ser tarde.
–Si lo hubiéramos "hecho" anoche, no podrías moverte ahora –no se movió para obedecer a sus preocupaciones.
–Necesitaba mis caderas en buen estado.
–Solo iba a ser un poquito –rodó, cubriéndose el rostro con los brazos, no quería perder el calor de la cama, pero el cuerpo de Makishima se había llevado gran parte de este.
–Ja. ¿Se supone que me crea eso? –una sonrisa jovial acompañó sus movimientos mientras se colocaba la camisa. ¿Cuándo había llegado tan cerca de la puerta?
–Makishima–. El alegado volteó con la sonrisa todavía en los labios–. No quiero salir –deletreó sin hablar. Makishima le ignoró cambiando su expresión.
–Solo vístete–. Eso definitivamente fue una orden.
–Sí, sí, si... –pesadamente se impulsó hasta el borde de la cama, bostezó un par de veces y se levantó para recoger su ropa, lo primero que se puso fueron los calcetines, aún tenía frío. Pasados unos minutos recogiendo y coleccionando toda su ropa, Gabriel se atrevió a decir lo que rondaba por su mente desde hacía unos días–. Makishima –cuando le miró no supo cómo continuar–. ¿Quieres casarte conmigo?, porque quiero casarme contigo–. El Mestizo no procesó nada de lo que decía. Gabriel hizo un intento por seguir–. Quiero que seas mío y solo mío, que nadie más pueda tenerte, no quiero que te alejes nunca más. Pensar en eso me hace sentir una profunda desesperación. Quiero que me pertenezcas solo a mí, suena autoritario, pero no cambiaré de opinión.
El silencio fue la única respuesta rápida que obtuvo.
Había atrapado con la guardia baja al chico médico, eso le agradaba, pero la posible negativa seguía presente y apuñalando su corazón, una y otra vez.
–No, definitivamente no digo que no, solo debo pensarlo un poco. ¿No creo que sea un buen momento? –su proposición le tomó completamente por sorpresa, no es que no hubiera pensado sobre eso... pero ni siquiera estaba seguro de lo que sentía–. Digo, tengo a un demente tratando de matarme –no necesitaba comprometerse a más complicaciones–. ¿Por el momento te basta con una promesa?
–Me basta con tu sonrisa –dijo embobado. Decía la verdad–. Aunque anoche estuvimos a punto de hacerlo.
–De verdad te necesito –ignoró lo último que había mencionado el Divino–. Quisiera que me enseñaras más a ser un Hijo Divino.
–Considero una ofensa enseñarte a ser quien eres, ignora todos tus pensamientos negativos, solo sé el Hijo Divino... mitad Libro, que desees ser–. En los ojos Mestizos vio que eso no era lo que quería oír–. Prometo protegerte pase lo que pase.
–Sé que siempre podre confiarte todo de mí –su mirada de aceptación entre palabras de dulzura fue reemplazada por sus complicados pensamientos–. Gabriel –se aferraba a sí mismo–, debiste verlos –ocultó sus ojos bajando la mirada–, le... le obedecen ciegamente, no por creencia... realmente le temen.
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Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETA
Espiritual¿Cómo justificas a un asesino? Así es como comienza esta historia, para justificar a los "Hijos Divinos", los asesinos de criaturas conocidas como "Libros": quiénes provocan catástrofes para alimentarse de los sentimientos negativos de los humanos. ...