A veces nuestros planes caen frente a nuestros ojos, se deslizan por veredas improbables, hasta que es demasiado tarde para verlas venir.
¿Cómo se previene entonces?
¿Es nuestra obligación dejarnos llevar sin resistencia?
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-Makishima de prisa, debemos salir de aquí de inmediato. No tengo idea de lo que está pasando en el Cielo, pero no es nada bueno. Además se han enterado de mis sentimientos y no lo tomaron de buena manera. Agarra lo que sea necesario, podemos irnos a otro continente no habrá problema, puedo crearte una nueva vida. Podrás regresar aquí cuando pase un tiempo, pero es a costa de esto... -al fin se dio cuenta que la casa estaba a oscuras-. ¿Makishima? -nadie contestó-. ¿Edgar? ¿Dónde carajos estas?
Un presentimiento le hizo buscar su cuaderno. La Dádiva, había cambiado el último nombre, se pasó una mano por el cabello, completamente anonadado. Ahora se trataba de un sujeto en Bolivia. Ya no tenía razones para estar en esa casa. Aún había tiempo para ejecutar el juicio, la prioridad era encontrar a Makishima.
Temblando tanteó en busca de su teléfono, marcó el número que jamás había marcado pero que sabía de memoria, el número de Edgar.
-Contesta, por favor -tras unos segundos con el tono de espera, una voz saltó para asegurarle que el usuario no estaba disponible-. ¡Demonios! -caminó por la habitación en círculos, desesperado y sin un plan en mente-. ¿Dónde estás? -preguntó al cielo detrás del techo.
Con la mente fuera de lugar, no había notado la hoja sobre la pequeña mesa de la sala, la tomó sin cuidado para leer:
"Gabriel, si regresas y no estoy, espero esta nota cause más suspenso que alivio. Estoy bien, por eso no tienes que preocuparte. Solo te pido me permitas desaparecer.
Edgar."
La arrugó con su puño y la arrojó lejos.
-Ese inútil.
*****
Mientras, en la casa que compartía Yuusuke con Azazel, comenzaba esta conversación.
- ¡Oye! -llamó, el demonio le miró, siempre perdido en sus pensamientos infernales-, Makishima me envió un mensaje despidiéndose -enseña el móvil. Preocupado por lo que decía.
-Qué extraño -fingió que le daba igual. El humano le miró interesado.
- ¿Qué sabes?-. Azazel a veces se sorprendía de lo bien que podía ponerse serio en cualquier situación. Labios fruncidos, cejas rectas y una cara de póker.
- ¿Cómo sabes que sé algo? -se alarmó. Luego de una rápida lectura facial a Yuusuke, se dio cuenta que era imposible para él saberlo, se maldijo mentalmente.
-Ahora escúpelo.
-Está bien -se sentó junto a él, uniendo sus propias manos mientras respiraba para soltar-. Tu amigo es un Hijo Divino, y uno con el derecho privilegiado de convertirse en Escritor.
- ¡¿Qué?! -saltó-. No puedes estar tan tranquilo un momento y luego soltar eso. ¿Es en serio?, y disculpa mi estupidez pero ¿qué es un Hijo Divino?
-Lamentablemente sí, todos le quieren dar caza -volvió a darle poco interés y no explicó nada-. Qué bueno que decidió escapar.
-Pero... un momento -se interrumpió-, tengo otro mensaje -pero se equivocaba y con una seña volvió a disculparse antes de contestar la llamada-. Buenas noches, señor Battler-. Azazel estaba fastidiado de cómo se cuadraba aun cuando el sujeto al otro lado de la línea no lo veía-. ¿Ahora? -cruzó miradas con el chico Demonio, quien solo se encogió de hombros-. No, no tengo nada, señor-. Azazel podía oír un suave susurro con órdenes-. Ahí estaré, esperaré el mensaje con los datos...
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Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETA
Espiritual¿Cómo justificas a un asesino? Así es como comienza esta historia, para justificar a los "Hijos Divinos", los asesinos de criaturas conocidas como "Libros": quiénes provocan catástrofes para alimentarse de los sentimientos negativos de los humanos. ...