52-Calma

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Día 7

Pasó el tiempo; controlé el Aire, la Tierra y el Agua, así como la mayoría de mis elementos secundarios, pero el Fuego era caprichoso y solo prefería a Rafael. La Luz era lo más cercano que tenía, era igual de poderosa que la Oscuridad que seguía a mi oponente y ahora también a mí.

Antes de que la madrugada nos alcanzara Verónica fue a buscarme a la biblioteca, sacándome de mis pensamientos, pues no había dormido mucho, en realidad solo pensaba con los ojos abiertos.

Me llevó a la playa, donde estaban todos los Divinos. De verdad, estaban TODOS los que conocía y no planeaban matarme, o al menos no en voz alta. Pude reconocer a la mayoría pues la Asamblea me había permitido conocerlos y los Divinos más pequeños que no habían acudido se entrenaban a mi lado diariamente.

Así, envuelto entre la multitud me llevaron a un lugar entre la arena, parecía reservado solo para mí y no podía quejarme, Gabriel estaba a mi lado.

En cuanto me senté la música inició con tambores y caracoles marinos. Sonreí cuándo, cómo por encanto, mi mente se puso en blanco para concentrarme en mi respiración. Cerré los ojos, el mar arrastraba junto a sus sonidos mis preocupaciones. Pasaron diez, veinte, treinta minutos y TODOS seguíamos en sintonía, recibiendo a los cuatro principales elementos, Aire, Tierra y Agua... el Fuego fue obligado a aparecer con sus hermanos, pues mis amigos Divinos hicieron una hoguera. El Fuego aceptó estar presente, de muy mala gana.

Cuando uno de los niños me tendió una de las caracolas para que intentara hacerla sonar, la reverencia se perdió pues solo hice un ruido terrible de estar soplando en vano. Casi muero de la vergüenza por provocar risas de adultos y niños. Gabriel fue el único que no dio ni una sonrisa.

Ese fue el final de la meditación matutina en grupo, puedo decir que estábamos totalmente satisfechos.

Mis compañeros se despidieron para seguir con lo suyo.

Decidí esconder el dolor de espalda de los duros entrenamientos, adentrándome en mundos desconocidos, rodeándome de libros escritos en más de mil idiomas diferentes. Era sorprendente que con mi nueva condición pudiera aprender conocimiento de manera mucho más fácil, ya había aprendido a leer en turco, hebreo, francés, inglés y chino. Tomé prestado gran variedad de obras y me encontraba leyendo en mi habitación. El silencio es mejor para la heurística apresurada.

Incluso había encontrado datos sobre los personajes de Kayley y Mariah, ambos seres que acompañaron al Escritor original y que su tarea era llevar almas a las cárceles celestiales y al paraíso, así como ser el tercer personaje de la Trinidad, lo que algunas religiones llaman "la Historiadora". Un Ángel Guardián. No me atrevía a decirle a alguien que podía verlos, que ellos se me habían presentado hacía mucho y que continuaban hablándome en sueños.

Y aun con todo este esfuerzo, sentía como mis avances no eran suficientes; todavía no era ni media tarde cuando entre el silencio hablé en voz alta.

–Que ni se te ocurra.

Gabriel se congeló a mí espalda, quizá creyó que sería divertido asustarme, le falló, le oía perfectamente ahora. Gracias a la sonrisa en el tono en mí voz, no se preocupó por qué me molestara.

–Ya no necesitas usar anteojos–. Toda mala condición se me curó, incluso las cicatrices de mi infancia.

–Leer sin ellos es incómodo, además no tienen cristal –pasé un dedo por los agujeros en ellos.

–Tengo algo que decirte –el rostro del inmortal más joven era un poema, seriedad y brillo en los ojos; se interpuso entre los libros y yo, acostándose sobre la mesa. Era un niño–. Miguel quiere hacer una celebración. Me pidió que te informara, eres el invitado de honor–. Así que por eso me siguió por todos lados.

Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora