La chica había terminado de hacer dos turnos, porque un compañero de la mañana se había ausentado; no le importaba. Ahora, tras dieciséis horas de trabajo, por fin iba de salida.
Aún llevaba el largo cabello recogido, como camarista y debido a la política del hotel sobre el manejo de objetos. Aunque ya había cambiado el uniforme por un estrecho vestido que marcaba su delgada figura, seguía sintiéndose fuera de lugar entre los atractivos visitantes turísticos que vagaban por la recepción. Despidió de un beso a todos sus compañeros y salió del hotel sin voltear. El agobio mental terminó en cuanto estuvo lejos de ahí.
Ella es una señorita muy alegre, eso dicen todos, además estaba feliz de haber terminado ese turno del infierno. No prestó atención a cómo otros le miraban con diversión o impacto cuando pasaba mostrando una radiante sonrisa. Lo único que quería era estar el fin de semana entre las sábanas mientras comía chatarra y veía series. Sí, toda una señorita.
Mientras se distraía un coche pasó a su lado, demasiado cerca; se estremeció luego de recibir insultos y bocinazos del conductor. Las calles mañaneras y concurridas de Yucatán son aterradoras, más si cruzas periférico pensando en babosadas. Suspiró, debía espabilar.
Hizo unas últimas compras tomándose un largo rato, pagó todo en efectivo y estuvo lista para volver a casa. Antes de entrar a su edificio se topó con un vecino, ella le saludó cortésmente cuando este lo hizo primero; se detuvo un momento pues el chico quiso seguir platicando. ¿Estaba coqueteando?, que va.
Cerró la puerta de casa con un corto quejido, miró alrededor, tenía muy pocos muebles pero no le molestaba. Pronto ahorraría suficiente para marcharse de ahí y evitar la tentación de usar sus poderes entre tantas personas. Sacudió la cabeza para alejar los pensamientos, esos eran días muy en el pasado.
Por mientras, solo comería teniendo muy en cuenta el precio. Bravo Ximena, ¿por eso gastas en dulces y papitas?, reñirse mentalmente no devolvería sus compras a la tienda.
Debía mantener limpio el pequeño apartamento, por lo que antes de relajarse tendría que arreglar y lavar. Se resignó a hacerlo, no había otro día para esto. Cuando terminó con lo que le pareció más importante, se tumbó sobre la cama para comenzar a ver un maratón de capítulos nuevos, invirtió más tiempo ahí que en su limpieza; la noche ya había caído cuando notó la gran flojera que se había echado.
Decidió levantarse para hacer algo provechoso; pero un ruido en su puerta la sorprendió. Eran unos golpes suaves, abrió la puerta sin ver quien era.
Así el chico entró sin poner mucha fuerza, no hacía falta, ella no tenía tanta. De inmediato Ximena comenzó a gritar excusas. ¿Cómo no lo notó antes?, ahora la sola presencia del chico volvía su cuerpo pesado, tembló cuando tuvo que reconocer que tenía a un Hijo Divino realmente poderoso frente a ella.
– ¡Uno de ustedes! –retrocedió aun a sabiendas que no importaba–. ¡No deberías estar aquí! ¡Llevo años sin hacer nada!–. El chico cerró la puerta mientras negaba pausadamente con la cabeza. Ximena le escaneó ¿qué importaba?, como si fueran a reconocerlo luego–. Escucha por favor –hizo un intento de súplica–. ¡Debes juzgarme! ¡No lo has hecho!... ¡debes seguir las reglas!
–Sesenta días –murmuró. El rostro de la joven palideció. Muda y con los ojos llorosos intentó huir, corriendo hacia la puerta, pero él la sujetó por el cuello, lo único que podía hacer era soltar pequeños murmullos casi inteligibles–. Fue demasiado tiempo.
*****
Calor, todo era tan caliente, y el sabor era tan marcado, le tentaba cada vez más. Ardía, ardía demasiado. Una esquina de su chaqueta comenzaba a quemarse por sus propias llamas; pero eso no lo sentía.
A ella debía dolerle más, bueno debió dolerle más, aunque ahora se encontraba descansando para siempre, solo viviría en su propia memoria. Después de acabar con lo que ella sufría, hizo una gran decoración con el fuego, con lo que antes habían sido reconocidos como cálidos brazos y largas piernas; el bello cabello fue peinado delicadamente y adornado con lo que más le gustaba, las típicas pañoletas de colores que usaba continuamente, tampoco había rastro del vestido verde manzana que esa mañana la hizo lucir tan hermosa. La hermosura que llevó a Gabriel a actuar con mayor prontitud.
Ya todo estaba listo, ella parecía saberlo. Así lo interpretó cuando le sonrió tan cortésmente al verse por la mañana, porque le contó de su plan de regresar a casa para una noche en soledad. Por supuesto que ella lo sabía, por esa misma razón Gabriel decidió adelantarse un poco. Ahora, su cuerpo estaba inerte y rojo, bañado por la luz y por la sangre, en aquella ocasión sus guantes ni siquiera se habían salpicado.
Gabriel pensaba que ella estaba de acuerdo, pero Ximena simplemente recordaba la conversación con su vecino sin preocuparse, sin pasarle por la cabeza lo que planeaba Gabriel. Ella solo pensaba en disfrutar su día libre de trabajo para relajarse; ya se había esforzado mucho en la semana.
Ahora, le pertenecía a Gabriel. Su sonrisa y sus ojos, eran solo suyos; para hacer nacer a un Ángel es necesario un Demonio, o al menos eso decían; Gabriel sería el peor Demonio. La guardó eternamente en su corazón, inmortalizándola con fuego protector; había sido bueno, había evitado que le doliera más, había sido bueno, porque ella estuvo de acuerdo, había hecho lo mejor para ella, habría sido peor si no hubiera sido él. Si lloró fue porque estaba feliz de ser de Gabriel, por escapar de aquel destino, por ir a un mejor lugar, estaba agradecida. Extendió su mano mientras era asfixiada y dijo su nombre tan perfectamente que solo sonrió aún más, vio en los ojos de Ximena alegría. Le había dado el mejor regalo, la había purificado, y ya no volvería a estar triste, no volvería a sentir.
Se arrodilló sobre las cenizas y elevó al Cielo una plegaria por el alma de Ximena.
Vueltas, su cabeza daba vueltas, al levantarse con lentitud después de terminar su arte le sobrevino un gran mareo, era normal después de una Purificación. Su piel brillaba ante el calor del fuego, un Demonio en las entrañas del infierno. Su arte había sido completado en un solo momento y con eso planeó retirarse; sus manos, envueltas por guantes blancos, limpiaron el cuchillo con su pañuelo de seda bordado para después guardarlo en la chaqueta
Sacó su celular enchufando los audífonos, se los acomodó tarareando un poco la melodía; salió del pequeño apartamento de lo que antes había sido una chica.
¡Que locura!, no se había corrompido por purificar y tampoco había sido tan difícil como lo había imaginado, de hecho, no se había divertido para nada. ¿Libros que hacía tiempo no consumían sentimientos? Nunca lo eran. La próxima vez lo planearía mucho mejor y se divertiría más. Era trabajo, pero si te gusta lo que haces no lo verás como uno.
La próxima vez...
Se detuvo a mitad de las escaleras, no utilizaba el elevador debido al incendio, revisó en sus bolsillos y sacó un libro de forro negro, tanto que se perdía entre sus manos en medio de la oscuridad del edificio. A pesar de aquella oscuridad, podía leer perfectamente su lista; sacó una pequeña pluma y sobre el nombre de "Ximena 1990" colocó una minúscula cruz, pasó a la última página y en ésta se encontraba el rostro de otra chica, pero el nombre era masculino.
"Makishima 1..." parecía ser japonés, tendría que viajar bastante. ¿Por qué no simplemente ponen en una misma lista a todos los de un solo país?, sería menos complicado así; pero Gabriel no era quien planeaba ese tipo de cosas así que solo podía quejarse en silencio.
Guardó el libro en uno de los bolsillos de la chaqueta y continuó bajando las escaleras, cuando llegó al final, los bomberos comenzaban a entrar por la puerta principal. Nadie notó al hombre de ropa oscura y aura sospechosa que caminaba fuera del edificio, él así lo quiso, y se fue tan tranquilo como había llegado.
_____________
Bueno, primer capítulo... con esto conocemos un poco a Gabriel.
Espero les guste y a lo mismo que el Prólogo, me encantaría conocer sus opiniones e ideas, no se guarden nada, ya que sería genial saber sobre lo que piensan o creen que será el rumbo de ésta historia.
Saludos voten y comenten si les gusta.
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Ashes [Hijos Divinos] |•COMPLETA
Espiritual¿Cómo justificas a un asesino? Así es como comienza esta historia, para justificar a los "Hijos Divinos", los asesinos de criaturas conocidas como "Libros": quiénes provocan catástrofes para alimentarse de los sentimientos negativos de los humanos. ...