Capítulo 4. Jodida niñera.

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Tomo asiento en una de las sillas que se encuentran delante del escritorio del señor Lawrence aparentando tranquilidad, con Shawn pisándome los talones

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Tomo asiento en una de las sillas que se encuentran delante del escritorio del señor Lawrence aparentando tranquilidad, con Shawn pisándome los talones. Él toma siento a mi lado con actitud despreocupada, aunque seguramente él no esté fingiendo. El hombre, que ha entrado antes de nosotros para sujetarnos la puerta, la cierra y se sienta en su cómodo sillón de piel detrás de su escritorio.

El señor Lawrence es un hombre amable, aunque puede ser realmente intimidante si es que le faltas al respeto. Su piel es clara y está algo arrugada, sobre todo debajo de sus ojos y en las comisuras de sus agrietados labios. Sus ojos son azules, claros como el mismísimo agua. A veces, cuando los miras, tienes la sensación de que te están echando un cubo de hielo por encima. Lleva unas gafas de montura metálica grises. Su cabello es corto y canoso y siempre viste camisas con chalecos de punto encima. Me sonríe en cuando alza la mirada hacia mí.

-—Es estupendo verla de nuevo, señorita Sparks —dice Lawrence. Asiento con una sonrisa cuando me mira con simpatía. Pasa su mirada a Shawn y su sonrisa desaparece, no obstante, no hace una mueca de repugnancia. Extraño, normalmente las personas tienen esa reacción cuando conocen a Shawn por primera vez. O quizá eso solo sea yo—. Bienvenido a Jordan High, señor Coleman. Espero que no tarde en acomodarse en nuestro instituto.

—En absoluto —contesta Shawn sonriendo. ¿Es que soy la única que ve la sonrisa del auténtico diablo plantada en sus labios?

—He estado revisando su expediente y no he podido evitar ver algo que me ha sorprendido. ¿Es cierto que fue expulsado de cuatro institutos diferentes durante su estancia en Los Ángeles?

Shawn aprieta su mandíbula, el tema le molesta notablemente, pero el señor Lawrence parece no darse cuenta. ¿Shawn fue expulsado de cuatro institutos? Vaya, con razón decía que no le importaba ser expulsado, lo que no dijo es "de nuevo". ¿Tan mal se había portado en Los Ángeles? Quizás había fumado en la escuela y lo habían pillado. Le observo con atención. Se cruza de brazos como si se estuviera protegiendo de algo, de su pasado. Su semblante no podría ser más serio. Dirijo mi mirada al hombre de nuevo, diciéndome a mí misma que no debería estar mirando al némesis de mi infancia con tanto detenimiento.

—Sí —responde, seco.

—Bien. —Lawrence asiente—. En ese caso, he pensado que sería apropiado tomar medidas antes de que pueda arrepentirse, señor Coleman. Si sigue así es probable que no pueda ir a la universidad que usted desea. Quiero ayudarle. ¿Le parece bien?

—Depende —replica él. Apoya la barbilla en su puño cerrado y coloca su codo sobre el escritorio del director con una seguridad admirable. El director se percata de esto último, no obstante, no dice nada—. ¿Qué medidas?

Ahora el director me mira a mí. Una sonrisa baila en sus labios.

—Ahí es donde entra la señorita Sparks —declara el director. Alzo mis cejas con sorpresa. ¿Quiere que yo tenga algo que ver con Shawn? Eso solo puede traer problemas—. Soy consciente de que ustedes se conocen desde hace bastante tiempo, así que pensé que quizá usted podría ayudar al señor Coleman a acomodarse en el instituto.

El cliché perfecto © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora