Salgo de la sala donde ha tenido lugar la última reunión sobre el baile de bienvenida durante la última hora. Me despido de Spencer, una de mis compañeras de organización, para echar a andar por el ancho pasillo. Ella se queda atrás, hablando con otras compañeras de clase. Yo no tengo tiempo para charlar. En casa me espera una montaña de deberes y veinte páginas de literatura que estudiar.
Voy distraída, con la vista clavada en mi teléfono. Estoy contestando los mensajes de Gabrielle, que me preguntan cómo ha ido la reunión. En realidad, ha ido de maravilla. Hemos terminado los preparativos para el baile de este mismo viernes, es decir, mañana, y hemos colgado las decoraciones en el gimnasio del instituto. Los que mañana tengan educación física van a sufrir. El gimnasio no va a poder ser utilizado, así que tendrán que salir al patio a dar vueltas mientras sus piernas se transforman en cubitos de hielo.
Ni siquiera me doy cuenta cuando arrollo a una persona a mi camino. Lo que me hace levantar la cabeza es la gruesa voz que me sobresalta.
—¡Sparks! —exclama Shawn, echándose hacia atrás y colocando sus manos sobre mis hombros. Alza sus cejas—. Casi me llevas por delante y ni te has enterado.
Le dedico una sonrisa de disculpa. Shawn y yo llevamos sin quedar las últimas dos semanas. Hemos estado bastante liados. Yo, con mis exámenes y con los preparativos del baile, el cual he estado coordinando. Shawn, lidiando con su madre. Al final, se enteró de que Shawn quería saber sobre su padre y se enfadó muchísimo, según me contó por teléfono. Lucy no quiere que Shawn vuelva con su padre, a pesar de que cualquiera pensaría que una madre quiere lo mejor para su hijo. Quizá Henry, el padre de Shawn, no sea lo mejor para él.
—Lo siento —digo—. ¿Cómo van las cosas por tu casa?
Shawn desliza sus manos fuera de mis hombros. Mete las manos en los bolsillos de sus pantalones, encogiéndose de hombros.
—Bien. Es decir, todo lo bien que pueden estar. Richard sigue llegando borracho a casa, pero no ha vuelto a pegar a mi madre. Supongo que eso es un avance. Cassie ha conseguido amigos en su nuevo colegio. Mi madre ya no está enfadada conmigo. Entiende que quiera saber sobre Henry, pero no lo comparte —me cuenta—. Me ha quitado los documentos que encontramos sobre él.
Alzo mis cejas, esbozando una sonrisa pícara.
—Entonces es una suerte que los fotocopiara.
Los ojos de Shawn se abren con asombro.
—¿Hablas en serio?
Asiento. Suelto una carcajada cuando su cara resplandece de alegría.
—Eres la mejor, Leslie —dice, sonriéndome. De nuevo, su sonrisa causa un efecto desconocido en mí. Mi estómago ruge al escuchar mi nombre saliendo de sus labios. No he comido nada desde el almuerzo. Será eso. Shawn alza su mano para que se la choque. Lo hago, provocando que nuestras palmas entren en contacto. Escondo mi mano detrás de mi espalda antes de que pueda darme cuenta de lo mucho que hormiguean mis dedos.
ESTÁS LEYENDO
El cliché perfecto ©
Ficțiune adolescențiLeslie Sparks es el sinónimo de perfección. Shawn Coleman es un auténtico desastre. Ella se vio liberada cuando Shawn se fue de la ciudad tras haberla atormentado durante cinco años sin descanso. Ahora, él ha vuelto. El plan de Leslie es terminar s...